Cooperaci¨®n desde la igualdad
El papel de los catalanes en la Espa?a que se est¨¢ tratando de forjar debe estar en el mismo nivel que el de los restantes pueblos que configuran el Estado espa?ol, pero, por el bien de todos -se?ala Ram¨®n Tr¨ªas Fargas-, ha de respetarse la personalidad propia de Catalu?a.
Lo que ha querido siempre Catalu?a, y lo que Castilla nunca ha comprendido, es que se la llame a una tarea com¨²n a la que pueda aportar libremente y en pie de igualdad sus activos materiales y espirituales. Para eso hace falta que esos activos existan y para que existan y puedan ser aportados a una Espa?a de todos, Catalu?a debe ser libre. Debe tener libertad para desarrollar su propia personalidad. Adem¨¢s, para colaborar dignamente como deseamos, los derechos de Catalu?a han de ser previamente reconocidos. Sin esto no es posible la igualdad. Pero el entendimiento basado en la dignidad, que s¨®lo la igualdad en el trato puede producir, no podr¨¢ obtenerse mientras mentes de excepci¨®n y liberales por a?adidura, nos puedan gritar desde Castilla, como hizo el gran hombre que era Ortega, en su Espa?a invertebrada, excluy¨¦ndonos de toda tarea com¨²n, que ?Espa?a es una cosa hecha por Castilla y que s¨®lo los castellanos son capaces de comprender y que nada hay m¨¢s conmovedor como reconstruir el proceso incorporativo que Castilla impone a la perifena peninsular. Desde un principio -dice Ortega- se advierte que Castilla sabe mandar. No hay m¨¢s que ver la energ¨ªa con que acierta a mandarse a s¨ª misma. Ser emperador de s¨ªmismo es la primera condici¨®n para imperar a los dem¨¢s. Castilla se afana por superar en su propio coraz¨®n la tendencia al hermetismo aldeano, a la visi¨®n angosta de los intereses inmediatos que reinan en los dem¨¢s pueblos ib¨¦ricos.? En este punto, s¨®lo quieto hacer una pregunta. Me quieren decir ustedes ?qu¨¦ misi¨®n se reserva en esa Espa?a supuestamente de todos, a esos catalanes tan aldeanos, de visi¨®n tan angosta e interesada, tan herm¨¦ticos y cerrados?Puesto constructivo
No, as¨ª no. As¨ª no vamos a ninguna parte. Si se quiere alistar nuestra colaboraci¨®n ha de ser por otras v¨ªas. Se nos debe hacer un puesto constructivo, estimulante, ilusionado, en el destino com¨²n. Y el mando y el imperio deben ser vo cablos proscritos. Esta es una de las cosas que m¨¢s nos separa. El m¨¦todo. El m¨¦todo autocr¨¢tico. El ordeno y mando. Esto en Catalu?a no es de recibo y no porque se pue da pronunciar desde fuera de Catalu?a contra nosotros, sino por que no lo aceptamos de nuestros propios dignatarios. Porque hasta Felipe V tuvimos libertades que defender. Y adem¨¢s de defenderlas para nosotros las quer¨ªamos de fender tambi¨¦n para Castilla y para Espa?a entera. Privilegios de Catalu?a es una expresi¨®n medie val que ha habido inter¨¦s en que pareciera significar privilegios frente a, y por encima de, Castilla. En realidad, se trata de privilegios, o en lenguaje actual de garant¨ªas, del pueblo catal¨¢n, lo mismo que pudieran ser del pueblo castellano, frente a sus respectivos ¨®rganos de poder y sus posibles abusos. El catal¨¢n quiere ser libre y sufre en carne propia cuando otros pierden la libertad. Nos pareci¨® siempre mal que las Cortes de Castilla dejaran de operar democr¨¢ticamente mucho antes que las nuestras. En Villalar nuestro coraz¨®n estuvo con los comuneros y en consecuencia, cada vez que defend¨ªamos nuestras libertades nos parec¨ªa, y nos sigue pareciendo, que asegur¨¢bamos las de todos los espa?oles. Catalu?a no quiere nada que no quiera para los dem¨¢s pueblos de Espa?a. Al contrario, Catalu?a quiere su libertad con libertad para todos. Pedro III se dirig¨ªa a las Cortes de Monz¨®n para decirles: ? Si repas¨¢is vuestros fueros, constituciones y privilegios, ver¨¦is que sois el pueblom¨¢s libre del mundo.? El rey ceremonioso se manifestaba as¨ª, con el leg¨ªtimo orgullo de saberse al frente de un pueblo que le respetaba y segu¨ªa voluntariamente porque a su vez se sent¨ªa respetado en sus libertades. El ser libres y tener se?or que tanto escandalizaba a Quevedo. No se olvide que en los grandes enfrentamientos con las tropas del Centro fue invariablemente el estamento popular del Parlamento Catal¨¢n, asistido desde la calle por los peque?os burgueses, los campesinos, los artesanos y en 1936 por las masas populares, el que tom¨® la delantera en defensa de la identidad catalana. Y es que todos ten¨ªan algo propio que defender y no s¨®lo unas independencias est¨¦riles por s¨ª mismas. No esgrim¨ªamos nuestros privilegios. frente a una potencia extranjera, que tampoco esto ser¨ªa il¨ªcito, sino que se defend¨ªan las libertades individuales que disfrutaban los catalanes frente a sus propios poderes, cosa que entonces como ahora, era y es un aut¨¦ntico, pero infinitamente leg¨ªtimo, privilegio. Los defensores de Catalu?a sab¨ªan que defend¨ªan un sistema pol¨ªtico m¨¢s democr¨¢tico que el que estaba al uso por otras tierras de Espa?a. Y por eso cre¨ªan que su lucha era tambi¨¦n la lucha del pueblo castellano contra unas superestructuras opresoras. S¨®lo as¨ª tienen sentido las palabras del general catal¨¢n Antonio de Villarroel, jefe de la defensa de Barcelona frente a las tropas francocastellanas del duque de Berwick, cuando dijo: ?Luchamos por nosotros y por la naci¨®n espa?ola. ? Sentencia ¨¦sta que no es una exclamaci¨®n, m¨¢s o menos afortunada, pero accidental. Manuel Ferrer, del brazo militar, se lamentaba ante el Parlamento Catal¨¢n de la ¨¦poca, de que las libertades de Castilla se hubieran visto abolidas en 1520 y se compadec¨ªa de la desgracia reca¨ªda sobre la naci¨®n castellana.
Punto decisivo
Y con esto hemos llegado al punto decisivo de mi tesis. Catalu?a est¨¢ de acuerdo con aportar sus esfuerzos a una Espa?a moderna y libre, siempre que se le permita contribuir una parte aut¨¦ntica de s¨ª misma. Para ello, Catalu?a debe poder ser libre, ya que de otra forma no puede ser creadora. Se trata de asegurar una Catalu?a individualizada, que libremente y en pie de igualdad se sume a la tarea com¨²n. Si me permiten ponerme castizo por un momento, les dir¨¦ que queremos estar juntos, pero que no podemos estar revueltos. Catalu?a quiere una Espa?a de todos que pueda ser su Espa?a. Lo que no quiere Catalu?a son unas estructuras estatales milagreras, de visi¨®n decadente y retr¨®grada, aconchaivadas con unas capas sociales opresoras y fan¨¢ticas, que son las que han privado al pueblo castellano de sus libertades, tanto o m¨¢s que a los catalanes. No fue Castilla la que oprimi¨® a Catalu?a sino la Casa de Austria, primero, y despu¨¦s un nieto del rey de Francia, y as¨ª sucesivamente.
En definitiva, Catalu?a est¨¢ con el pueblo castellano y con todos los pueblos que cobija el Estado espa?ol que aspiren a una vida democr¨¢tica y de soberan¨ªa popular. Esta es nuestra Espa?a y no otra.
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