Los madrile?os gastar¨¢n mil millones de pesetas en juguetes
Setecientos ocho mil setecientos veinti¨²n ni?os en edades comprendidas entre los dos y trece a?os hab¨ªa en Madrid a finales de diciembre de 1975, seg¨²n el Servicio Municipal de Estad¨ªstica. En unos grandes almacenes de la capital (que es donde suele realizar sus compras una gran masa de personas representativas de un estrato social medio), nos se?alan que, este a?o, el incremento de venta de juguetes sobre la misma ¨¦poca de fiestas navide?as del a?o anterior, es de un 20 o 25 %. ?Quiz¨¢ otros tipos de regalos han deca¨ªdo, pero parece que al espa?ol no le duelen prendas en gastarse el dinero en juguetes, como si un rasgo de su personalidad fuera ese gusto rom¨¢ntico, alegre o generoso por regalar juguetes?, nos comentaba un experto en ventas.
El aspecto pedag¨®gico del juguete es, desde hace unos a?os, tema de gran preocupaci¨®n de educadores y padres. La misma industria juguetera va tomando conciencia de la cuesti¨®n, pues aumenta en tal sentido la demanda. A pesar de que, como fue puesto de manifiesto en el I Congreso sobre el Juego y Juguete, hay poca existencia de juguetes adecuados para ni?os deficientes, s¨ª se nota un aumento de la producci¨®n de los que contribuyen a una mejor educaci¨®n del ni?o, en general.As¨ª, el juguete eminentemente b¨¦lico (pistolas, rifles, cuchillos, espadas... ) est¨¢ en decadencia, sustituido por otros tipos de juguetes que, si bien mantienen el tema guerrero, evitan al ni?o ser protagonista directo de la lucha (ranchos y fuertes del Oeste, equipos de soldados articulados, etc¨¦tera), por medio de los cuales el ni?o es m¨¢s organizador de situaciones violentas que ejecutante de las mismas.
Para los ni?os comprendidos en edades hasta los ocho a?os, es el juguete mec¨¢nico (autom¨®viles, gr¨²as, etc¨¦tera), el que se haya en m¨¢s auge.
Y entre los seis y los doce o trece a?os, se han impuesto definitivamente, en esta nueva carrera del juguete los de car¨¢cter m¨¢s educativo, as¨ª como los juegos reunidos y los puzzles.
En cuanto a las ni?as, contin¨²a generalizado, como juguete rey, la mu?eca. Entre las diferentes clases de mu?ecas las que m¨¢s aceptaci¨®n tienen, son aquellas que disponen de atractivos accesorios, especialmente, el ropero, pues si hay multiplicidad y variedad de vestimentas que permiten cambiar con frecuencia el aspecto y atuendo de la mu?eca, supone uno de los mayores alicientes del p¨²blico femenino infantil.
La llamada de la publicidad
Los vendedores de juguetes saben distinguir entre el juguete solicitado y el juguete vendido. No es necesariamente el juguete m¨¢s solicitado el m¨¢s vendido, pero aqu¨¦l da una referencia interesante de cu¨¢l son los centros de inter¨¦s del p¨²blico y de d¨®nde procede dicho inter¨¦s.Los juguetes m¨¢s solicitados son, inequ¨ªvocamente, aquellos que han sido promocionados a trav¨¦s de la publicidad directa, principalmente, por medio de la televisi¨®n, vallas y prensa.
Este dato, ya constatado reiteradamente y motivo de reflexi¨®n en numerosos estudios, ha hecho llegar a la conclusi¨®n, de que es necesaria, junto a la producci¨®n de juguetes pedag¨®gicos, una semejante orientaci¨®n pedag¨®gica en los mensajes publicitarios en este campo, dada la f¨¢cilmente impresionable mentalidad infantil.
Si los juguetes m¨¢s vendidos no son los m¨¢s solicitados, posiblemente se deba, en gran parte, a que quien ha de pagar el juguete es el cabeza de familia -el adulto- que sobrepone sus intereses econ¨®micos a la exigencia infantil promovida, por la llamada de la publicidad. Pero ello no obstaculiza el que los prototipos propuestos por la publicidad sigan calando en los ni?os, por lo que se aconseja intensificar aquella orientaci¨®n formativa antes mencionada.
A peseta la canica
Por supuesto, hay juguetes de todos los precios, si es que no para todos los gustos o necesidades.A una peseta se pueden comprar canicas o bolas de jugar al g¨¹¨¢. Y a cincuenta mil pesetas (50.000), se puede comprar -el que pueda claro-, un kart. Entre ambos topes, cientos, miles de juguetes que en estos d¨ªas son vendidos y que, posiblemente, sin exagerar, alcancen, s¨®lo en Madrid, el montante de unos mil millones de pesetas, a tres juguetes de quinientas pesetas por ni?o, contando con que ni un solo ni?o se quede sin su juguete de Reyes.
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