La URSS y los Estados Unidos se arman para seguir negociando
Los esfuerzos desarmamentistas llevados a cabo por el Este y el Oeste sirven a numerosos prop¨®sitos de los pa¨ªses del Pacto de Varsovia y de la OTAN, pero inevitablemente conducen su din¨¢mica a una jerarquizaci¨®n creciente del ¨¢rea europea bajo la ¨¦gida de las respectivas superpotencias. El proceso que conduce ese esfuerzo se halla organizado de tal forma que las negociaciones que interesan al ¨¢rea global europea (las MBFR, Mutual Balanced Force Reductions) muestran signos de dependencia respecto de los resultados de las conversaciones bilaterales de las conversaciones bilaterales ,entre las superpotencias, para la limitaci¨®n de las armas estrat¨¦gicas (SALT).La tercera generaci¨®n de armamentos estrat¨¦gicos ya est¨¢ entre nosotros. Un an¨¢lisis de ¨¦stos, especialmente del nuevo ?cruise missile? o ?missil crucero? (si se acepta esta traducci¨®n), nos permitir¨¢ concluir que el empuje negociador se desplaza de las MBFR a las SALT, esto es, del plano multilateral al bilateral. Pero una vez situados en este plano, nos sobre viene la sospecha de que las SALT (cualesquiera que ¨¦stas sean) no terminar¨¢n en una limitaci¨®n de las armas estrat¨¦gicas, sino en nuevas carreras de armamentos.
En escena aparece el deseo inconsciente de llevar este curso de entendimiento exclusivo a espaldas de los otros interesados. El nuevo consejero de Seguridad del presidente Carter, Brzezinski, ha dicho que ?es un gran error ligar las conversaciones sobre limitaci¨®n del armamento estrat¨¦gico con las conferencias en la cumbre?, en clara alusi¨®n a la de Vladivostok, en que el presidente Ford lleg¨® a acuerdos b¨¢sicos sobre armas nucleares, con los sovi¨¦ticos, a la vista de todo el mundo.
Las MBFR fueron una iniciativa de los pa¨ªses europeos de la OTAN, lanzada en 1968, que reflejaba una ansiedad por su tendencia creciente a la reducci¨®n del esfuerzo defensivo. Estados Unidos no se mostr¨® partidario de las mismas (aunque tampoco opuesto), con lo que se puso en evidencia la distinta percepci¨®n del valor del poder y de la fuerza, existente a un lado y otro del Atl¨¢ntico. Tampoco la URSS se mostr¨® partidaria en un comienzo, hasta que pudo ligar la suerte de las MBFR a su ansiada conferencia europea de seguridad y cooperaci¨®n. Mientras ¨¦sta termin¨® con una consolidaci¨®n del statu quo pol¨ªtico de Europa, tan favorable a la URSS, las MBFR, sin embargo, no han levantado apenas el vuelo, al cabo de dos a?os. En cuanto a Estados Unidos, su decisi¨®n de tomar parte en las MBFR s¨®lo se produjo despu¨¦s de que Brejnev manifestase su deseo de entrar en ellas, seg¨²n el anuncio hecho en Tiflis, en mayo de 1971. Esta aceptaci¨®n norteamericana de las MBFR, favorec¨ªa, simult¨¢nea mente, la soluci¨®n de un problema (el d¨¦ficit de la balanza de pagos, creado en parte por las tropas USA en Europa), y la intensificaci¨®n de las consultas pol¨ªticas con la URSS, conducentes al gran objetivo de los acuerdos estrat¨¦gicos, que desde entonces se sucedieron en cadena: acuerdo SALT-I, para la limitaci¨®n de los costosos y desestabilizadores sistemas defensivos antibal¨ªsticos (ABM) y ?acuerdo interino? del oto?o de 1972, para la implantaci¨®n de un ?techo? cuantitativo en el n¨²mero de veh¨ªculos nucleares que cada superpotencia pod¨ªa tener.
SALT-I y SALT-II reflejan el cuidado mutuo con que las superpotencias respetan sus intereses. SALT-I permiti¨® a la URSS compensar su menor n¨²mero de cabezas nucleares con un n¨²mero de veh¨ªculos mayor que el permitido a USA, Las SALT-II. permitir¨¢n a ambos igual n¨²mero de veh¨ªculos' m¨¢s una compensaci¨®n a Estados Unidos por el enorme aumento del factor ?recorrido-peso? (throw-weight) adquirido en el entretanto por los proyectiles sovi¨¦ticos. Dos sistemas de armas norteamericanas se hallan ya dispuestos a hacer buena la diferencia: el superbombardero B- 1, a¨²n en fase experimenta?, y los submarinos Trident, en fase de construcci¨®n.
Para ulteriores pasos de las SALT, ya empiezan a entreverse los protagonistas: por un lado, el avanzado sistema sovi¨¦tico de defensa civil, que dota a la URSS de una mayor resistencia al disuasorio norteamericano. y por otro, la propuesta de crear una. fuerza estrat¨¦gica m¨®vil sobre el suelo norteamericano, lo que podr¨ªa asegurar su casi total indestructibilidad.
El misil crucero rompe el monopolio
Una nueva arma, en pleno desarrollo, puede devolver a los pa¨ªses. europeos la iniciativa estrat¨¦gica que les fue ?secuestrada? por las fuerzas disuasorias nucleares de las superpotencias. Europa, que est¨¢ siendo discriminada en el curso de las negociaciones SALT, para la limitaci¨®n del armamento estrat¨¦gico, har¨ªa bien en preguntarse: ?que puede hacer el misil crucero por nuestra defensa?
El misil crucero es un arma volante. cuyo primer modelo fue el V-1 alem¨¢n. Nuevas tecnolog¨ªas, como los combustibles de alta energ¨ªa. sistemas terminales de gu¨ªa. municiones convencionales superpotentes y materiales aptos para escabullir el radar, lo han convertido capaz de volar 4.000 km. a menos de cien metros del suelo, hacia un objetivo que quedar¨ªa tocado con un margen de error de menos de treinta metros. Son varias las naciones europeas con capacidad suficiente para dominar esas tecnolog¨ªas. entre ellas Espa?a. Su costo oscila entre un mill¨®n de d¨®lares, para los modelos m¨¢s grandes, y 500.000 d¨®lares, lo que lo sit¨²a al alcance de todas las fortunas. Cuesta mucho menos que un bombardero, llega m¨¢s lejos que la mayor¨ªa de ellos, y no pone en peligro la vida del piloto pues no lo tiene. Su ¨²nico inconveniente es su lentitud. que tehace muy vulnerable a las defensas a¨¢reas... cuando le descubren.
El misil crucero ya ha sido objeto de tiras y aflojas no muy constructivos en las negociaciones SALT. Tanto la URSS como los Estados Unidos, que disponen de varios modelos en gran cantidad tratan de sustraerlos de la esfera de las limitaciones, aun a sabiendas de que pueden ser cargados con cabezas nucleares pesadas, y que tienen la capacidad estrat¨¦gica de tocar los santuarios de las respectivas superpotencias. si son lanzados por submarinos o aviones. Ya muchos contemplan que el misil crucero ser¨¢ el protagonista de las SALT III, que deber¨¢n suceder a las SALT II, que a¨²n no est¨¢n en vigor: mientras tanto, las superpotencias se arman hasta los dientes, con estas armas. El misil crucero aparece ya como competidor del superbombardero B-1, que los Estados Unidos est¨¢n desarrollando para reemplazar a los B-52, con un costo para todo el proyecto (si se realiza). de 24.000 millones de d¨®lares. Si ciertos sectores ganan ?la batalla?, Estados Unidos puede terminar con una flota de B-1. m¨¢s un arsenal de misiles cruceros montados en los B-52. pues existe un modelo creado para este aparato que la fuerza a¨¦rea ama demasiado como para enviarlo al desguace.
?El misil crucero puede convertirse en la n¨¦mesis de las superpotencias?. dice A. R. Vershbow en ?Foreign Affairs?: la naturaleza de las SALT puede resultar anacr¨®nica. al romper el monopolio estrat¨¦gico detentado por las superpotencias: las fuerzas disuasorias europeas pueden convertirse, mediante el misil crucero. en ?una potente fuerza estrat¨¦gica?, El dictamen de este experto es que no se puede practicar al mismo tiempo una pol¨ªtica de control de armamentos y luchar por las mejoras cualitativas de las armas.
Otro autor estima que el misil crucero borra los l¨ªmites entre las SALT y las negociaciones para la reducci¨®n mutua y equilibrada de fuerzas, en que participan varias naciones europeas, aparte de USA y URSS. Por tanto, es evidente que la adquisici¨®n de este arma por las potencias participantes les da derecho a una consulta sobre las SALT.
Los aliados de los Estados Unidos tienen derecho a poder comprar los misiles cruceros a los fabricantes norteamericanos que se hallan ansiosos de encontrar mercados para reducir, los costos. El argumento es incontrastable: no se puede negar a un aliado los medios de perfeccionar su equipo convencional t¨¢ctico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Tratado SALT
- Opini¨®n
- Guerra fr¨ªa
- MBFR
- OTAN
- Pol¨ªtica exterior
- Estados Unidos
- Armas nucleares
- Misiles
- URSS
- Cumbres internacionales
- Bloques pol¨ªticos
- Tratados desarme
- Relaciones internacionales
- Conflictos pol¨ªticos
- Organizaciones internacionales
- Bloques internacionales
- Historia contempor¨¢nea
- Partidos pol¨ªticos
- Historia
- Armamento
- Relaciones exteriores
- Defensa
- Pol¨ªtica