Francia y Alemania separadas por el Mercado Com¨²n
Pese al optimismo oficial con que se suelen iniciar todas las ?cumbres? francoalemanas, no parece probable que el se?or Schmidt consiga ponerse de acuerdo con el presidente Giscard d'Estaing durante esta reuni¨®n de Par¨ªs. Aun que tanto Bonn como Par¨ªs comparten una l¨®gica expectaci¨®n -y hasta ciertas tribulaciones comunes, como la de la exportaci¨®n de tecnolog¨ªa nuclear- ante la nueva Administraci¨®n norteamericana, lo cierto es que, por lo menos en tres cap¨ªtulos fundamentales de sus respectivas pol¨ªticas exteriores, las divergencias resultan, por el momento, insuperables.Entre ellas, destaca, en primer lugar, la de la financiaci¨®n del Mercado Com¨²n. Este a?o Bonn se ver¨¢ obligado a invertir en la empresa alrededor de 3.000 millones de d¨®lares, y dentro de tres a?os cerca de 5.000 millones. Al mismo tiempo, no se sabe exactamente cu¨¢nto le cuesta a Alemania Federal la dictadura agraria que Francia ejerce en la CEE, pero algunos expertos hablan de otros 2.000 millones de d¨®lares. Ante todo eso, Par¨ªs se muestra empe?ado en aumentar en un 30% la colaboraci¨®n financiera de la CEE con el Tercer Mundo, a costa, claro est¨¢ del presupuesto alem¨¢n. El se?or Giscard d'Estaing pretende, de ese modo, salvar el llamado di¨¢logo ?Norte-Sur?, que languidece desde hace un a?o y cuya conferencia final hubo de postergarse a fines de diciembre. Schmidt y Brandt, que temen la ayuda a los pa¨ªses subdesarrollados m¨¢s que un aumento del precio del petr¨®leo, han vuelto a reiterar que la CEE debe primero sanear su propia econom¨ªa, y que en todo caso el alza de los crudo de enfrentarse con un ?frente com¨²n? -no s¨®lo econ¨®mico, sino tambi¨¦n pol¨ªtico- por parte de todo el Occidente, incluido Esta dos Unidos. La idea no entusiasma a Giscard d'Estaing, que en v¨ªsperas de las elecciones podr¨ªa ver desarbolada por esa v¨ªa su pol¨ªtica de ?independencia? en el Mediterr¨¢neo.
Simultaneamente, el deseo alem¨¢n de ampliar el ¨¢mbito de la CEE a Espa?a y Portugal -para lo que dispone al parecer de la complicidad brit¨¢nica- no cuenta en absoluto con el respaldo del El¨ªseo. Las ganancias pol¨ªticas de la operaci¨®n podr¨ªan irse a Bonn, el ¨²nico con capacidad para financiar la democracia mediterrdnea, y las consecuencias econ¨®micas ser¨ªan graves para Francia, ya que las exportaciones agr¨ªcolas de Espa?a y Portugal -sin contar las de Grecia, ya encajada en la CEE por Alemania- romper¨ªan, precisamente, su principal instrumento de presi¨®n en la Comunidad.
Tampoco cabe esperar que Schmidt y Giscard d'Estaing se entiendan en cuestiones militares. Giscard d'Estaing ha rechazado otra vez, d¨ªas atr¨¢s, la posibilidad de una participaci¨®n activa de Francia en el comit¨¦ militar de la OTAN, y adem¨¢s, en los ¨²ltimos diez meses ha retirado de Alemania a 50.000 soldados franceses, por razones exclusivamente econ¨®micas; lo que obligar¨¢ a la RFA a gastar mil millones m¨¢s en la defensa de su propio territorio. A la vez, Bonn no puede ver con muy buenos ojos el proyecto giscardiano sobre una eventual reestructuraci¨®n de la OTAN -con el fin de hacerla m¨¢s europea-, pues to que un alejamiento pol¨ªtico de Estados Unidos supondr¨ªa, -en forma inmediata, el desguarnecimiento de sus fronteras con el Este.
Las nuevas tensiones internacionales, y la proximidad del segundo Helsinki en Belgrado, inducir¨¢n seguramente a Giscard d'Estaing y a Schmildt a disimular estas discrepancias. Es de esperar, pues, una declaraci¨®n final prometedora al cabo de sus charlas de Par¨ªs. Pero a¨²n falta mucho para una verdadera entente entre ambos por m¨¢s socialdemocracia que haya por medio.
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