No se puede esperar un minuto m¨¢s
Aun a trueque de pecar de reiterativo y quiz¨¢s de pesado, voy a insistir, acogi¨¦ndome a la generosidad de EL PAIS, sobre la urgencia de buscar y poner remedios a la grave situaci¨®n econ¨®mica. Sin incurrir en pesimismos extremados, que a veces ocultan deseos morbosos o son modos poco correctos de liberar personales antagonismos o rencores, creo que hay datos m¨¢s que suficientes para aceptar el consentimiento casi un¨¢nime de los economistas m¨¢s responsables, que sostienen que la situaci¨®n ya no es grave, sino grav¨ªsima. Pese a la reiteraci¨®n con que algunos hemos venido advirtiendo que hab¨ªa que decir abiertamente la verdad, dar una informaci¨®n clara y suficiente para que el ciudadano medio supiera a qu¨¦ atenerse y empezar a poner los remedios que la ciencia y la pr¨¢ctica aconsejan como m¨¢s oportunos, nada de esto se hace. Vivimos en plena quimera, enga?¨¢ndonos por ignorancia o por las ¨²ltimas posibilidades de tirar del consumo que el pa¨ªs a¨²n posee, achicando cada vez m¨¢s el nivel de vida relativamente alto de que dispon¨ªa no hace muchos meses. Pero estas ¨²ltimas fiestas, a cuyas caracter¨ªsticas generales se ha a?adido la desconfianza respecto a la estabilidad del valor de la moneda, y por consiguiente respecto del ahorro, quiz¨¢ constituyan el ¨²ltimo tir¨®n fuerte en cuanto se refiere, al consumo y esto s¨®lo respecto de ciertos art¨ªculos que no son los que m¨¢s influyen en la riqueza o penuria del pa¨ªs. El hecho cert¨ªsimo es que el d¨¦ficit de la balanza de pagos es aterrador, que el n¨²mero de parados aumenta y que, por unas u otras razones, la productividad decae. El pequeno y mediano empresario est¨¢n sufriendo ya la suma gravedad de la situaci¨®n y no tardar¨¢n en soportarla con la misma o mayor fuerza que el ciudadano medio a trav¨¦s de la continua subida de precios.
Se dice ante esta situaci¨®n que hasta que no haya un arreglo pol¨ªtico no puede haberlo econ¨®mico, y hay quienes, con m¨¢s sensatez, aluden a la necesidad de que ambos se hagan al mismo tiempo. A mi juicio no cabe imponer prioridades l¨®gicas por razonadas que est¨¦n, que condicior¨ªen el imperio de los hechos. Ni deben hacerlo los partidos pol¨ªticos, ni las organizaciones sindicales, ni mucho menos el Gobierno. Que siga a su paso el cambio pol¨ªtico, que acreciente cada vez m¨¢s su contenido democr¨¢tico, y que llegue cuanto antes a feliz t¨¦rmino, pero lo que no se puede demorar ni un minuto es el esfuerzo por remediar la situaci¨®n econ¨®mica nacional. No es admisible esperar a que se cumpla el proceso pol¨ªtico de tal modo que un,Gobierno que nazca de las c¨¢maras cuyos miembros han de elegirse, seg¨²n parece, hacia el pr¨®ximo mes de mayo, resuelva el problema. El mes de mayo ya ser¨ªa tarde, pero, no es ¨¦sta la fecha en que vamos a tener un Gobierno con cierta autoridad. democr¨¢tica, que pueda tomar decisiones respecto de la crisis. Despu¨¦s de las elecciones hay que dar un plazo para impugnar las actas, y es menester despu¨¦s entrar en mil pormenores de organizaci¨®n, de tal modo que, contando con el verano, hasta septiembre u octubre no actuar¨¢ un Gobierno que, con mucha generosidad, podemos admitir que va a representar la soberan¨ªa popular a trav¨¦s de las fuerzas pol¨ªticas reales. Es absolutamente imposible esperar al mes de octubre sin tomar decisiones, y esto aparte, las decisiones econ¨®micas rebasan las posibilidades estrictamente pol¨ªticas porque inciden directamente sobre las clases trabajadoras, De un modo u otro, se necesita un cierto convenio o acuerdo en el que todos los espa?oles concurran para soportar un per¨ªodo de austeridad que va a tener mucho de sacrificio. No creo que sean suficientes los pr¨¦stamos o ayudas de una u otra potencia tanto por lo que tardar¨ªan en reflejarse en el proceso econ¨®mico inmediato como por el orgullo y dignidad nacional que, por fortuna, a¨²n no hemos perdido, y que no permite que la opini¨®n p¨²blica acepte resignada hipotecas nacionales o hipotecas pol¨ªticas a cambio de pasar la crisis con menos sacrificio y esfuerzo. Sin desechar las ayudas que la dignidad de la naci¨®n puede aceptar, el problema recae esencialmente sobre los espa?oles y somos nosotros los que hemos de ponernos de acuerdo para salir de la situaci¨®n en la que estamos y que se agrava por momentos. Para esto es menester que el esfuerzo sea de todos y que no se pretenda que la clase trabajadora acepte sola el sacrificio en beneficio de los que tienen mas y son, en resumen, responsables o corresponsables del estado en que nos vemos. La urgencia es grande, y si todas las, negociaciones planteadas entre Oposici¨®n y Gobierno y entre Gobierno y otros grupos que no son de Oposici¨®n son l¨ªcitas y, en algunos casos, apremiantes, como ocurre en los siete conocidos puntos que la comisi¨®n negociadora ha presentado al Gobierno, hay una negociaci¨®n en extremo urgente que debe completar y perfeccionar todas, las otras negociaciones. Me refiero a la negociaci¨®n sobre la crisis econ¨®mica que debemos plan tear cuanto antes, sobre todo la Oposici¨®n, incluyendo entre la Oposici¨®n a las fuerzas sindicales libres.
Digo esto con fundamento, porque para pedir sacrificios hay que dar ejemplo de austeridad, y en este caso, como en tantos otros, el ejemplo, la austeridad y la autoridad moral pertenecen principalmente a la Oposici¨®n, que es,la que pide con urgencia se ponga pronto remedio a esta tan grave situaci¨®n.
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