Rayo y C¨¢diz, ebrios de f¨²tbol
Rayo Vallecano y C¨¢diz se mostraron en Vallecas ebrios de f¨²tbol y ansiosos por alcanzar la meta de la Primera Divisi¨®n. La fortuna acompa?¨® a los jugadores de Garc¨ªa Verdugo a los dos minutos de juego, en que Gonz¨¢lez apuntal¨® la victoria, y dio la espalda a un C¨¢diz: que no renunci¨® nunca a la victoria aunque esta se mostrara esquiva. Rayo y C¨¢diz ofrecieron un di no espect¨¢culo. Se repartieron los lances peligrosos y las jugadas espectaculares.El C¨¢diz que pas¨® por el campo de Vallecas ha dejado tras s¨ª la impresi¨®n de equipo con hechuras de primera. Ordena el juego en de fensa, sale con el bal¨®n controlado y dispone de tres puntales que encuentran con facilidad el sendero del marco rival. Atr¨¢s, Catal¨¢n es el jugador que se encarga de colocar a sus compa?eros; en el centro del campo Ib¨¢?ez es el medio de enlace con la delantera; y los tres hombres punta tienen cualidades para buscar el gol. Man¨¦ es luchador, r¨¢pido e incisivo; y Villalba se inclina hacia posiciones de delantero centro por su facilidad rematadora. Quino merece un aparte. El veterano jugador fluct¨²a el juego entre el centro del campo y el ¨¢rea rival. Distribuye en esa zona los balones y abre huecos para los compa?eros del centro del campo. Su presencia en las proximidades del marco rival llevan aparejadas las tarjetas de peligro por su sentido de la colocaci¨®n. Juega contra su actuaci¨®n una edad que le pesa en las piernas. Si en los primeros 45 minutos fue ¨¦l el jugador a marcar, en la segunda mitad sus facultades se vinieron abajo en gran medida.
El Rayo se vio con el partido ganado al cuarto de hora de juego. Hasta ese momento los dos goles y los remates de Tanco y Francisco que Santamar¨ªa ataj¨® en ¨²ltima instancia afianzaron en el esp¨ªritu de los valIecanos la idea de la victoria. En defensa se hac¨ªa un marcaje individual. Garc¨ªa Verdugo, no obstante, prefiri¨® a Uceda de libero y a Tanco de secante para Quino. En el centro del campo cont¨® con un Rial y Guzm¨¢n agresivos. Felines no tuvo su ma?ana afortunada lo que en parte disimul¨® Francisco con su labor de apoyo a los mediocampistas. En la delantera, Alvarito no tuvo ocasiones de patentizar su rapidez Gonz¨¢lez, sin embargo, con el terreno de juego apropiado a sus caracter¨ªsticas trajo en vilo a la zaga gaditana durante todo el encuentro.
El partido se dividi¨® en fases de dominio. Si bien el Rayo impuso su fuerza en per¨ªodos m¨¢s o menos largos de tiempo, tambi¨¦n se vio acosado por la ambici¨®n del C¨¢diz, un equipo que en ning¨²n momento renunci¨® al ataque. Y, lo que es m¨¢s, prefiri¨® jugar con tres defensas -libero incluido- a perder un hombre en punta. Enrique Mateos -tal y como hacia en el Pegaso- prefiere perder por varios goles antes que limitar sus opciones de victoria.
Villalba e Ib¨¢?ez pusieron en aprietos a Alc¨¢zar, que el domingo no estuvo fr¨ªamente seguro, en los minutos diecisiete y 38, respectivamente. Villalba, en el 54, disfrut¨® de la mejor oportunidad de batirle, pero su tiro, cuando se encontraba solo frente al guardameta, lo cruz¨® demasiado.
El partido, del minuto uno al noventa, fue in crescendo. Salvo limitadas excepciones de resistencia al cansancio, los veintid¨®s jugadores se volcaron a la hora de entregarse. De su desenlace se pueden derivar dos conclusiones: primera que el Rayo tiene sembrado el camino del ascenso; y, segunda, que si a un aficionado vallecano le preguntan cu¨¢l es el equipo que debe acompa?ar al suyo a la Primera Divisi¨®n responder¨ªa sin duda con el nombre del C¨¢diz. Porque este cuadro ofrece f¨²tbol de calidad, juega y deja jugar.
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