Examen de conciencia
La exclusi¨®n de una representaci¨®n del Pa¨ªs Valenciano de la comisi¨®n de la Oposici¨®n democr¨¢tica que pretende negociar con el Gobierno nuestro tr¨¢nsito a la democracia es ya un hecho irreversible. Ha originado, como es l¨®gico comunicados o declaraciones de casi todos los partidos pol¨ªtico valencianos. Y la Taula, pacto que engloba a la mayor¨ªa de tales partidos, aun valorando positivamente las reuniones preparatonas e incluso las del 1 de diciembre, en la que se consum¨® tal exclusi¨®n, y reiterando su voluntad de participaci¨®n en todas las iniciativas de la Oposici¨®n democr¨¢tica de todo el Estado acord¨®, y no pod¨ªa ser menos, no ratificar el acuerdo adoptado en la referida sesi¨®n.No es posible determinar todav¨ªa la importancia pr¨¢ctica que tal comisi¨®n tendr¨¢ a la hora de establecer las bases de nuestra futura democracia, y por ello no podemos hoy calificar lo ocurrido como algo irreversible para el Pa¨ªs Valenciano. Pero el hecho tiene la suficiente trascendencia para obligarnos a sacar conclusiones urgentes. si los valencianos no queremos permanecer en una situaci¨®n de pretensi¨®n m¨¢s o menos permanente, viendo continuamente demorada nuestra posibilidad auton¨®mica.
Historta jur¨ªdica
Admitamos, en primer lugar que sociol¨®gica y pol¨ªticamente el Pa¨ªs Valenciano existe, o al menos ha expresado reiteradamente una voluntad de que as¨ª sea. Jur¨ªdica y administrativamente carece y ha carecido en la historia ¨²ltima, de cualquier tipo de concreci¨®n. El conjunto de la Oposici¨®n del Estado ha preferido atenerse a la historia jur¨ªdica, y as¨ª ha nombrado un representante de Catalu?a, Euzkadi y Galicia en la comisi¨®n negociadora por la simple circunstancia de que en su d¨ªa llegaron a tener un estatuto de autonom¨ªa. No se comprende. si no. la referencia a Galicia cuando ninguna representaci¨®n de tal nacionalidad acudi¨® a la reuni¨®n del d¨ªa 1. Que en el Pa¨ªs Valenciano cientos de miles de personas hayan manifestado su voluntad auton¨®mica. ha pesado a la hora de la verdad bien poco; que el mismo d¨ªa en que la Oposici¨®n decidi¨® nuestra exclusi¨®n, se recibiera al Rey en Valencia con los gritos de Pa¨ªs Valencia, Pa¨ªs Valenci¨¢, que no parece fueran pronunciados por gargantas excesivamente contestatarias, resulta suficientemente ir¨®nico: que, puestos a comparar, y sin ning¨²n ¨¢nimo de molestar a nadie, otras reivindicaciones de la Oposici¨®n democr¨¢tica se hallen hoy en d¨ªa popularmente menos asumidas que la valenciana, demuestra que a nivel de Estado y por encima de las ideolog¨ªas, seguimos todav¨ªa sin entendernos. Espa?a necesitar¨¢, por lo menos, una estructuraci¨®n auton¨®mica regional, si es que verdaderamente queremos que tenga una aut¨¦ntica estructuraci¨®n democr¨¢tica. Conf¨ªo en que nadie piense que tal situaci¨®n significa exclusivamente la autonom¨ªa de Catalu?a, Euzkadi y Galicia, a quienes ya el centralismo de todos los colores considera irremisiblemente perdidas para,la unidad, condenando al resto a la unificaci¨®n, por el pecado hist¨®rico, y casi original, de no haber conseguido un estatuto de autonom¨ªa durante la Segunda Rep¨²blica. Si pecado hubo d¨¦jennos los aspirantes a padres de la patria la posibilidad de enmendar yerros pasados. Si, otra vez, nuestra posibilidad auton¨®mica s¨®lo podr¨¢ imponerse por la elocuente, pero siempre reprimible, v¨ªa del hecho, mal empezamos.
Reivindicaciones auton¨®micas
Con raz¨®n se nos objetar¨¢ que lo importante en los momentos actuales para la Oposici¨®n democr¨¢tica, y para el Estado en general, no pod¨ªa ser entrar por el resbaladizo terreno de las nacionalidades ,sino arbitrar de alg¨²n modo el sistema que permitiera a Espa?a concretarse pol¨ªticamente en una democracia para todos. con libertad de actuaci¨®n pol¨ªtica de todos los partidos. sin quedarnos otra vez a medio camino, en una nueva democracia a la espa?ola que legalmente niegue el pan y la sal a determinadas ideolog¨ªas con el consiguiente problema de inestabilidad social y pol¨ªtica que tal situaci¨®n comportar¨ªa. Una vez conseguida esta democracia. continuar¨ªa tal planteamiento llegar¨¢ la hora de resolver sobre las reivindicaciones auton¨®micas de los diversos pueblos del Estado. Y con raz¨®n se a?adir¨¢ que lo importante en la reuni¨®n del d¨ªa 1 de diciembre era el nombramiento de una comisi¨®n negociadora que tuviera credibilidad suficiente para todos. Que tal comisi¨®n se ha conseguido y que a alguien deb¨ªa tocarle la china y pagar el precio de no estar representado, es tambi¨¦n obvio. Lo malo, desde mi punto de vista, es que ese alguien fuese el Pa¨ªs Valenci¨¢.
-Es por ello que pienso, cuando todos empezamos a hacer pol¨ªtica de verdad, cuando se acabaron las proclamas y comienzan a hablar los intereses, que los valencianos hemos de hacer, examen de conciencia, porque no hemos acertado a encontrar el ascua que conviniera a nuestra sardina y, a la hora de la verdad, al enfrentarnos al aut¨¦ntico problema. apenas hemos sabido defender nuestros intereses. en un juego cuya suerte estaba ya echada y en el que desde hac¨ªa alg¨²n tiempo hab¨ªan dejado de repartirnos cartas. sin que nosotros nos di¨¦semos cuenta.
La responsabilidad de la Oposici¨®n democr¨¢tica de todo el Estado es igualmente grave. Aunque quiz¨¢ tenga poca justificaci¨®n. uno sigue pensando que desde Madrid la cuesti¨®n de las autonom¨ªas sigue sin verse con buenos ojos, porque siempre significar¨¢ restar parcelas de autoridad a todo el que mande fuera ¨¦ste del color que fuese. Qu¨¦ duda cabe que tales prejuicios siguen pesando fuerte a la hora de tomar acuerdos como el comentado.
A pesar de todo. y aun valorando negativamente la decisi¨®n de los partidos estatales, y de la Oposici¨®n en su conjunto, sobre este extremo, esa los partidos pol¨ªticos que operan en el Pa¨ªs Valenciano. agrupados o no en la Taula, a quienes corresponde recapacitar sobre su actuaci¨®n. En definitiva, se trataba, como casi siempre, de un juego de intereses, en el que no hemos sabido defender el nuestro. Y, en tal caso, la responsabilidad mayores la nuestra..
A todos los valencianos nos corresponde tratar el terna en profundidad, y revisar nuestra actuaci¨®n, para no volver a cometer los mismos errores.
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