Amnist¨ªa es la fuerza de olvidar
Hoy d¨ªa se habla mucho de amnist¨ªa. Se cree que amnist¨ªa significa que el Estado deja de perseguir una gran cantidad de acciones o delitos. As¨ª, la amnist¨ªa se convierte en un indulto colectivo o en una abolici¨®n colectiva, es decir, abolici¨®n del procedimiento penal y judicial. Las descargas que implica la amnist¨ªa son, sobre todo, descargas del aparato de persecuci¨®n estatal. Natural mente estas descargas tienen tambi¨¦n su ventaja para el interesado, no hay qu¨¦ olvidarse.Sin embargo, no estar¨ªa de m¨¢s recordar el car¨¢cter esencial de la amnist¨ªa: la amnist¨ªa es una de las formas primordiales de la Historia del Derecho. No olvidemos que se trata aqu¨ª de algo imprescindible, que es, al mismo tiempo, algo incre¨ªblemente dif¨ªcil. Una amnist¨ªa en el sentido verdadero y aut¨¦ntico de la palabra significa nada menos que la terminaci¨®n de la guerra civil.
A sus 89 a?os, el profesor Carl Schmitt nos hace llegar desde su retiro alem¨¢n de Plettenberg un art¨ªculo suyo sobre la amnist¨ªa escrito en 1949, ?Sigo por EL PAIS el cambio pol¨ªtico espa?ol?, escribe el viejo jurista que elabor¨® hace medio siglo, desde su c¨¢tedra de la Universidad de Berl¨ªn, la famosa y pol¨¦mica teor¨ªa sobre la dictadura que luego utilizara a su conveniencia Adolfo Hitler
No es f¨¢cil terminar una guerra civil. En la actualidad parece casi imposible. Los hombres apenas son capaces de terminar sus guerras interestatales y de encontrar un camino hacia la paz interestatal. Entonces,?c¨®mo van a encontrar un camino hacia la paz en el interior del Estado, que termine la guerra civil? Forma parte de la guerra civil que cada bando trate al otro como criminal, asesino y saboteador. En la guerra civil, el vencedor de turno est¨¢ sentado encima de su derecho como encima de un bot¨ªn. Se venga en nombre del derecho. ?C¨®mo es posible romper el c¨ªrculo vicioso de este mort¨ªfero tener raz¨®n? ?C¨®mo puede terminar la guerra civil?
Echemos un vistazo a algunos ejemplos hist¨®ricos. Todos sabemos algo de la Odisea, el celeb¨¦rrimo epos de Homero. Despu¨¦s de las experiencias de los ¨²ltimos a?os, lo comprendemos de otra manera que nuestros abuelos. Lo leemos con cierto sobresalto, porque nos cuenta de la venganza de uno que vuelve. Ulises, el h¨¦roe astuto, vuelve despu¨¦s de larga ausencia en la guerra, y se venga de los ?perros? -as¨ª los llama- que se aprovecharon de su ausencia. No pierde el tiempo con diferencias individuales. Tampoco se salvan los simpatizantes j¨®venes y poco peligrosos. Doce doncellas, que tuvieron que ver con los perros, ser¨¢n ahorcadas. Pero los perros tienen su clan, y surge una guerra civil que termina con unos juramentos solemnes, es decir, con una amnist¨ªa.
Mucho m¨¢s tarde, despu¨¦s de treinta a?os de guerra civil fratricida, la palabra y, con esto, la idea misma llega n¨ªtida a la conciencia. Amnist¨ªa significa olvidar y una prohibici¨®n de revolver el pasado a fin de encontrar all¨ª motivos para otros actos de venganza y reclamaciones de indemnizaci¨®n despu¨¦s de haber castigado a los culpables. Despu¨¦s de la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) se intent¨® saldar la cuenta del pasado, y all¨ª est¨¢ el origen de nuestra palabra ?amnist¨ªa?.
Otro ejemplo de la Historia inglesa nos demuestra que se trata de ?olvidar?. La revoluci¨®n de Cromwel se termin¨®, despu¨¦s de la vuelta del rey, en 1660, por una ?ley de descarga y olvido? (indemnity and oblivian Act.). ?C¨®mo podr¨ªa haber terminado la revoluci¨®n si la destrucci¨®n y exterminaci¨®n hubieran seguido su curso? En Inglaterra todav¨ªa hoy est¨¢ en vigor una ley del a?o 1495. Los ingleses, que desde hace siglos no han tenido una guerra civil, apenas se acuerdan de ella. Sin embargo, sigue en vigor, y bien vale un momento de reflexi¨®n. Despu¨¦s de restablecer un gobierno de jure, nadie, que, durante la lucha entre el gobierno de jure y el gobierno de facto, estaba del lado del gobierno de fac, to, debe ser castigado por este hecho.
Pero la tecnificaci¨®n avanza sin tener en consideraci¨®n la sabidur¨ªa de los siglos. Se pone al servicio de guerras interestatales y civiles. Tambi¨¦n la justicia se tecnifica y se convierte en instrumento para la liquidaci¨®n del enemigo y de los estamentos vencidos. Tambi¨¦n la legislaci¨®n se convierte en medio de destrucci¨®n. Todo esto ya se proclam¨® hace a?os, con toda exactitud, por Lenin, el pol¨ªtico m¨¢s moderno y m¨¢s consciente. Leemos sus escritos de los a?os 1914 hasta 1920, y volvemos a preguntar: ?Existe alguna remota posibilidad, hoy d¨ªa, de que una guerra civil no termine con la liquidaci¨®n del vencido?
La respuesta est¨¢ en nuestra capacidad para la amnist¨ªa. Mejor dicho, en nuestra fuerza para una aut¨¦ntica amnist¨ªa. Si no entendemos por amnist¨ªa nada m¨¢s que una limosna miserable, que permite al despose¨ªdo de sus derechos un paseo por el patio de la prisi¨®n, ser¨ªa mejor no seguir hablando, para no falsificar un gran concepto. No es tan f¨¢cil terminar una guerra civil. Despu¨¦s de falsificar tantas palabras, ideas e instituciones, deb¨ªamos por lo menos tener cuidado de no envenenar la palabra clave de la paz La amnist¨ªa es un acto mutuo de olvidar. No es ni un indulto ni una limosna. Quien acepta la amnist¨ªa tambi¨¦n tiene que darla, y quien concede amnist¨ªa tiene que saber que tambi¨¦n la recibe Si nos falta la fuerza y la gracia del olvidar mutuo, deb¨ªamos conservar, por lo menos, el recuerdo de un resto de derecho sagrado, para que el ¨²ltimo remedio, la capacidad de olvidar mutua, no se pierda por completo. ?Qui¨¦n nos dar¨¢ la fuerza y qui¨¦n nos ense?ar¨¢ el arte del buen olvidar?
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