La vertiginosa narrativa de Mars¨¦
?Por qu¨¦ s¨ª, a San Camilo, 1936 y no a Si te dicen que ca¨ª? La novela de Cela creo una de las mejores suyas narrativamente. Algunos p¨¢rrafos magistrales, de una fuerza brutal y c¨ªnica. Pero se ha tachado su novela de ?porno?. Y cuando lo ?porno? se supera -dicen- hay que censurar lo pol¨ªtico: Juan Mars¨¦ y su novela falangista, sin comillas ni atribuciones. Pero la censura no ha quebrantado la censura de la obra, no la ha superado; no podr¨¢ ha cerlo. No hay alusiones a la guerra y su ¨¦poca; hay acusaciones. Y una ventolera narrativa que crece la im¨¢genes. Confieso los t¨®picos: novela de madurez, novela del recuerdo, o la infancia, o el tiempo perdido.Comparo con la novela latino americana; es inevitable. Garc¨ªa M¨¢rquez y su tiempo descompuiesto, o Juan Rufo y su tiempo no hallado. Explico: la perplejidad de Cien a?os de soledad y un tiempo continuo por composici¨®n de tiempos, o el tiempo anclado del patriarca; o el Pedro P¨¢ramo fantas¨ªa de los mutis desgarradores. S te dicen que ca¨ª es la confesi¨®n del tiempo pasado -??todo lo viejo al fuego! ?-, o la afirmaci¨®n del tiempo sin vuelta. La novela espa?ola de postguerra dif¨ªcilmente ha entrado en el juego del tiempo narrativo; era novela est¨¢tica, llena de mansedumbre temporal, atela ra?ada en una sombra l¨²cid¨¢. No se pod¨ªa romper lo que no hab¨ªa, lo que no se quer¨ªa que hubiera Quedaba inmersa en un solo plano No ignoro algunas excepciones desde afuera. Vuelvo a Mars¨¦ y su tiempo, a su realidad.
Si te dicen que ca¨ª
Juan Mars¨¦Barcelona. Seix Barral, Biblioteca Breve, 1976.
Realidad antes que realismo para atenazar mejor ese tiempo afirmado. Realismo es contemplarlo en pasado. Ya desde las primeras l¨ªneas: ? ... recuerda: aquellas vecinas deslenguadas con rulo en la cabeza, enfermas de irrealidad... una tarde de oto?o que sinti¨® romperse bruscamente una burbuja de luz en su interior y se dijo ya soy mayor, ya soy memoria y no podreis conmigo, brujas? (p. 13). Y aqu¨ª comienza la vertiginosa na rrativa de Mars¨¦; un ambiente mi serable y din¨¢mico: ?Sus ojos verdes pintarrajeados miraban de refil¨®n a la rata que giraba temblo rosa sobre las patas traseras, sin saber qu¨¦ direcci¨®n tornar?. ?En medio del arroyo, la gorda del impermeable gir¨® sobre los altos ta cones como una negra peonza encapuchada y sigui¨® con los ojos la ¨²ltima desesperada trayectoria de la rata? (p.16). Yo prefiero aportar pruebas que porfiar sobre t¨®picos; ese eje constituido rata-mujer inicia a gran velocidad el ritmo sin fin, todav¨ªa, de la novela y reduce el total a pocas cosas. No s¨®lo aqu¨ª Mars¨¦ va construyendo su realidad; Java, primer personaje, se desdobla en un espejo, citando la ant¨ªtesis de s¨ª mismo, y m¨¢s adelante, situando la realidad sobre la propia realidad/ ficci¨®n de las aventis: ?... fue un d¨ªa de estos que se le ocurri¨® por pnmera vez introducir en la historia un personaje real que todos conoc¨ªamos .. ? (p. 39). Llamar¨ªa esto la realidad cre¨ªble, tanto como deben serlo las aventis, que no son mentira pero no son verdad. Seguimos la cita: ?... este chico cuenta aventis bas¨¢ndose no s¨®lo en los sangrantes hechos pasados sino tambi¨¦n en los hechos por venir? (p. 71). Necesidad de expresar una realidad, con el pasado y el futuro que dar¨¢ esa infancia madura constitutiva de larealidad total del libro.
El tiempo
Tomamos otro camino: el tiempo. Afirmar un tiempo perdido (en el pasado) es como afirmar una realidad: ?... el calendario de la abuela que repite la misma fecha d¨ªa tras d¨ªa, manipulaba un tiempo que no flu¨ªa desde el pasado, sino desde el futuro ... ? (p. 294). Tiempo de la infancia madura, o el transcurso perdido de un tiempo real. Mars¨¦ lo afirma desde el pasado, manera ideal para afirmar el presente, porque, a fin de cuentas, ?todo ha concluido hace ya muchos a?os? (p. 310). No s¨¦ si hay aqu¨ª inter¨¦s en controvertir la verdad narrativa en favor de una esperanza salvadora; creo que no. Est¨¢ todo afirmado y bien afirmado. La indecisi¨®n inicial es la duda de decir m¨¢s que la duda del fin. Encuentro aqu¨ª la clave: ?Todo se reduc¨ªa, en definitiva, a una supervivencia vejatoria de la corrupci¨®n y el dolor, a una macabra p¨¦rdida de tiempo? (p. 353).
La historia
Y entramos en la historia, en la memoria l¨²cida y ventral, en la justificaci¨®n, quiz¨¢s, del aparato censor. Desde el comienzo se desmorona ya el ?aire? de la novela. El mundo miserable es m¨¢s noble que el otro, et¨¦reo, de los vencedores. Sospecho que a Mars¨¦ le gustan los tonos de Visconti en los ambientes, en la narraci¨®n de este otro mundo ?poderoso?. Es un harroquismo desesperado que se hace vida para descomponerlo despu¨¦s. Aristocracia falseada, misericordia de ofensiva, poder temporal -no tanto- de la Iglesia: ?Los ¨²ltimos vestigios de aquella percepci¨®n intr¨¦pida que se negaba a claudicar, a limitar su campo de acci¨®n a lo estrictamente palpable... un fueguecitoide mierda... en los macabros cimientos de la iglesia futura dedicada a la Expiaci¨®n? (p. 327). La vida del a?o 39, las primeras consecuencias de la guerra, la resistencia in¨²til y, sobre todo, la sobrevivencia, incluso espiritual. En una palabra, la construcci¨®n de una estructura sin base de valores, un esquema de falseamientos Y dobleces. Todos sabemos de las cosas: el estraperlo, las sumisiones, las deslealtades, o las lealtades forzadas... la certeza de un desmoronamiento futuro. Por eso, desde la realidad que se crea en las primeras p¨¢ginas se va buscando esa realidad del fin.La aventi es el m¨®dulo narrativo que ayuda,a proporcionar esa realidad. Es el viejo recurso de Boccaccio agilizado, pero el fondo social donde nace la ?aventi? es m¨¢s doloroso, m¨¢s necesarios los motivos. Dir¨ªa tambi¨¦n narrativa cinemat¨®gr¨¢fica; es el espejo que enfrenta el doble personaje Java, el ritmo de escena desde ?Eminencia llustrisima y Reverend¨ªsima, ?me concede este baile? ? (p. 111), o el ?travelling? final, cuando al cabo de los a?os Palau y Lage se encuentran y al fondo el metro corre trazando un r¨¢pido nexo entre los tiempos inicial y final. Lento a veces, y a veces con urgencia de narrar, de sobrep¨¢sar los tonos viol¨¢ceos, los filtros de la c¨¢mara del narrador.
Insisto en la aventi porque al final destapa sujuego, mejor, precisa su funci¨®n en la novela: ? La aventi ya era solamente una verdad como cualquier otra, o¨ªda demasiadas veces. Historia reconstruida tambi¨¦n con desechos, aventurada por los intr¨¦pidos hijos de la memoria? (p. 346). La ?aventi? llega a ser m¨¢s importante que los propios personajes, porque ella misma los modifica y, en algunos casos, los crea. Quiero explicar as¨ª la importancia de lo narrativo, m¨¢s que lo testimonial. El hecho consumado, observado y transportado, sigue, en rapto doloroso, a la narraci¨®n.
El fin
En la marcha hacia el fin, que es el principio desde donde se toma la narraci¨®n, los personajes son los grandes sacerdotes de ese tiempo que se mueve; la escena final en el metro, la disecci¨®n de los cad¨¢veres, la ¨²ltima aparici¨®n del inv¨¢lido y la Fueguinha arrastrando la silla, marcada por el fuego... Java, Sarnita, el Tetas, juegan a mayores, como intent¨¢ndose identificar con su realidad futura. Tampoco eso va a salvarlos, a salvarlos del tiempo pasado, no del tiempo perdido; ?nunca se sabr¨¢ lo que pas¨®? manifiesta esa no p¨¦rdida y, al mismo tiempo, la quiz¨¢s inutilidad de lo pasado. La madurez de un escritor est¨¢ expresada en la confesi¨®n de la infancia o la adolescencia perdidas.Voto por Si te dicen que ca¨ª, y voy a situarla en lo todav¨ªa hoy m¨¢s sugestivo: el ?boom? latinoamericano. Quiero decir que est¨¢ plenamente a su altura; hay que zanjar envidias o sumisiones. Tanto que no parece espa?ola; perd¨®n a la casi bald¨ªa e inane narrativa hisp¨¢nica de postguerra. Dejo a un lado las coincidencias autobiogr¨¢ficas; el lenguaje calcado, preciso de los golfillos barceloneses es dif¨ªcil inventarlo. La narraci¨®n tiene el lenguaje que precisa; esa enorme dificultad de decir lo justo con lojusio, incluso cuando se dispara por la evocaci¨®n, o la po¨¦tica del sol entre la po¨¦tica del escombro: ??Todo lo viejo al fuego! ?.
Babelia
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