Nace la Asociaci¨®n Espa?ola contra la Pena de Muerte
El caso Gilmore ha vuelto a traer a la actualidad el tema de la pena de muerte. La conducta soberana o desesperada del condenado norteamericano, es capaz de plantear de un modo desgarrado, escalofriante, no s¨®lo el problema de la pervivencia de esta forma de defensa social que es la pena de muerte, sino otros laterales: el derecho sobre la propia vida, el concepto mismo de delito y castigo, lo que relaciona esperanza e instinto de conservaci¨®n, la desesperaci¨®n como revulsivo y como coartada... Y m¨¢s.En Espa?a, donde no han faltado ocasiones que sensibilizaran a la sociedad sobre este tema, est¨¢ en tr¨¢mites una Asociaci¨®n para la Ilegitimidad de la Pena de Muerte. Entre los miembros de la primera comisi¨®n gestora para la constituci¨®n de esta sociedad hay nombres tan prestigiosos como el de su presidente, Ram¨®n Carande, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica y Hacienda P¨²blica, acad¨¦mico y ex consejero de Estado en la segunda rep¨²blica espa?ola. Su secretaria general es Mar¨ªa Asunci¨®n Mil¨¢ de Salinas, que tiene tras de s¨ª un largo curriculum de lucha contra la pena de muerte. Entre los colaboradores Y vocales est¨¢n los penalistas Angel Tor¨ªo y Beristain, el antrop¨®logo Julio Caro Baroja, los te¨®logos y moralistas obispos Iniesta y Palenzuela, los abades de Monserrat y Poblet y otras personalidades rela cionad¨¢s con el tema. En esta futura sociedad, que persigue la ilegitimidad y no la simple abolici¨®n de la muerte como castigo, se pretende tratar el tema de modo exhaustivo y desde todos los puntos de vista posible. Por una parte, se establecen estudios teol¨®gicos, dirigidos a que tanto el Vaticano como el Consejo Ecum¨¦nico de las Iglesias, se pronuncien taxativamente sobre la ilegitimidad, sancionada socialmente o no, de quitar la vida a un ser humano. Por otra parte, los estudios pol¨ªticos, legales, sociol¨®gicos y sicol¨®gicos, tender¨ªan a que la ONU y dem¨¢s ¨®rganos consultivos internacionales, le manifestaran expresamente en -igual sentido.
Pese a estas dos direcciones, una de las cuales ser¨ªa eminentemente religiosa,, la sociedad se considera aconfesional, a nivel de religi¨®n o partido, y abierta ?a todos aquellos que mantengan, como principio el respeto a la vida, por encima de cualquier ideolog¨ªa y como base y fundamento de la convivencia humana.
En el primer documento, semip¨²blico hasta ahora, de esta sociedad en ciernes, se advierte, ya, que sus ambiciones llegan hasta el romper definitivamente ?la legitimaci¨®n hist¨®rica y aberrante de la pena de muerte?, toda vez que ?una parte de la sociedad, la m¨¢s cualificada, ha descubierto ya, junto a su ineficacia, los terribles peligros que encierra?. Y a?ade: ?Ya no hay una seguridad que la determine como bien com¨²n?,, para concluir que, ?la legitimaci¨®n ya no es l¨ªcita?.
la diferencia entre abolici¨®n e ilegitimidad, a nivel de objetivos -dicen- est¨¢ en que la abolici¨®n aparece como transitoria, mientras, conseguida la conciencia de su ilegitimidad, y la declaraci¨®n expresa en este sentido de ciertos organismos que figuran como autoridades morales, es de esperar que la desaparici¨®n de este castigo sea f¨¢cil y definitiva.
En cuanto a los medios, el fundamental ser¨ªa el de la elaboraci¨®n de estudios a todos los niveles, que dar¨ªan base a un trabajo de divulgaci¨®n del tema y de creaci¨®n de una nueva conciencia ?a la que repugne la idea de que un hombre muera a manos de otro, y m¨¢s si es legalmente?. No desde?an sin embargo, otras formas de acci¨®n no violenta. En este sentido ir¨ªan, por un lado, las encuestas realizadas entre una serie de profesionales en torno al tema, y por otra, los telegramas enviados a los presidentes franc¨¦s y norteamericano, en petici¨®n de gracia para los dos condenados franceses en espera de confirmaci¨®n, para el propio Gary Gilmore. En los dos telegramas se advierte que ?cada vez que un hombre muere a manos de otro hombre, es la humanidad entera la que est¨¢ de luto?.
La sociedad ajusticia por miedo
Sobre el tema de la ilicitud de la pena de muerte, Mar¨ªa Asunci¨®n Mil¨¢, secretaria general de la asociaci¨®n, manifest¨® a EL PAIS: ?No nos dedicamos s¨®lo a luchar por la abolici¨®n, que es una cuesti¨®n pol¨ªtica, y por tanto, sujeta a los cambios y a los intereses. Ni s¨®lo nos referimos a Espa?a. Lo nuestro es infinitamente m¨¢s ambicioso: pretendemos que en el mundo no haya nunca m¨¢s una ejecuci¨®n.??La pena de muerte es il¨ªcita, desde el punto de vista filos¨®fico y teol¨®gico. Y adem¨¢s, es perjudicial y contraproducente, las estad¨ªsticas demuestran que los ¨ªndices de criminalidad suelen bajar cuando se suprime la pena capital. De hecho m¨¢s que contener el crimen, mete a la sociedad en una din¨¢mica de violencia que genera m¨¢s violencia."
La sociedad no hace justicia
"Si llegamos a conseguir que se considere il¨ªcita la pena tendr¨¢ qu¨¦ entrar en cuesti¨®n todo el sistema penitenciario, p¨²blicamente. Tenemos que pensar que si se puede llegar a matar un hombre, qu¨¦ no se le podr¨¢ hacer antes... Nuestra sociedad no hace justicia. Es cruel el sentido actual de justicia. Se trata al delincuente como un ser abyecto y no como un hombre capaz de rehabilitaci¨®n. Nosotros planteamos la rehabilitaci¨®n frente a la negaci¨®n policial del hombre. Piensa que la pena de muerte es la negaci¨®n absoluta de las posibilidades de rehabilitaci¨®n del delincuente. El nuestro es un camino abierto a la esperanza. Por eso no podemos admitir las conmutaciones de pena por cadena perpetua: sin una esperanza de vuelta al mundo, el condenado no tiene posibilidades de cambio.Respecto al caso Gilmore, Mar¨ªa Asunci¨®n Mil¨¢ dijo: ?Este caso pone directamente en cuesti¨®n el sistema penal entero. Algo tan terrible que coloca a un hombre en la desesperaci¨®n de preferir su propia muerte.
Esta es una sociedad que no rehabilita a los transgresores de sus leyes. Y que s¨®lo los ajusticia por miedo.?
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