Los riesgos de la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola
??Corre riesgos la tentativa de democratizaci¨®n en curso en Espa?a por razones econ¨®micas? El marasmo de los negocios no facilita la tarea a aquellos que, dentro del Gobierno Su¨¢rez, son favorables a una aceleraci¨®n de la reforma pol¨ªtica. Nadie niega en Madrid la gravedad de la situaci¨®n: la inflaci¨®n es una de las m¨¢s elevadas de Europa, el paro alcanza una cifra r¨¦cord, las inversiones descienden, aumenta el d¨¦ficit exterior.Se reconoce tambi¨¦n, que, despu¨¦s de la muerte de Franco, el. Gobierno no ha hecho mucho para modificarla situaci¨®n: Espa?a vive la hora electoral y el examen serio de los problemas econ¨®micos ha sido remitido a un estudio posterior. Algunas de las medidas de estabilizaci¨®n que han sido tomadas por Su¨¢rez son t¨ªmidas y orienta das en un sentido resueltamente propatronal. Est¨¢ claro que su efecto ser¨¢ insignificante.
El Gobierno duda en ir adelante porque considera que el mal es profundo y exige- remedios estructurales que puede dif¨ªcilmente prescribir un equipo de transici¨®n. Por otra parte, la Oposici¨®n, si no rechaza a priori la idea favorita de los tecn¨®cratas del poder de un pacto econ¨®mico social, prefiere tener la certidumbre, antes de lanzarse a la aventura, de que las reformas pol¨ªticas prometidas no terminar¨¢n en una democracia trucada. Es decir, que salvo sorpresas, nada muy importante ser¨¢ emprendido en el plano econ¨®mico antes de las elecciones legislativas.
( ... ), De hecho, las medidas adoptadas, que se resumen en el plan de reactivaci¨®n adoptado el 8 de octubre, parecen modestas. S¨®lo los intereses de los trabajadores son afectados por las disposiciones entonces adoptadas en nombre de la lucha contra la inflaci¨®n. La pr¨®gresi¨®ri de los salarios que, hasta ahora, resultaba, en teor¨ªa al menos, de la negociaci¨®n de los convenios colectivos, es de ahora en adelante limitada, seg¨²n la idea que no debe,en ning¨²n caso, exceder del ¨ªndice del coste de la vida.
Por otra parte, el Gobierno ha accedido a una reivindicaci¨®n importante de los patronos suavizando las, condiciones del despido: las disposiciones de la legislaci¨®n del trabajo que impon¨ªan a los patronos la reintegraci¨®n de los obreros cuyo despido era juzgado abusivo por un tribunal, han sido suspendidas.
( ... ) Nadie piensa que estas medidas puedan hacer posible una seria mejora de la situaci¨®n. La mayor¨ªa de los observadores, por el contrario, hacen un diagn¨®stico pesimista. Ellos prev¨¦n la continuidad de una fuerte inflaci¨®n alimentada por el d¨¦ficit de las finanzas p¨²blicas de las dificultades crecientes sobre el mercado del empleo en ausencias de una pol¨ªtica activa de inversiones (a la que los industriales se niegan) o bien una reactivaci¨®n por el consumo (que el Gobierno aparta como demasiado inflacionista), y tal vez sobre todo la agravaci¨®n del d¨¦ficit del comercio exterior.
( ... ) No hay pacto social posible si la opini¨®n no siente que el peso de los sacrificios exigidos es m¨¢s o menos equitativamente respetado. ?La clase social dominante debe hacer consideraciones?, afirma unj¨®ven economista pr¨®ximo del Partido Comunista, agregando enseguida que ?el programa de la Oposici¨®n no tiene nada de maximalista?. Pedir¨¢ una revalorizaci¨®n del salario m¨ªnimo y una mejor indemnizaci¨®n de los parados.
( ... ) Las verdaderas hipotecas a levantar para que se lleve a cabo el pacto social son, sin duda, de orden pol¨ªtico ?la democracia no es negociable?, tal es uno de los slogans de la Oposici¨®n.
Su aplicaci¨®n supone el reconocimiento del Partido Comunista, pero tambi¨¦n la clarificaci¨®n de la situaci¨®n de los sindicatos. No se puede imaginar un pacto social sin su cooperaci¨®n activa. Hoy, fuera de la organizaci¨®n oficial, poco representativa, los sindicatos, formalmente al menos, son ?legales. ? ?
15febrero
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