Alfredo Faur¨®, alma del movimiento social de los toreros
Ayer se firm¨® en el Sindicato del Espect¨¢culo el acuerdo entre subalternos, matadores y empresarios, sobre las nuevas tablas salariales, que han sido remitidas al Ministerio de Trabajo y ser¨¢n firmes cuando se publiquen en el Bolet¨ªn Oficial del Estado.
La negociaci¨®n, durante m¨¢s dedos meses, ha sido dura e importante. Por primera vez en la historia del toreo los profesionales han mostrado su unidad, y si hubo fisuras (a veces, mucho m¨¢s que fisuras) es perfectamente comprensible, porque todos ten¨ªan que sentir el peso de la misma historia del toreo, que si art¨ªsticamente es valiosa, socialmente ofrece toda una cadena de injusticias.?Siempre ocurri¨® as¨ª?, es una lamentable argumentaci¨®n que se ha venido escuchando cuando los toreros quer¨ªan romper las estructuras que les ataban -les atan a¨²n- a una situaci¨®n de desamparo, con la ¨²nica excepci¨®n de que, por genialidad o por golpe de fortuna, consigan saltar al reducido grupo de los elegidos. La enjundiosa historia del toreo se volv¨ªa, por una capciosa interpretaci¨®n de la misma, contra los toreros mismos.
Han tenido que ceder a varias de sus reivindicaciones, algunas de ellas muy discutibles, otras perfectamente l¨®gicas, pero han dado un paso adelante y no s¨®lo por las mejoras salariales que al final han obtenido, sino porque vivieron una experiencia nueva que ha de servirles para el futuro. S¨®lo falta que sean ahora consecuentes con su lucha, que defiendan sus conquistas, y a ley, porque el fantasma del t¨²nel (que en argot taurino es cobrar, bajo mano, menos de lo estipulado) ya ha hecho su aparici¨®n en el mundillo; y que se entreguen a un perfeccionamiento constante de su oficio, mucho m¨¢s rico, jugoso y emocionante que como hoy lo practican, porque el mal mayor que tiene la fiesta es la progresiva p¨¦rdida de calidad. Con lo cual pierde p¨²blico y, sobre todo, pierde afici¨®n.
Es justo subrayar aqu¨ª que el alma verdadera del movimiento social de los toreros ha sido Alfredo Faur¨®, un banderillero de categor¨ªa y, adem¨¢s, un l¨ªder, que lo llegar¨ªa a ser en toda su dimensi¨®n si no se sintiera ahora defraudado y quiz¨¢ sumido en la amargura de lo que ¨¦l cree es un fracaso. Lo que ha conseguido no puede cifrarse en el resultado final de las negociaciones, que seguramente ten¨ªa que ser as¨ª en estos momentos, pues la barrera de intereses a romper era descomunal; ha de cifrarse, en cambio, en la batalla misma, en la estrategia desplegada, que min¨® un estamento hist¨®ricamente intocable hasta hacerle reconsiderar sus posiciones, y cuyos miembros, si act¨²an con l¨®gica, habr¨¢n de proceder en el futuro con mejor trato hacia quienes contraten.
Otros toreros, han desarrollado tambi¨¦n una labor eficaz: Mart¨ªn Arranz, el eterno luchador en favor de los novilleros, o Paco Corpas, que tuvo que asumir la presidencia de los de su grupo por ausencia de Jaime Ostos, el presidente te¨®rico, negociador con empresarios mexicanos, en cuyas plazas reapareci¨®; y varios m¨¢s de la junta directiva de matadores y de la comisi¨®n negociadora. Mientras algunos, enmascarados de comisionados, iban a su medro personal o a destruir esa fiesta que a?os atr¨¢s se mostr¨® cruel con ellos: Graves problemas humanos, escondidas frustraciones, se debatieron tambi¨¦n durante el conflicto.
1 Agust¨ªn Garc¨ªa Calleja y Ca?itas destacaron entre los empresarios modestos, con las argumentaciones de los pocos duros que les dejan de margen las corridas que organizan. Y Manolo Chopera, Pedro Bala?¨¢, Fernando Jard¨®n y Jos¨¦ Barcel¨®, por los grandes, estuvieron en la brecha, a defender su negocio, del que forma parte sustanciosa su condici¨®n de exclusivistas. Tambi¨¦n es humana su postura, como l¨®gicas sus argumentaciones, y no cab¨ªa esperar m¨¢s. Aunque no est¨¢ perdida la esperanza de que un d¨ªa no lejano, ellos que pueden, pondr¨¢n de nuevo la fiesta en el sitio que llegaron a conocer sus antecesores.
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