El paganismo de Fellini
Federico Fellini se ha transforma do. especialmente a partir de La dolce vita -eternamente ausente de nuestras pantallas cuando en todo el mundo se proyecta hasta en lai escuelas para ni?os- en un divo estelar del cine mundial, en el prototipo mismo de gran e incontestable autor cinematogr¨¢fico, celebrado tanto por la cr¨ªtica Institucional s¨ª exceptuamos algunos j¨®venes radicales que se oponen, aqu¨ª y all¨¢, a su eterna repetici¨®n de temas y tratamientos como por los productores y el gran p¨²blico. Su caso es. verdaderamente, excepcional, casi ¨²nico en la historia del cine, en el sentido de reunir, a la vez, las caracter¨ªsticas de la estrella, el artista. el gran triunfador de la taquilla y en definitiva, el seductor de los espectadores.Fellini est¨¢ lejos del asentimiento cr¨ªtico un¨¢nime que rodea a los creadores indiscutibles, pero nadie podr¨¢ silenciar sus innegables dotes expresivas, su fascinante habilidad para entretener y encantar. No es extra?o que su estilo contenga tantas referencias al circo, por que la funci¨®n que desempe?a en el cine tiene mucho que ver con la del responsable de un espect¨¢culo circense: variopinto, fascinante. eternamente igual a s¨ª mismo, reiterativo, infantil y p¨ªcaro a la vez, repleto de color, magia, movimiento y sencillez, siempre al borde del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa y casi lo imposible finalizando en un gran fuego de artificio espl¨¦ndido,
Satiric¨®n (Fellini-Satyricon),
adaptado por Federico Fellin¨ª y Bernardino Zqpponi del libro hom¨®nimo de Petronio. Direcci¨®n art¨ªstica de Danilo Donati. fluminaci¨®n: Giuseppe Rotunno. M¨²sica de Nino Rotay composiciones de archivo. Productor, Alberto Grimaldi. Int¨¦rpretes: Martin Polter. Hiram Keller, Max Morn, Salvo Randone, Magali No?l, Mario Romagnoli. Estreno en v. o. Alexandra.
Su cine, despu¨¦s de Fellini ocho y medio. est¨¢ amenazado por una constante aspiraci¨®n a la autobiograf¨ªa sublimada como materia prima cuyo atractivo en las im¨¢genes magistrales, extraordinarias, no puede ocultar un gran vac¨ªo y una desesperada necesidad de encerrarse en un universo particular, escalofriantemente limitado. S¨®lo su talento fuera de serie le ha permitido capear la monoton¨ªa tem¨¢tica y evitar el cansancio del p¨²blico, aunque sus ¨²ltimas obras, m¨¢s que historias individualizadas, sean una larga y coherente cr¨®nica provinciana de la frustraci¨®n deunos personajes divididos y condenados por entre sue?os y deseo normales. la sociedad y la Iglesia de su ¨¦poca.
Satiric¨®n ha tardado siete a?o: en llegar y ocupa en su trayectoria un lugar ¨²nico -y no el m¨¢s afortunado- como el intento imposible -de escapar a este entorno cultural para riconstruir un mundo pagano. absolutamente ajeno a cristianismo -que para Fellini se reduce a un moralismo coercitivo, hecho s¨®lo de normas morales censoras de signo sexual- y el pecado. Nuestro autor asume la historia inventada por Petronio, con una gran libertad creadora. manteniendo los principales personajes y escenas. con los inevitables toques de ciencia ficci¨®n y escapadas hacia lo fant¨¢stico, que se han convertido en claves b¨¢sicas de su forma de hacer. El resultado de ese enorme esfuerzo econ¨®mico. heho Posible por la aportaci¨®n de AIberto Gr¨ªmaldi -el responsable le El ¨²ltimo tango en Par¨ªs. de Bertolucci, y de su Casanova- es muy desigual y con bastantes altibajos. Se trata de un relato distinto le los que se han convertido en habituales de su filmograf¨ªa m¨¢s reciente. en el que Fellini representa el papel de espectador infantil y sombrado. un poco bobalic¨®n y escasamente cr¨ªtico. afortunadamente tan lejos de la reconstruci¨®n arqueol¨®gica y pretenciosa como de las comparaciones autobiogr¨¢ficas. Al margen de todos los elementos discutibles de su estilo, Satiric¨®n es una pel¨ªcula totalmente recomendable.
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