Lo que Lenin hered¨®

Es bastante comprensible, y sin embargo profundamente lamentable, el desconocimiento que existe en Espa?a de la historiograf¨ªa anglosajona sobre la Revoluci¨®n rusa. La excepci¨®n m¨¢s notable es la obra de Carr, y aun as¨ª se trata de una excepci¨®n tard¨ªa. Las razones para este desconocimiento residen probablemente en el peso que entre nosotros tiene el marxismo franc¨¦s, m¨¢s dado al reexamen ideol¨®gico de la historia que a la historiograf¨ªa propiamente dicha. Un buen ejemplo de lo que quiero decir ser¨ªa comparar las historias del partido bolchevique de Brou¨¦ y Schapiro.Pero hay otra raz¨®n: los autores anglosajones, en general, no son marxistas; es m¨¢s, en sus textos se revela con frecuencia un temperamento francamente conservador (referencias a la ?obsesi¨®n? de Marx por la revoluci¨®n violenta o especulaciones sobre la forma en que Rusia podr¨ªa haber ?evitado? la revoluci¨®n). Entonces no puede sorprender que sus obras se hayan visto relegadas en el momento de improvisar una bibliograf¨ªa marxista elemental en nuestro idioma.

Sin embargo, es imposible sustituir la historiograf¨ªa por la ideolog¨ªa, y la pobreza de muchas relecturas de la historia de la URSS lo demuestra claramente. Pienso que para salvar esta brecha entre ideolog¨ªa e-informaci¨®n hist¨®rica ha sido pensada la.colecci¨®n de estudios biogr¨¢ficos e hist¨®ricos que ha lanzado Siglo XXI bajo el nombre de Biblioteca del Pensamiento Socialista, y de la que forma parte esta biograf¨ªa de Plej¨¢nov.

Desde el sonado renacimiento experimentado por el pensamiento marxista en los a?os sesenta, el economicismo se ha convertido en la bestia negra de los marxistas. Pocas personalidades como la de Georgi Valent¨ªnovich Plej¨¢nov encarnan tan concretamente las limitaciones (y la inevitabilidad) de una primera fase de lectura economicista y lineal de la teor¨ªa materialista de la historia. Lo inevitable (en primera instancia) y lo limitado de una lectura semejante explican perfectamente el car¨¢cter tr¨¢gico de la figura de Plej¨¢nov, cuya b¨²squeda de la ortodoxia marxista le convirti¨® en un hombre atrapado entre el romanticismo populista de su patria, el revisionismo del movimiento obrero europeo y la heterodoxia, tan flagrante como triunfal, del que con toda justicia debe considerarse heredero de Plej¨¢nov: Viad¨ªmir Illich Lenin.

Este car¨¢cter tr¨¢gico se plasma en la Revoluci¨®n de octubre, cuando el padre del marxismo ruso, incapaz de comprender un proceso que desaf¨ªa abiertamente sus concepciones hist¨®ricas, se enfrenta abiertamente a los bolcheviques y a su pol¨ªtica, hasta-el punto de que Korn¨ªlov piensa en ¨¦l como miembro del Gobierno que trata de imponer con su intentona. El ciudadano Plej¨¢nov muere en 1918, con vertido en una personalidad tan digna de respeto como aislada del proceso revolucionario que se ha desencadenado en contra de sus previsiones y de sus deseos. y renegando de su paternidad ideol¨®gica sobre Lenin, al que considera, a lo mas, hijo ileg¨ªtimo.

La obra de Baron comparte las mejores virtudes de la historiograf¨ªa anglosajona en lo que se refiere a documentaci¨®n y b¨²squeda de la mayor precisi¨®n posible, con una curiosa capacidad para evocar la personalidad de Piej¨¢nov. su trayectoria desde el joven estudiante fogoso y elocuente hasta el te¨®rico solitario, alejado de su patria y luchando tenazmente para conseguir La difusi¨®n en ella de las ideas marxistas. La fundaci¨®n del grupo. Emancipaci¨®n del Trabajo, habitualmente objeto de escasas l¨ªneas en cualquier (pre)historia de la Revoluci¨®n rusa, adquiere aqu¨ª una realidad tan concreta como pat¨¦tica: la del aislamiento y los mil conflictos perso na.les en que se mueven los revolucionarios exiliados.

El an¨¢lisis del marxismo ?ortodoxo? de Plej¨¢nov y la reconstrucci¨®n de su dram¨¢tico destino (su total derrota personal en el momento en que triunfa la causa a la que hab¨ªa dedicado su vida) nos ofrecen una perspectiva desde la que es posible apreciar la terrible iron¨ªa de una historia que es doble: la del pensamiento marxista y la de la revoluci¨®n.