Violencia antidemocr¨¢tica
Atentados y secuestros s¨®lo permiten dos hip¨®tesis. O hay dos grupos terroristas, uno de extrema izquierda y otro de extrema derecha, o hay uno solo.La primera hip¨®tesis tiene en su contra el parecido de todos los asesinatos. No obstante, de verifi carse, demostrar¨ªa de modo pal mario c¨®mo ideolog¨ªas opuestas, llevadas a un grado de fanatismo extremo, conducen a procedi mientos id¨¦nticos e igualmente criminales. El parecido, sin em bargo, es tan grande que cuesta trabajo achacarlo a la simple ca sualidad. ?No tendr¨¢ la polic¨ªa informaci¨®n obtenida de la sim ple investigaci¨®n de los hechos para saber si hay o no coinciden cia en los atentados? De tenerla, ?no podr¨ªa hacerla p¨²blica?
La segunda hip¨®tesis de un solo grupo, o al menos de una sola direcci¨®n de todo el terrorismo obliga a preguntarse sobre su filiaci¨®n pol¨ªtica. ?Es demasiado partidismo afirmar que, de existir, esa direcci¨®n tiene que estar por fuerza en la derecha?
?A qui¨¦n puede interesar que no se llegue a la democracia? No a la izquierda, ciertamente, que despu¨¦s de tantos a?os puede Conseguir voz y voto en el cap¨ªtulo. ?A. la extrema izquierda quiz¨¢? (Me refiero, claro es, a la reconocida como tal por todos, y que tiene nombres y apellidos). -Hay algunos grupos que piensan, es cierto, que la democratizaci¨®n ser¨¢ un enga?o y s¨®lo acarrear¨¢ un revoco de fachada. Son partidarios as¨ª de cambios m¨¢s profundos pero -y eso es lo funda-mental- quieren conseguirlos con la movilizaci¨®n popular y la presi¨®n de la clase trabajadora.
Lo que.ninguno de esos grupos ha creido jam¨¢s, me parece a m¨ª, como no lo puede creer nadie con dos dedos de frente, es que de una situaci¨®n de caos y de violencia pueda beneficiarse el pueblo. Caos y violencia s¨®lo llevar¨ªa.n obviamente a la ?argentinizaci¨®n? o a la vuelta a la dictadura. Cualquiera de las dos cosas frenar¨ªa toda posibilidad de cambio, grande o pequeno.
S¨ª, ya s¨¦ -para responder a una, posible y l¨®gica objeci¨®n- que ETA y el FRAP.son o han sido bien reales. Pero aparte de lo que se dice, no s¨¦ si con fundament¨®, de que la primera est¨¢ muy dividida y el segundo pr¨¢cticamente desaparecido, la prensa ha publicad¨® declaraciones de ambos grupos afirmando no haber - participado para nada en la ¨²ltima oleada terrorista y nadie hasta ahora, que yo sepa, ha dicho lo contrario.
La violencia, tambi¨¦n es verdad, no es exclusiva de este pa¨ªs. Pe,ro lo que nos dintingue de otros es que salimos de casi cuarenta a?os en que para el R¨¦gimen s¨®lo hab¨ªa un enemigo: la izquierda y la democracia.
No ha de sorprender por ello que Cueste tanto a quienes participaron de esas ideas -y que siguen en el Poder por mucho que afortunadamente hayan cambiado- formular hip¨®tesis tan contrar¨ªas a lo que pensaron toda su vida. Desde conocidos matutinos madrile?os de derechas hasta los modestos polic¨ªas que estos d¨ªas han estad - o protegiendo locales y personas de izquierda, son muchos los que no acaban de cre¨¦rselo. Y lo que es mas grave, tampoco parece cre¨¦rselo el Ministerio de la Gobernaci¨®n, que anuncia una persecucion implacable de terroristas, para acto seguido detener a mansalva a los de sierilpre, es decir, a la izquierda, por lo menos a la m¨¢s radical.
?Qui¨¦n con sentido com¨²n y un m¨ªnimo de informaci¨®n puede pensar un solo segundo que grupos como MC, ORT, PT, CNT y otros -para no hablar de los archipac¨ªficos republicanos de ARDE- tienen algo que ver ni de lejos con el terrorismo?
Lo que ocurre, en realidad, es que estamos saliendo de la dictadura con grandes dificultades, derivadas del hecho, a mi juicio desgraciado, de que el R¨¦gimen autocr¨¢tico no desapareciera con rapidez.
Pero las cosas son como son y con tanto inconveniente algunos pens¨¢bamos que la ventaja del cambio al ralent¨ª estribaba en su car¨¢cter pac¨ªfico.
Ahora, en cambio, tenemos casi ¨²nicamente los inconvenientes de la lentitud, la confusi¨®n y la violencia. Ventajas s¨®lo queda una: la esperanza mitigada de que, pese a todo, se llegue al buen puerto de unas.eleccionesverdaderas y unas Cortes constituyentes de la democracia.
S¨ª antes nos cab¨ªa la sospecha de que el Gobierno no sabe (-) parip¨¦ o echaba balones fuera en las famosas conversaciones con la Oposici¨®n -de las que hay que esperar que empiecen a dejar de dar mucho ruido y pocas nuecesahora tenemos casi la convicci¨®n de qu e el Gobierno no sabe o no quiere o no puede atajar el mal de la vi olencia en su ra¨ªz. Ojal¨¢ me equivoque en esto como tambi¨¦n deseo equivocarme al abrigar el temor de que el presidente esgrimir¨¢ el terrorismo para ir todav¨ªa m¨¢s despacio, si cabe, en el cam mo hacia la libertad.
En cualquier caso, dentro de cuatro meses -si antes no nos va m , os todos al cuerno- saldremos de dudas. No es mucho, se dir¨¢, conceder ese ¨²ltimo' margen de confianza. Tal vez, pero tampoco seria excesivo pedir al Gobierno un m¨ªnimo de coherencia. Si de verdad quiere que venga la de mocracla, su obligaci¨®n - y quiz¨¢ sus posibilidades mismas de so brevivir hasta las elecciones- es triba en acabar con la v¨ªolenc i a de los antidern¨®cratas. Y. por mu cho que cueste aceptarlo a algu nos, los antidem¨®cratas est¨¢n, no s¨¦ si exclusivamente, pero desde luego fundamentalmente. en la derecha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.