Los recursos naturales
Con frecuencia se viene planteando un debate sobre la conveniencia de utilizar m¨¢s exhaustivamente los recursos hidr¨¢ulicos subterr¨¢neos -regulados de forma natural- como alternativa a la construcci¨®n de presas para la creaci¨®n de embalses reguladores de los recursos hidr¨¢ulicos superficiales.El debate surge fundamentalmente a partir de 1968, cuando se somete a informaci¨®n p¨²blica el anteproyecto general del trasvase Tajo-Segura, y se generaliza el pasado a?o, en que, con referencia a una obra de muy inferior incidencia tanto por su repercusi¨®n econ¨®mica como por su ausencia de implicaciones en la pol¨ªtica de mantenimiento del proceso de ?desarrollo desigual? que aqu¨¦l puede significar, se somete a informaci¨®n p¨²blica el proyecto de ampliaci¨®n del abastecimiento de Segovia mediante el embalse de Vado de la Reina.
Ahora bien, al enmarcar a menudo este debate en el contexto hist¨®rico del r¨¦gimen de Franco, se le confiere un car¨¢cter cr¨ªtico indiscriminado al cuestionar en ¨¦l, por un proceso de identificaci¨®n, toda la pol¨ªtica hidr¨¢ulica desarrollada en su conjunto, tanto en virtud de la grandilocuencia t¨ªpica de gobiernos autocr¨¢ticos con que este tipo de obras ha sido presentada ante la opini¨®n p¨²blica y, en algunos casos, concebida y realizada -dando incluso origen a la autodefinici¨®n del ?Estado de obras?-, como en raz¨®n de los intereses privados a los que, en ciertas ocasiones y bien directa o indirectamente ha hecho principales beneficiarios.
Sin embargo, con esta actitud se corre el riesgo de adoptar juicios de valor poco diferenciados sobre los distintos aspectos que involucra la pol¨ªtica hidr¨¢ulica y, por ello, capaces de provocar un cierto confusionismo al enjuiciar la problem¨¢tica de la gesti¨®n de las aguas. As¨ª, pues, es preciso limitar a sus justos t¨¦rminos el tema objeto del debate. Esto es: ?en qu¨¦ forma cabe plantear la alternativa de explotaci¨®n recursos superficiales-recursos subterr¨¢neos?
Al encuadrar as¨ª el debate no se intenta hacer abstracci¨®n de aquellas cuestiones subyacentes, tales como: raz¨®n de ser y relaciones causa-efecto de los grandes planes de obras hidr¨¢ulicas -incluidos en lugar preeminente los trasvases intercuencas, o en el ¨¢mbito de una cuenca hidrogr¨¢fica, los sistemas integrados de aprovechamiento y los transportes- de agua desde grandes distancias-, el r¨¦gimen jur¨ªdico de captaci¨®n y aprovechamiento del agua, as¨ª como el proceso de intervenci¨®n de la Administraci¨®n del Estado y las posibilidades de control popular sobre su gesti¨®n.
En 1971 se publican el Inventario de Recursos Hidr¨¢ulicos -redactado por el Centro de Estudios Hidrogr¨¢ficos- y el Plan Nacional de la Miner¨ªa -redactado por el Instituto Geol¨®gico y Minero-, cuyas conclusiones, sensiblemente coincidentes, expresan: a) los recursos naturales medios totales de la Espa?a peninsular se estiman en un volumen pr¨®ximo a los 110.000 millones de m3 anuales, de los que una cifra ligeramente superior al 96% -106.000 Hm3/a?o- corresponden a aguas drenadas por los r¨ªos y una cifra levemente inferior al 4% -4.000 Hm3/a?o- a la descarga directa de aguas subterr¨¢neas al mar; b) como media, para todo el territorio peninsu lar, una cifra del orden del 85% de las aguas drenadas por los r¨ªos -90.000 Hm3/a?o- es escorrent¨ªa directa o superficial y un 15% - 16.000 Hm3 /a?o- es escorrent¨ªa b¨¢sica o subterr¨¢nea.
Una simple lectura de estos datos sobre los recursos naturales centra ya la relaci¨®n existente entre recursos superficiales y subterr¨¢neos (circunscrita al marco geogr¨¢fico peninsular, puesto que las islas Canarias y Baleares tienen su principal fuente de recursos de agua dulce en los terrenos acu¨ªferos). Y t¨¦ngase en cuenta que la condici¨®n de superficial o subterr¨¢nea en el agua es, en la mayor parte de los casos, s¨®lo temporal y, por ello, dada la irregularidad interanual y estacional del r¨¦gimen de precipitaciones y la escasez de las reservas de nieve, es la escorrent¨ªa subterr¨¢nea la que b¨¢sicamente otorga a los r¨ªos espa?oles caudales permanentes de los que, por la regulaci¨®n natural producida en los acu¨ªferos interiores de donde proceden, podr¨ªa utilizarse -seg¨²n el Inventario de Recursos Hidr¨¢ulicos-, con garant¨ªa adecuada al servicio de. las demandas existentes un volumen total de 6.150 millones de m3 anuales, equivalentes a un porcen-taje inferior al 6%, de los recursos naturales totales.
Quiere ello decir que el aprovechamiento integral de los recursos subterr¨¢neos, aisladamente, sin la existencia de ning¨²n embalse superficial, podr¨ªa llevar en, una hip¨®tesis razonable -conforme al estudio realizado por Mart¨ªn Mendiluce: ?Las disponibilidades de recursos hidr¨¢ulicos en Espa?a y el papel real de las aguas subterr¨¢neas? (Hidrolog¨ªa, n¨²mero 20-21, 1975)- a disponer de un volumen de recursos del orden de 15. 100 millones de m3 anuales, lo que supondr¨ªa un incremento de, aproximadamente, un 8% de los recursos totales respecto a la situa ci¨®n natural. Es, pues, evidente la necesidad de recurrir a la regulaci¨®n artifical como elemento imprescindible del aprovechamiento de los recursos hidr¨¢ulicos drenados por los r¨ªos que garantice la continuidad en el suministro de los caudales exigidos por las demandas crecientes de agua.
Menci¨®n aparte merece el tema de las reservas subterr¨¢neas, e superan -seg¨²n algunas estimaciones-, hasta 75 m de profundidad, los 200.000 millones de m3. Pero, saliendo al paso de posibles interpretaciones sobre la significaci¨®n de esta cifra, es necesario precisar que este volumen de agua acumulado en nuestro subsuelo durante siglos no constituye un recurso renovable, no comparable, por ello, a la recarga media anual de los acu¨ªferos.
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