Ante el eclipse provisional de T¨¢cito
El d¨ªa 4 de febrero de 1977, el sobrenombre T¨¢cito, que hab¨ªa alcanzado cierta notoriedad a fines del siglo Y de nuestra era, y que reapareci¨® p¨²blicamente en Hispania, como seud¨®nimo colectivo, el 23 de junio de 1973, anunciaba solemnemente la cancelaci¨®n de su cita semanal en la cadena de la Editorial Cat¨®lica y otros diarios, si bien reservaba su derecho a permanecer como reserva espiritual de la transici¨®n. Alegaba para ello, su plena integraci¨®n en el Partido Popular y en Centro Democr¨¢tico, grupos que, ?implican militancia disciplinada y, necesariamente, parcialidad?. Merece la pena que, con motivo de su eclipse provisional, intentemos una segunda aproximaci¨®n al colectivo T¨¢cito, porque su importancia es ya muy grande y podr¨ªa resultar decisiva en un futuro muy pr¨®ximo. Hablo de segunda aproximaci¨®n porque intent¨¦ una primera el 18 de mayo de 1975, bajo el t¨ªtulo ?Qu¨¦ demonios son los T¨¢cito?, en la que me contest¨¦ de la siguiente forma:a) ?Van a ser cincuenta coprotagonistas inmediatos, de la Espa?a real.?
b) ?Apuesto mis peque?as dianas en pron¨®sticos anteriores a que entre t¨¢citos y P¨²blico de aquella noche salen dos docenas de ministros futuros. ? (Ya va casi media.)
c) Son un vivero de cuadros para una muy pr¨®xima agrupaci¨®n democristiana de centro, con vocaci¨®n mayoritaria, aunque varios de esos cuadros se deslizar¨¢n a la socialdemocracia, a la democracia cristiana radical o a otros partidos pol¨ªticos liberales y algunos tambi¨¦n -menos- a la derecha; y, tercero, un centro de actuales y futuras coordinaciones con otros partidos democr¨¢ticos hoy embrionarios.?
Haber anticipado, estas cosas sobre los T¨¢cito, cuando ni siquiera ellos mismos se defin¨ªan en p¨²blico m¨¢s que con vaguedades y circunloquios, me da cierto derecho a una segunda aproximaci¨®n. Hela aqu¨ª.
1. El grupo T¨¢cito naci¨®, como acaba de decirse, a la luz p¨²blica el 23 de junio de 1973, con una salutaci¨®n pol¨ªtica a la designaci¨®n del almirante Carrero Blanco para la Presidencia del Gobierno. A, pesar del estilo pl¨²mbeo de sus art¨ªculos, T¨¢cito logr¨® pronto, por la originalidad y moderaci¨®n de su talante pol¨ªtico, una merecida audiencia. En ¨¦ste y dem¨¢s art¨ªculos pr¨®ximos, los T¨¢cito se presentan como promotores del franquismo evolutivo, en la misma l¨ªnea seguida desde 1939 y desde 1945 por los pol¨ªticos nacidos en el seno de la Editorial Cat¨®lica, depositaria del tradicional posibilismo, oportunista del catolicismo politico espa?ol; que no ha sido jam¨¢s creador en pol¨ªtica. Si no formalmente, corno se dijo, esta actitud abona la sospecha de que los T¨¢cito se ofrecieron t¨¦cnicamente como cuadros de mando intermedio para la ¨²ltima etapa del franquismo; con la vista fija, eso si, en la transici¨®n inminente y con un h¨¢bil cultivo de los setos que rodean al entonces marginado palacio de la Zarzuela.
2. El grupo T¨¢cito consigui¨® una primera presencia colectiva en las ¨¢reas del Poder durante la etapa Arias, la etapa de la apertura. Mantuvo, desde entonces, una doble presencia; dentro del Poder, como cabeza de puente para ulteriores operaciones, y fuera del Gobierno, como grupo de presi¨®n y mantenedor de actitudes cr¨ªticas en orden a la ampliaci¨®n de su cabeza de puente en las zonas del Poder.
3. Ninguna de estas consideraciones invalida los aspectos positivos del grupo T¨¢cito, su sentido colectivo del quehacer pol¨ªtico, su relativa moderaci¨®n de-los personalismos, su actitud ecl¨¦ctica, alejada de los extremismos y de los desplantes. Por todas estas caracter¨ªsticas, desplegada en trances de convulsi¨®n, el grupo t¨¢cit¨® merece gratitud y se con figura, hist¨®ricamente ya, como un conjunto promotor de la democracia en el marco de la Corona, a la cual ha tendido servicios se?alados. Esto no es una acusaci¨®n, s¨®lo una profundizaci¨®n.
4. El grupo T¨¢cito es, por tanto, esencialmente, un grupo de presi¨®n hacia el Poder, y, aunque de ra¨ªces cat¨®licas, representa un intento de superaci¨®n democrisfiana incapaz de ser entendido por el catolicismo pol¨ªtico elemental de la generaci¨®n anterior, representado por don Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, el cual, en su primera etapa, no lleg¨® a democristiano, y en esta segunda se paga de cristianodem¨®crata. Su rival, el general Franco, mucho m¨¢s pol¨ªtico, no tuvo jam¨¢s en cuenta a la democracia cristiana, pero pact¨® siempre con la Editorial Cat¨®lica. Y la tuvo siempre a su lado. Las indecisiones, y las incoherencias de T¨¢cito. en los momentos cr¨ªticos de la transici¨®n demuestran estas tesis mejor que muchas consideraciones.
5. Lo realmente importante del grupo T¨¢cito no es su ideolog¨ªa, sino su sociolog¨ªa. Esto, es lo que se me hab¨ªa escapado en mi aproximaci¨®n anterior. T¨¢cito es oligarqu¨ªa pura, aunque modernizada a fondo. T¨¢cito representa a los sectores m¨¢s politizados de los grandes Cuerpos y de las grandes Corporationes jur¨ªdicas, financ¨ªeras, industriales, aristocr¨¢ticas. No representa al conjunto de esos sectores, sino a sus vanguardias politizadas. Ahora bien, una reforma profunda de la sociedad espa?ola deber¨¢ pasar necesariamente por la reforma profunda de las estructuras de las Corporaciones, de los Cuerpos y de los intereses, que est¨¢n representados profundamente en el grupo T¨¢cito. En est¨¦ sentido, los continuistas descarados de Alianza, Popular tienen cierta raz¨®n cuando acusan al centro de estar a la derecha de ellos, como reconoc¨ªa Lasu¨¦n, hace poco.
6. La actuaci¨®n de T¨¢cito dentro del Partido Popular y dentro de las negociaciones para la constituci¨®n de Centro Democr¨¢tico responde a su doble naturaleza de grupo de presi¨®n para el poder y vanguardia pol¨ªtica, renovada de las m¨¢s poderosas oligarqu¨ªas. Su sentido de actuaci¨®n colectiva hace, por un lado, de un loable deseo de evitar los personalismos excesivos y, por otro, de la mediocridad pol¨ªtica que puede advertirse en buena parte de los miembros del grupo, incapaces de medirse en confrontaciones p¨²blicas o discusiones privadas con otros pol¨ªticos ajenos a T¨¢cito, aunque coincidentes con sus aspectos positivos de actuaci¨®n. Un an¨¢lisis de los l¨ªderes de T¨¢cito y de la forma de actuar pol¨ªticamente todo el grupo -en privado y en p¨²blico-, nos llevar¨ªa a .interesantes confirmaciones, aunque se sale del marco de esta aproximaci¨®n.. El sentido excluyente de T¨¢cito contradice sus proclamaciones integradoras. No quieren, en el fondo, cooperaci¨®n, si no subordinaci¨®n.
7. En resumen, T¨¢cito ha prestado interesantes y valiosos servicios durante la transici¨®n. No ha creado el Partido Popular ni el Centro Democr¨¢tico, aunque alardea de ello con presunciones que se derivan de Plauto, m¨¢s bien qu¨¦ de su ilustre ep¨®nimo romano. Su eclipse no ha sido m¨¢s que aparente. Su presencia en un partido llamado Popular es sumamente sospechosa, aunque si su actuaci¨®n s funde lealmente con los dem¨¢s grupos del partido y del Centro Democr¨¢tico podr¨¢ todav¨ªa acarrear beneficios importantes a la coalici¨®n del centro-derecha. Pero ante los hechos que se han podido comprobar hasta ahora, los observadores tienen muchos mayores motivos para el recelo que para la ingenua confianza en esta original y peligrosa plataforma de poder.
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