Las debilidades de un Gobierno fuerte
NO CABE dramatizar una situaci¨®n de por s¨ª tan grave como la que se est¨¢ produciendo en este pa¨ªs. Nos hallamos ante un intento planificado de desestabilizaci¨®n del Estado. Ayer, Madrid lleg¨® a sufrir un amago -?s¨®lo un amago?- de noche de los cuchillos largos.
La ¨²ltima fase de esta conspiraci¨®n comenz¨® con el secuestro del se?or Oriol. Lo prolongado del secuestro, sus caracter¨ªsticas rocambolescas, el descaro con que han obrado y obran los GRAPO, son inc¨®gnitas que alguien tendr¨¢ alg¨²n d¨ªa que explicar a la opini¨®n p¨²blica. ?Y qu¨¦ decir de la acci¨®n llevada a cabo por estos mismos GRAPO -de harto dudoso origen- secuestrando ni m¨¢s ni menos que al presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, el teniente general Villaescusa? La secuencia de secuestros y provocaciones viene sospechosamente a coincidir con una serie de gravisimos asesinatos a sangre fr¨ªa llevados a cabo en esta ciudad por la extrema derecha. El domingo, un muchacho es cosido a balazos por la espalda tras el repliegue de una manifestaci¨®n; en la ma?ana del lunes, una muchacha resulta muerta accidentalmente en el curso de otra manifestaci¨®n de protesta por la muerte del anterior, y tambi¨¦n ayer, tras el nuevo secuestro de los GRAPO, un comando ametralla impunementebufetes de laboralistas de izquierda o locales p¨²blicos de reuni¨®n nocturna y concurrida, con un saldo de muertos y heridos grav¨ªsimos a¨²n no contabilizado al cierre de esta edici¨®n.
Asistimos a una conspiraci¨®n contra el Estado. La transformaci¨®n por v¨ªa pac¨ªfica de la dictadura en una democracia hubiera sido ins¨®lita y hubiera pasado a los anales de la ciencia pol¨ªtica. Era necesario, para algunos, intentar dinamitarla, y esa operaci¨®n es a la que estamos asistiendo. ?C¨®mo? Dispersando armamento por Montejurra, la calle del Barquillo, la de Silva, Atocha... Sometiendo a secuestro a personalidades de significaci¨®n tradicionalista para soliviantar a los defensores del orden establecido; haciendo otro tanto con jerarqu¨ªas militares para provocar el descontento de los cuartos de banderas; m¨¢s todo lo que nos quiera deparar esta perfecta y sincronizada operacion, sobre la que una duda adicional planea: ?Qui¨¦n paga a estos mercenarios del terror?
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