Ausencia de arquitectura
El trayecto de la exposici¨®n y la n¨®mina de los expositores dejan al descubierto, y con esc¨¢ndalo, una ausencia notoria: la de la arquitectura. ?C¨®mo es posible - se pregunta cualquiera - que el testimonio gr¨¢fico e historiogr¨¢fico de lo ocurrido a lo largo de los 37 ¨²ltimos a?os en el campo de escenograf¨ªa, tan conforme a sus oficios, no arroje el nombre de un solo arquitecto? ?A qu¨¦ o a qui¨¦n achacar que lo que por otros pagos ha sido feudo de la arquitectura contempor¨¢nea haya constituido entre nosotros, por tiempo tan largo, una tan ostensible laguna?Queden fuera de culpa los mentores y organizadores de la exposici¨®n, que con ella han acertado a reanudar felizmente y tras un par de sonoros resbalones, la l¨ªnea de recuperaci¨®n hist¨®rica a que, desde los comienzos, se avinieron sus prop¨®sitos. V¨¦anse igualmente exculpados los 38 escen¨®grafos que la integran, fieles cumplidores, cada cual a su modo, de la empresa que les fue confiada, y mucho m¨¢s su presentador (y expositor), Francisco Nieva, cuya vinculaci¨®n al mundo del teatro coincide casi con el c¨®mputo de su propia vida.
Escenografia teatral espa?ola 1940-1977
Galer¨ªa Multilud.Claudio Coello, 17.
Los cargos, a quienes corresponden. A las entidades culturales, estatales y paraestatales. promotoras, durante casi cuarenta a?os, de unos perpetuos Festivales de Espa?a, grandilocuentes, fatuos, intempestivos, que no pod¨ªan sino acomodarse a una escenograf¨ªa te?ida igualmente de grandilocuente vanidad y anacronismo. Y con ellas a las empresas privadas impenitentemente refractarias a la renovaci¨®n teatral y consiguientes promotoras de una escenograf¨ªa anclada en el tel¨®n de fondo del pasado m¨¢s o menos glorioso.
Y, por ¨²ltimo, a los arquitectos. Invitado o no por promotores p¨²blicos o privados a la pr¨¢ctica escenogr¨¢fica tan adecuada, seg¨²n dice a algo muy genuino de su oficio (nada menos que la creaci¨®n de un espacio dentro de otro espacio), es lo cierto que nuestros arquitectos salvo contad¨ªsima excepci¨®n (no reflejada en la muestra que comentamos) no tuvieron a bien siquiera asumir una labor investigadora de laboratorio, en el apartado escenogr¨¢fico que tantos cuidados procuro a muchos de los protagonistas del movimiento moderno.
Silencio nada elocuente
Desde el constructivisino eslavo, el neoplasticismo holand¨¦s, hasta la s¨ªntesis que de ambos acertaron a trazar las gentes del Bauhaus, desde el expresionisnio alem¨¢n al futurismo italiano, pasando por los francotiradores (los Perret, Le Corbusier, Wrioht. Neutra... ). la relaci¨®n entre arquitectura.y escenograf¨ªa ha sido tan estrecha que a veces (valga el ejemplo de Theo van Doesburg) dificulta la fijaci¨®n de sus l¨ªmites respectivos.La labor de nuestros arquitectos se ha limitado por lo que se ve a construir teatros, edificios como otros cualesquiera, con l¨ªnea m¨¢s o menos moderna y disposici¨®n de mayor o menor congruencia con el correr de los tiempos y las exigencias de los gustos sin intervertir para nada en la creaci¨®n y en la modificaci¨®n cambiante del espacio propiamente teatral. Si en otros apartados de la arquitectura supieron dar particular respuesta a los postulados generales del movimiento moderno, en ¨¦ste de la escenograf¨ªa tan acorde con ¨¦l pararon en silencio nada elocuente.
Aludiendo al tema escenogr¨¢fico-arquitect¨®nico, Le Corbusier ha dejado escrito: ?No ser¨ªa yo capaz de construir la fachada de un teatro, pero s¨ª un poema electr¨®nico ,susceptible de verse contenido en el interior de una botella.? No cumple, en efecto, a la funci¨®n de la escenograf¨ªa arquitect¨®nica el alzado de la fachada, o de las cuatro fachadas, del teatro, sino la creaci¨®n ¨ªntima (como el tradicional bajel en el interior de la botella) en que tengan acomodo la expresi¨®n y expansi¨®n de un poema interpretado con toda la fuerza renovadora de un concierto electr¨®nico.
Se me dir¨¢ que estoy ci?endo mi cr¨ªtica m¨¢s a lo que falta que a lo que consta en la reci¨¦n inaugurada exposici¨®n. No de otra suerte puede ser cuando, le¨ªda y rele¨ªda la relaci¨®n de los 38 expositores y contemplada, estampa por estampa, la totalidad de lo expuesto, salta tan a la vista la ausencia absoluta de los arquitectos en un menester tan conforme a sus oficios. ?Ejemplares cumplidores (a la inversa) del consejo de Le Corbusier!
De lo agudamente dicho por el gran Corbu, se desprende a las claras que cuatro son los ingredientes del tan cacareado espect¨¢culo integral que el teatro constituye y debe reflejar como genuino veh¨ªculo manifestativo el aparato escenogr¨¢fico: la m¨²sica, la poes¨ªa, la pintura y la arquitectura. Y es curioso observar c¨®mo los que, a caballo del pasado siglo y el nuestro,juzga Jacques Polieri verdaderos promotores de la moderna escenograf¨ªa representan, respectivamente, a cada una de las artes antedichas: Richard Wagner, St¨¦phane Mallarm¨¦, Gordon Craig y Adolphe Appia.
Los pioneros
Fue Wagner, en efecto, quien premoniz¨® y llev¨® a comprobable efectividad ese car¨¢cter integrador del arte esc¨¦nico, capaz de conferirle primac¨ªa sobre las otras manifestaciones est¨¦ticas. En el volumen III de sus Obras en prosa (1849) nos es dado leer: ?La obra de arte com¨²n, suprema, es el drama; de haber logrado su perfecci¨®n posible, no puede existir, si todas las otras artes no han sido englobadas en ¨¦l con su m¨¢s grande posible perfecci¨®n.?Dos obras de Mallarm¨¦ (La tirada de dados no abolir¨¢ el azar y aquel su feliz invento que ¨¦l titul¨® El libro) nos dan cuenta de su previsi¨®n y de su influjo en la renovaci¨®n del espacio esc¨¦nico, basado en la movilidad, en la visi¨®n simult¨¢nea, y en la creaci¨®n de un espacio singularmente arquitect¨®nico, cuyo fundamento radique en la peculiar disposici¨®n de un rect¨¢ngulo y dos cuadrados, susceptibles de generar en movimiento otros rect¨¢ngulos y otros cuadrados distintos de los concebidos en un espacio inerte.
Tras ellos, Gordon Craig en la primera d¨¦cada de nuestro siglo, Adolphe Appla, en la segunda, verificar¨¢n las posibilidades de ese nuevo espacio esc¨¦nico y abrir¨¢n el camino a los Prampolini, Meyerhold, Kiesler, Schlemmner, Syrkus. Autant-Lara. Norman Bel Geddes... y Antonin Artaud, cuyas meditaciones abocan a la creaci¨®n de un ¨¢mbito en que la escena y la sala habr¨¢n de desaparecer para verse reemplazadas por un lugar ¨²nico, sin paredes ni barreras. exclusivamente destinado al teatro de acci¨®n.
"Integraci¨®n" y un poco de historia
Se me dir¨¢ que entre nosotros no se dieron estos precedentes, ni hubo constancla ahuna de rnagisteriostales. ?Es que, vistas desde hoy, las obras de Wagner o Mallarm¨¦ constituyeron acaso un suceso local? ?Acaso destinaron los otros sus profundas meditaciones y sus pr¨¢cticas eficientes a montar teatrillos en sus pueblos de origen? ?No conforma el conjunto de todos ellos un testimonio, sin fronteras, de la cultura universal?Digo repito que la revoluci¨®n del espacio esc¨¦nico ha hallado en la arquitectura un fundamento l¨®gico, corriendo de cuenta de los arquitectos buena parte de la configuraci¨®n escenogr¨¢fica, y haci¨¦ndose patente la relaci¨®n entre los modernos inmuebles y los elementos cambiantes del arte teatral. (?Hasta qu¨¦ punto las escenograf¨ªas de Van Doesburg, dada su simplificaci¨®n Figurativa, no son casas, y sus casas, de atender a sus despliegues axionom¨¦tricos, no son verdaderas escenograf¨ªas?).
El car¨¢cter integrador que hoy viene configur¨¢ndose al espect¨¢culo teatral y la preeminencia que asignaba Wagner al drama, son justamente los mismos que en todo tiempo hicieron se considerase la arquitectura como la m¨¢s plena, complexiva y prioritaria de las artes, los mismos, sin duda, que indujeron a Marco Vitrubio Poli¨®n, en tiempos de Julio C¨¦sar, a definir la escenograf¨ªa como parte esencial del modo de componer perspectivas el arquitecto.
Arquitect¨®nica fue la escenograf¨ªa medieval, basada en la pluralidad de espacios esc¨¦nicos, de condici¨®n est¨¢tica (como las capillas del templo y las posteriores estampas de los pol¨ªpticos, destinados a cada una de ellas); hallazgo de la perspectiva renacentista influy¨® del mismo modo en el tejido arquitec¨®nico y en el tinglado teatral, y la innovaci¨®n de la libre perspectiva de Serlio influy¨® por igual en uno y en otro, en la edad barroca, facilitando, en el XVIII, los avances t¨¦cnicos el progreso de ambos, y correspondiendo al XIX el empleo teatral de la c¨²pula, cuya raigambre arquitect¨®nica disipa dudas.
?Es posible una escenograf¨ªa sin arquitectura? La exposici¨®n de nuestro caso, negando el curso mismo de la historia, parece afirmarlo sin titubeos; que de entre 38 escen¨®grafos, ninguno sea arquitecto, no deja de entra?ar milagro o simple paradoja. De la exposicion, en cuanto que tal, s¨®lo dir¨¦ que tanto los escen¨®grafos de profesi¨®n como los otros artistas pl¨¢sticos, dados eventualmente a la decoraci¨®n teatral, dan prueba de buen hacer. anclado, eso s¨ª, en la perspectiva renacentista. Agregar¨¦, por ¨²ltimo, que el conjunto de lo expuesto se presta a todo un an¨¢lisis sociol¨®gico de lo acaecido. trasunto del acaecer general, en el arte esc¨¦nico (?37 a?os de Festivales (le Espa?a!), desde el fin de la guerra civil a nuestros d¨ªas.
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