El Ministerio de la Vivienda reconoce y acepta la ocupaci¨®n de vivienda en La Ventilla
En la tarde del s¨¢bado d¨ªa 11 de diciembre, dos grupos de vecinos, cuyo n¨²mero era superior a las trescientas personas, protagonizaron una serie de hechos de indudable importancia para su barrio, La Ventilla-Almenara, pero que, dada la situaci¨®n actual de Madrid en cuanto a viviendas deshabitadas, puede rebasar el marco meramente de barriada.Estos vecinos recorrieron las calles del barrio, abrieron las puertas de una serie de casas desocupadas propiedad del Ministerio de la Vivienda y del Ministerio de Gobernaci¨®n, y, posteriormente, abrieron la puerta de un antiguo dispensario que se encontraba en estado de abandono completo desde hac¨ªa m¨¢s de ocho a?os. La noticia no trascendi¨® suficientemente por ser aquellas fechas de intensa actividad de cara al refer¨¦ndum que se produjo cuatro d¨ªas despu¨¦s.
-?C¨®mo se plantea el problema de vivienda en La Ventilla?
-El problema de la vivienda en Madrid es general y de una enorme importancia. Uno de los aspectos que suele quedar oculto en este tema de la vivienda es el de las casas desocupadas pertenecientes a los Ministerios de Gobernaci¨®n y Vivienda. Aunque este tipo de pisos es cuantitativamente peque?o unos cientos en todo Madrid, refleja claramente la desatenci¨®n de la Administraci¨®n al hecho real de carencia de viviendas dignas y econ¨®micamente accesibles en todo el Estado. El problema de vivienda en La Ventilla es de una importancia crucial. Sin ser nuestra principal preocupaci¨®n el chabolismo, como err¨®neamente se ha dicho, s¨ª lo es el hecho de que 25.000 vecinos habiten casas construidas por ellos mismos y tienen sus papeles en regla como propietarios del suelo que ocupan desde antes de 1936. Gran parte de las casas del barrio pertenecen a lo Ministerios de Vivienda y Gobernaci¨®n.
Ocupaci¨®n de las viviendas
-?Cu¨¢l ha sido la postura de la asociaci¨®n con respecto a las casas deshabitadas?-Desde que se cre¨® la asociaci¨®n se han realizado diversas gestiones encaminadas a conocer la situaci¨®n de los planes urban¨ªsticos sobre la zona. La cuesti¨®n de las casas desocupadas llam¨® pronto la atenci¨®n a todos. Sab¨ªan que llegar a ocupar el medio centenar de viviendas no iba a resolver el problema, pero, al menos, mitigar¨ªa los casos m¨¢s urgentes y abrir¨ªa la posibilidad de soluciones definitivas. Al investigar sobre estos temas se descubri¨® que la ley de Arrendamientos Urbanos sobre vivienda diferida obliga a los Ministerios a desahuciar las viviendas de su propiedad cuyos inquilinos lleven m¨¢s de tres meses sin habitarlas. Es cierto que en algunos casos existen razones justificables para que una familia no habite la vivienda y no tenga por ello que perder sus derechos sobre la misma, pero ning¨²n derecho respalda el que, existiendo necesidad de viviendas, permanezcan las casas vac¨ªas durante a?os, sin que los responsables de los Ministerios tomen cartas en el asunto.
-?Los pasos dados entonces tuvieron un pleno apoyo popular?
-La Comisi¨®n de Urbanismo de la asociaci¨®n de vecinos, con la participaci¨®n de las familias afectadas, ha protagonizado todas las gestiones y resolvi¨® dar a conocer p¨²blicamente el tema para recibir el apoyo del resto de los ciudadanos. Se mont¨® en plena calle una exposici¨®n de fotograf¨ªas sobre el problema y se edit¨® un bolet¨ªn explicativo que se difundi¨® p¨²blicamente. De esta forma se cre¨® un ambiente que cristaliz¨® en la convocatoria de una asamblea en la que la comisi¨®n y todas las familias afectadas expuso abiertamente el problema y la decisi¨®n que se hab¨ªa adoptado para abrir las casas desocupadas.
Un rito popular
La operaci¨®n de abrir las casas vac¨ªas se convirti¨®, de alguna manera, en un rito popular. Un incidente, sin embargo, se produjo cuando un antiguo inquilino, que tiene piso en otro lugar, con tel¨¦fono a su nombre, y que seg¨²n los vecinos quer¨ªa utilizar la vivienda vac¨ªa para ejercer como practicante, denunci¨® el hecho ante la polic¨ªa. El cabeza de familia al que los vecinos hab¨ªan entregado la casa, junto con algunos miembros de la asociaci¨®n, hubo de prestar declaraci¨®n en la comisar¨ªa y posteriormente en el juzgado de guardia.-?C¨®mo se resolvieron los problemas planteados por esta denuncia?
-Despu¨¦s de esta denuncia vino otra, formulada por un funcionario de Sanidad que intent¨® entrar en el antiguo dispensario sin conseguirlo, porque se hab¨ªa cambiado el candado. Tuvimos que explicar ante el juez de guardia que el dispensario llevaba ocho a?os abandonado, convertido en un nido de ratas, y que lo que los vecinos quer¨ªan era que, o bien se abriera el dispensario, en condiciones, o que el local se habilitase como sede social de la asociaci¨®n. Ante la inhibici¨®n del juez se propuso que el tema deber¨ªa tratarse entre Sanidad y los vecinos y se exigi¨® que en el plazo de tres horas se entregase la llave del nuevo candado. Se celebr¨® una asamblea y se decidi¨®, con la unanimidad del voto de m¨¢s de cien vecinos, que no se entregar¨ªa la llave al candado hasta que Sanidad no diese garant¨ªas y atendiese las reivindicaciones de los vecinos que, como forma de presi¨®n, decidieron encerrarse dentro del dispensario. Varios d¨ªas m¨¢s tarde se lleg¨® a un acuerdo seg¨²n el cual la asociaci¨®n entregar¨ªa la llave, pero los vecinos dispondr¨ªan del local hasta el comienzo de las obras de acondicionamiento para una pr¨®xima apertura. Jos¨¦ Carlos Al¨ªa expone que todo el problema suscitado es indicativo de la falta de verdaderos locales sociales en los barrios.
?No basta con amenazas o planteamiento autoriatarios para terminar con los asuntos -expone Jos¨¦ Carlos Al¨ªa-; el Ministerio no se puede escapar a su responsabilidad amenazando a unos vecinos que han actuado despu¨¦s de comprobar la desatenci¨®n de Vivienda ?
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