Orden en la calle y todos contra los provocadores

?El secuestro del teniente general Villaescusa, presidente, del Consejo Supremo de Justicia Militar; la muerte violenta de dos manifestantes, hasta ahora... Esta fatal escalada del crimen no puede continuar. Todo el intento de desembocar en una normalidad pol¨ªtica puede desinflarse y quedar en nada por dos puntos: uno es el problema econ¨®mico; otro, el m¨¢s dram¨¢tico y apremiante, es el orden p¨²blico.Que los autores de esos hechos, los que se manifiestan, los agresores de la, paz ciudadana, los que atacan a la fuerza p¨²blica, los que secuestran, los que matan profanando nombres sagrados, sea la invocaci¨®n aut¨¦ntica o sea burda provocaci¨®n, no quieren que el proceso pol¨ªtico llegue a buen t¨¦rmino es evidente: en esto, los extremismos de uno y otro signo coinciden. Pero frente a eso no bastan la simple condenaci¨®n indignada, las ?en¨¦rgicas? notas de protesta que tanto suenan a convencionalismo aunque no lo sean. Por de pronto, hace falta que en esta condenaci¨®n se unan todos, porque ya est¨¢ bien que haya quienes s¨®lo se acuerdan de protestar cuando las v¨ªctimas son de su color; pero en segundo lugar es indispensable que todos ¨¦sos coincidan no ya en apoyar, sino en reclamar una actitud en¨¦rgica del poder p¨²blico en el mantenimiento del orden con todas sus consecuencias. Y no excluimos ninguna.

La quiebra del principio de autoridad es una evidencia, pero su origen est¨¢ en que al Gobierno y a las sacrificadas fuerzas de orden p¨²blico les falta ese respaldo de confianza general, ese consenso un¨¢nime de la derecha y de la izquierda civilizadas que les permita actuar: dentro de la Ley, por supuesto, pero sin complejos ni vacilaciones para reprimir lo que no tiene nada que ver con la pol¨ªtica y es simple criminalidad. Nos consta qu¨¦ es lo que pretenden los provocadores, y si lograsen su prop¨®sito y la evoluci¨®n en marcha se frustrara, y se impusieran las soluciones simplistas, que nada resolver¨ªan, pero a la que todo podr¨ªa llegar a invitar, sabemos d¨®nde buscar a los, responsables: son los provocadores de hoy; pero esto, ?qu¨¦ remediar¨ªa?

Ante esa turbadora posibilidad, los intereses del Gobierno y de la oposici¨®n aut¨¦nticamente democr¨¢tica y que sinceramente quiere un porvenir de libertad para Espa?a, son comunes: ?Pues obren todos en consecuencia! Una pol¨ªtica en¨¦rgica contra la subversi¨®n no tiene nada que ver con los problemas pol¨ªticos del pa¨ªs, y si los l¨ªmites entre la pol¨ªtica y la subversi¨®n se han emborronado y confundido, hay que ponerlos en claro. Se dice que para que el pacto pol¨ªtico sea viable hace falta un pacto previo econ¨®mico y social; a¨²n hace m¨¢s falta un pacto para salvaguardar ese orden p¨²blico, que no es patrimonio de este o aquel Gobierno, de esta o aquella fuerza pol¨ªtica, sino de toda la sociedad, que, antes que cualquier otra cosa, tiene derecho a vivir en paz.?