Los socialistas ante las elecciones
Vuelvo a las p¨¢ginas de este diario para tratar un tema central de la pol¨ªtica espa?ola, de cuya acertada soluci¨®n depende, en buena medida, la propia estabilidad del sistema pol¨ªtico que va a configurarse en los pr¨®ximos meses. De cumplirse en un m¨ªnimo las condiciones democr¨¢ticas para participar en el proceso electoral, el resultado ser¨¢ la formaci¨®n de unas Cortes Constituyentes que dicten una Constituci¨®n suficiente y equilibrada respecto de los elementos econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos de la naci¨®n, para un plazo relativamente largo, o que fracasen, retrocediendo a una situaci¨®n primero ca¨®tica y despu¨¦s autoritaria. En estas Cortes las distintas fuerzas pol¨ªticas deber¨ªan partir de un consenso respecto de la Constituci¨®n que habr¨ªa de irse trazando desde ahora, para evitar el desorden, el exceso de dogmatismo de cualquier tendencia o signo, y reducir cuanto se pueda la amenaza de que sea incapaz el ¨®rgano legislativo de aprobar un proyecto sencillo, flexible y adecuado a la realidad. Es este un peligro que toda persona que act¨²e hoy en la vida pol¨ªtica debe prever, para evitarlo.Pues, bien, si se quiere que las Cortes sean eficaces y lleguen a la altura que la ocasi¨®n requiere, es necesario que est¨¦n representadas en ellas todas las familias pol¨ªticas sin fraccionamientos excesivos. Hasta cierto punto esa condici¨®n es un requisito para que el consenso a queme he referido antes sea hacedero. Se trata de un equilibrio entre la representaci¨®n de las tendencias y la concentraci¨®n de posiciones de partido, dif¨ªcil de conseguir, pero a todas luces necesario. Pensemos, desde este punto de vista, en la relaci¨®n de fuerzas: un socialismo fraccionado y minoritario para aludir a la cuesti¨®n que m¨¢s me interesa, con un resultado electoral desalentador, abrir¨ªa el paso a un proceso al modo italiano en el que el Partido Comunista, a pesar suyo y con una cuota inicial probablemente peque?a, tendr¨ªa que iniciar el camino de, un r¨¢pido engrandecimiento cuantitativo y cualitativo, con el riesgo de no tener un Partido Socialista fuerte con quien equilibrarse. Para entenderlo bien hay que a?adir que el eje principal de la vida social espa?ola lo constituye la clase compuesta por trabajadores intelectuales y obreros cualificados que acceden cada vez m¨¢s a una cultura que estaba reservada a las clases privilegiadas. La nueva clase, en la que tienen un papel de importancia las mujeres, posee en general una formaci¨®n y cultura progresistas. De perder el socialismo la influencia mayor entre quienes componen este estrato, la vida social y pol¨ªtica podr¨ªa polarizarse entre una derecha cuyo sentido y tendencia no queremos hoy aventurar, y una izquierda que no podr¨ªa durante bastante tiempo ofrecer una alternativa de poder satisfactoria en la pr¨¢ctica. El modelo ser¨ªa parecido al italiano, con distintas condiciones objetivas de las que imperan en Italia. Conviene, pues, para bien del general y necesario equilibrio, que aparezca un socialismo lo bastante fuerte y con imagen y programa modernos, para que las nuevas clases y tendencias se agrupen en deredor de ¨¦l. Sobre este supuesto la alternativa de la izquierda podr¨ªa ser real a un plazo no demasiado largo, de modo que antes de que estuviese en disposici¨®n de gobernar su propia existencia servir¨ªa para lograr que el marco institucional no resultase partidista en demas¨ªa, o en demas¨ªa discriminatorio, evitando as¨ª que se le hostilizase o no admitiese.
ENRIQUE TIERNO GALVAN
Argumento y gui¨®n de Franco Solinas. Int¨¦rpretes Alain -Del¨®n, Jeanne Moreau, Francine Berge, Suzanne Flon, Michel Londvale. Producida por A lain Del¨®n. Direccion, Joseph Losey. Dram¨¢lica. Color. Francia. 1976. Local de estreno: Cine Azul
Desde esta perspectiva nacional abordaremos el tema de la unidad socialista. Los compa?eros del PSOE han aprobado, en la reuni¨®n de su comit¨¦ federal, el pasado domingo, d¨ªa 13, una resoluci¨®n que merece nuestra atenci¨®n. Merece tambi¨¦n, como todo lo que viene de un partido hermano, que expongamos con claridad el juicio que nos merece, sin omitir la expresi¨®n de concordancias, donde las haya, y tambi¨¦n de cr¨ªticas, cuando sean fundadas.
El comit¨¦ federal del PSOE ha ratificado los acuerdos de su congreso sobre la unidad, a?adiendo que no desea pactos electorales de coyuntura que puedan ser a la larga perjudiciales para la unidad del socialismo. Se muestra, sin embargo, propicio a candidaturas comunes, siempre que ¨¦stas se produzcan dentro de un proceso que desemboque en la unidad, y propone que estas candidaturas comunes se presenten al pa¨ªs bajo el nombre que hist¨®ricamente tuvo el socialismo en Espa?a, es decir, las del PSOE. Tras las elecciones, los socialistas se reunir¨ªan en una convenci¨®n com¨²n para estudiar la estrategia parlamentaria en cuanto parte del proceso hacia la unidad.
Nuestra posici¨®n respecto de los compa?eros del PSOE es de di¨¢logo y b¨²squeda de soluciones, no para nosotros o para ellos, sino para el socialismo espa?ol. Prueba es que, pese a las graves reservas que la mencionada de claraci¨®n ha provocado en los miembros del PSP, concretamente en su ejecutiva y en m¨ª mismo, se han llevado a cabo conversaciones en extremo cordiales y que continuamos dispuestos a la propuesta y al di¨¢logo. Ahora bien, me parece que reitero una evidencia si digo que los directivos y los estados mayores de partidos creados o renovados bajo la dictadura y, por tanto, en un inevitable grado de aislamiento respecto de la opini¨®n general, deben pensar en esa inmensa masa de espa?oles que viven ajenos al juego y las peculiares relaciones de la base dirigente pero cuyo concurso, con la militancia y el voto, servir¨¢ para vertebrar a los partidos y por tanto al pa¨ªs y a la democracia en Espa?a. A esta masa no les puede convencer que ning¨²n grupo se arrogue la representaci¨®n en exclusiva de ning¨²n nombre o marca. Hay que admitir que no se trata de patentes, ni de llegar antes que otro a una ventanilla. Menos a¨²n de grandes convocatorias o ayudas internacionales que a veces pueden interpretarse mal o acabar mal. No es eso. Se trata de ofrecer una alternativa valiosa al ciudadano medio y de cooperar al establecimiento de ¨²n sistema satisfactorio, seg¨²n dijimos al principio de este art¨ªculo. Una alternativa valiosa, sin discusi¨®n, es la socialista. Ahora bien, corno consecuencia de la dictadura el socialismo est¨¢ dividido. El mismo PSOE apare ce dividido en dos sectores. Uno que se dice depositario y actor de una tradici¨®n ininterrumpida, y otro que se renueva o aparece articulado hace poco tiempo. Ser¨ªa ocioso y censurable que entrara en semejantes querellas.Todo el PSOE es, en definitiva, hist¨®rico, puesto que alega legitimidades de car¨¢cter tradicional. Nada hay que oponer a este hecho. Paralelamente, la corriente socialista se ha integrado en otras organizaciones, entre ellas la Federaci¨®n de Partidos Socialistas y el PSP.
Ninguna de las corrientes del socialismo espa?ol, ni las tradicionales ni las ¨²ltimamente citadas, tienen una identidad ideol¨®gica absoluta. Cualquier simplificaci¨®n apresurada con ducir¨ªa a una p¨¦rdida de savia del socialismo o a que saliesen del mismo partes importantes que deben permanecer en ¨¦l. No nos apresuremos m¨¢s de lo necesario. Hay muchas cosas todav¨ªa sin comprobar. No s¨®lo la militancia respectiva de cada formaci¨®n, ni las posibilidades electorales -con un mapa sociol¨®gico de hecho casi desconocido por no frecuentado durante cuarenta a?os-, sino tambi¨¦n qu¨¦ nombres y programas sean atrayentes para el socialista potencial, que tal vez desee una renovaci¨®n de contenidos y aun de s¨ªmbolos que han tenido la gloria y el desgaste de una historia reciente, irrenunciable, pero conflictiva.
El PSP, as¨ª lo ha manifestado siempre, desea la unidad del socialismo. La unidad org¨¢nica, no meramente de pactos electorales de coyuntura. Ahora bien, distingue entre unidad y la subsunci¨®n de cada organizaci¨®n en una de las existentes. Por unidad org¨¢nica se entiende la vertebraci¨®n del movimiento socialista en una sola organizaci¨®n, en que voluntariamente, sin presiones ni hegemon¨ªas, se integren de modo democr¨¢tico los socialistas. Quede claro que el PSP no detiene su decisi¨®n unitaria en el momento de las elecciones, caso de que lleguen a celebrarse. Al contrario, cree que las elecciones son s¨®lo un momento en este proceso unitario. Un momento de suma importancia, puesto que, como se ha dicho al principio, qui¨¦rase o no, las elecciones, pese a sus limitaciones, van a definir el sistema pol¨ªtico espa?ol para un per¨ªodo decisivo. Las elecciones deben ser para nosotros los socialistas un per¨ªodo que aproxime, no un momento que separe. En los t¨¦rminos de la propuesta del comit¨¦ federal del PSOE, las elecciones ser¨ªan un momento de separaci¨®n, cuando no de extra?amiento. Salvo extender un cheque en blanco, o la entrega sin debate ni esclarecimiento alguno, la propuesta citada podr¨ªa conducir a un fraccionamiento electoral que el pa¨ªs no entender¨ªa y del que culpar¨ªa a los dirigentes de todas las organizaciones socialistas. El resultado dejar¨ªa muy por debajo de sus posibilidades al socialismo. Por otra parte, en el propio terreno de los principios alegados, la confusi¨®n aumentar¨ªa al no quedar claro por qu¨¦ el PSOE niega la posibilidad de candidaturas comunes, con sigla com¨²n limitada a la consulta electoral, o con siglas espec¨ªficas de cada partido para cada candidato. Es ciertamente dif¨ªcil entender el porqu¨¦ de tan extra?a obstinaci¨®n, cuando procede de personas inteligentes que tienen conciencia de la responsabilidad en que incurren.
Es necesario salir de las contradicciones. El pa¨ªs lo exige y, pedir¨¢ cuentas. Todos hemos de admitir nuestras responsabilidades, si las hay, y nuestros errores. Pero una cosa es aceptar la responsabilidad general y otra dejar, de nombrar qui¨¦n en el caso concreto obstaculiza la unidad. El PSP ha propuesto la conclusi¨®n de un pacto institucional entro los socialistas, reitera que desea y har¨¢ todo lo posible para que se logre la unidad org¨¢nica, cree que unas listas comunes bajo las siglas de una alianza corresponde a la situaci¨®n actual, al reto electoral y que ni entorpece ni congela la marcha hacia la unidad. Por el contrario, la entrada de algunos candidatos de partidos ajenos en las listas de un solo partido mantendr¨ªa y consagrar¨ªa el estado de divisi¨®n. La propuesta de nuestros compa?eros del PSOE parece considerar que la historia va a detenerse en un solo momento electoral. Parece, aunque no creo que lo sea, una propuesta destinada exclusivamente a realzar una posici¨®n electoral. Pero, como socialistas e inspirados en el marxismo -como a veces proclaman-, saben que las elecciones son un momento. Todo est¨¢ en saber utilizar esta fase para impulsar hacia la unidad futura e irrenunciable y presentar una alternativa nacional para el futuro que no quede cortada, en la cuna del presente, por t¨¢cticas a corto plazo.
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