Bret¨®n: surrealismo y pol¨ªtica
?Toda la libertad para el arte.? La an¨¦cdota dice que Breton, caliente todav¨ªa por la reciente pol¨¦mica en el seno del Partido Comunista Franc¨¦s, y cuando se acercara a Le¨®n Trotski, desde posiciones de izquierda al stalinismo, quer¨ªa cerrar la redacci¨®n del Manifiesto por un arte independiente, con una limitaci¨®n, que podr¨ªa formularse como hiciera Fidel Castro en sus c¨¦lebres Palabras a los intelectuales: ?Dentro de la Revoluci¨®n, todo; contra la Revoluci¨®n, nada.? Trotski, en su exilio de Coyoac¨¢n, perro viejo de la lucha pol¨ªtica, le convencer¨ªa. Ninguna limitaci¨®n. La Revoluci¨®n es d¨¦bil, f¨¢cilmente suplantable. Y el arte, un fen¨®meno demasiado complejo, demasiado fr¨¢gil en manos de los bur¨®cratas inevitables. La revoluci¨®n del arte va por sus propios caminos, que no siempre coinciden, en ritmos, con el cambio social. Y que, en cualquier caso, inciden sobre ¨¦l de esa manera indirecta y especial.Pues bien, la reacci¨®n entre los caminos del arte revolucionario y de los del cambio social, desde esa parcela est¨¦tica especial¨ªsima que supone el surrealismo, en la que es, seguramente, su fase m¨¢s madura, se recoge en La llave de los campos, una colecci¨®n de textos de Bret¨®n, fechados entre 1937 y 1952, y ahora recientemente traducidos al castellano. Desde los terribles apuntes est¨¦ticos, a los panfletos luchadores y terribles, rendijas maestras de creaci¨®n pura y simple con los viejos temas y los viejos procedimientos surrealistas. Aparece aqu¨ª, arrebatado, el tema del amor loco, confluencia del azar y necesidad, sue?o irreprimible y embrujada b¨²squeda. Aparece la escritura autom¨¢tica y la justificaci¨®n del automatismo, en un momento en que el escape del subconsciente y el conocimiento del subconsciente mismo, ha trascendido por obra y gracia de los psicoanalistas heterodoxos del marxismo y del propio psicoan¨¢lisis, los l¨ªmites de la individualidad para intentar explicar los mismos fen¨®menos sociales. Aparece el azar objetivo, como teor¨ªa que explica el comportamiento oscuro de lo real, y al mismo tiempo, la posibilidad de construcci¨®n de belleza, de objetos metaf¨®ricos, gracias a la confluencia casual -como en la vida- de objetos, ideas, palabras, colores distantes en el mundo del sentido com¨²n. El mismo nombre del libro hace una oscura referencia, que es un reconocimiento, reasunci¨®n de los or¨ªgenes: La llave de los campos, que es al mismo tiempo, la fiesta, los novillos, el car¨¢cter obligadamente l¨²dico y alegre del arte (y nada tan terrible, tan sobrecogedor e infernal como la mayor parte de los textos, objetos y cuadros su rrealistas) y tambi¨¦n a los Campos magn¨¦ticos, ese primer texto Breton-Soupault que diera fuentes al movimiento, que diera puertas al campo al mundo del subconsciente, que significa, en f¨ªsica, la posibilidad de jugar con elementos cualitativamente distintos que establecen, se quiera o no, nuevas relaciones entre s¨ª.
La llave de los campos,
de Andre Breton. Libros Hiperion,Ed. I Peralta / Ayuso. Madrid, 1976.
Y ah¨ª quiz¨¢ est¨¦ la clave la clave de comprensi¨®n del surrealismo, este primer movimiento abierto. Abierto en la creaci¨®n misma, en su ambig¨¹edad. Abierto, sobre todo, en la libertad casi sat¨¢nica. Y en esa clarividencia que no le teme al misterio: la otra llave, clave de la realidad.
Muchas veces, estos textos, se revuelven furiosos e insultantes contra dos enemigos. El primero, la burocracia stalinista, en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y fuera de ella, aparece como el partenaire de la pol¨¦mica, porque es el ¨²nico interlocutor v¨¢lido, en una discusi¨®n en la que ya no caben (no existen de hecho, en las vanguardias europeas) otras tendencias art¨ªsticas o est¨¦ticas. O ideol¨®gicas. Que tengan algo que decir, se entiende. El segundo, que ha sido ocultado sistem¨¢ticamente por la mayor parte de la cr¨ªtica, es lo establecido. Lo establecido, con nombres y apellidos, el fascismo,el capitalismo, la ideolog¨ªa y la realidad burguesa. S¨®lo desde ah¨ª se entiende correctamente su negativa a poner el arte bajo banderas de partido o conveniencias coyunturales.
Babelia
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