Proletariado intelectual
La Universidad se deteriora. Y al afirmar esto, no lo hago en el sentido de que haya mayor contestaci¨®n estudiantil y una mayor conflictividad. Casi creo que ahora estamos, al menos en mi Universidad, m¨¢s tranquilos -pintadas aparte- que hace cinco o seis a?os. No, lo que se deteriora es la calidad de la ense?anza, el nivel de preparaci¨®n de los licenciados. Espa?a, que en el ?ranking? del ?Foreign? norteamericano -pido perd¨®n por estas dos palabrejas- estaba hace diez a?os en uno de los seis primeros puestos, en 1975 ocupaba el pen¨²ltimo lugar, s¨®lo delante de alg¨²n Estado centroafricano.All¨¢ por octubre de 1971, publiqu¨¦ un art¨ªculo que se titulaba ?Universidad de masas y Universidad democr¨¢tica?. No pretendo, lector, que vayas a la hemeroteca a buscarlo, pero supongo que me dar¨¢s fe s¨ª te digo que ya entonces llamaba la atenci¨®n sobre el enorme problema de la masificaci¨®n universitaria. Lo cierto es que el n¨²mero de alumnos en nuestras universidades est¨¢ aumentando en una cifra que se aproxima mucho, y a veces excede, al 20% anual. Crecimiento del que es muy f¨¢cil decir, facilona y triunfalmente, que indica qu¨¦ Espa?a es un pa¨ªs en pleno desarrollo. Pero que de verdad lo que significa es que nuestra Patria est¨¢, como generalmente siempre ha estado en materia intelectual, en el m¨¢s completo de los despistes.
Es muy f¨¢cil afirmar que los espa?oles tienen todos derecho a la ense?anza superior, sin restricci¨®n ni limitaci¨®n alguna a sus vocaciones. Suena maravillosamente. La realidad es muy otra. Cuando no hay estructuras capaces de ense?ar con eficacia a tanto estudiante; cuando los cuerpos docentes no est¨¢n preparados; cuando nohay ni aulas, ni laboratorios, ni hospitales, ni bibliotecas bastantes, el admitir matr¨ªculas sin limitaci¨®n es casi -y perd¨®neseme la palabra- una estafa.
As¨ª, a?o tras a?o, han ido proliferando de un modo elefanti¨¢sico nuestras facultades, y decanos y rectores han tenido que recurrir a un expediente de urgencia: el personal contratado. Profesorado mal pagado que se le ?apalabra? por un a?o, sin darle esperanzas ni seguridad? de lo que va a ocurrir despu¨¦s. Tambi¨¦n a?o tras a?o, estas autoridades acad¨¦micas, que con cargoal cap¨ªtulo de libre contrataci¨®n iban carg¨¢ndose a sabiendas de un profesorado al cual luego no podr¨ªan dar un status aceptable, reclamaban y ped¨ªan -y ah¨ª est¨¢n las actas de los consejos de rectores para poderlo atestiguardotaciones de c¨¢tedras, de agregadur¨ªas y de adjunt¨ªas, para, con profesores numerarios, mejor pagados y con una situaci¨®n clara, definida y permanente, poder impartir las ense?anzas.
Estas dotaciones se prometieron, pero nunca llegaron. Se hicieron planes admirablemente dise?ados que luego tropezaron con la barrera del Ministerio de Hacienda. Yo no dudo que la econom¨ªa espa?ola tenga que poner un tope a los gastos injustificados y desaforados. Pero si comparamos el crecimiento, no muy claro ni justificado, de la Seguridad Social en estos a?os con el que han experimentado las estructuras universitarias, no podreftios menos de notar una irritante diferencia.
Y as¨ª, mes tras mes, curso tras, curso, a?o tras a?o, han ido llen¨¢ndose las facultades de esos PNN que eran necesarios, porque. si no, no se hubiera podido ense?ar. Y as¨ª tambi¨¦n, mes tras, mes, curso tras curso y a?o tras, a?o, no se ha hecho nada para ir, buscando un acomodo permanente, una situaci¨®n estable y digna a esos profesores a los que recurr¨ªamos en un momento de emergencia.
Y ahora surge el conflicto agudo, violento. Los profesores interinos reclaman algo que a un pe¨®n de alba?il no nos atrever¨ªamos a negar. El Ministerio, por otra parte, tiene poderosas razones para decir que as¨ª, de golpe, no puede dar una soluci¨®n. Ni unos ni otros tienen la culpa de esta situaci¨®n sin salida.
Pero hay unos responsables de que las cosas est¨¦n as¨ª, y estos responsables son los miembros de toda la Administraci¨®n que durante m¨¢s de quince a?os no, han puesto remedio a la avalancha, que otros e,st¨¢bamos anunciando, y que ellos tambi¨¦n se daban cuenta de lo que se les ven¨ªa encima, pero que no lo quer¨ªan admitir.
Y al mismo tiempo que la imprevisi¨®n creaba este conflicto en el profesorado se iba poco a poco incubando una situaci¨®n no por menosizonocida menos angust¨ªosa. Es la situaci¨®n de desempleo creciente en que los licenciados universitarios se ven ya en los ¨²ltimos a?os y se van a ver mucho m¨¢s en los venideros. Se han admitido en las facultades universitarias alumnos sin l¨ªmite, sin querer molestarse en averiguar qu¨¦ puestos de trabajo podr¨ªa proporcionar la sociedad espa?ola en el futuro. Recuerdo que, siendo rector, quise averiguar si hab¨ªa alg¨²n estudio acerca de los m¨¦dicos que Espa?a necesitar¨ªa hacia 1980. No lo encontr¨¦ ni en el Plan de Desarrollo ni en el Ministerio de Educaci¨®n, ni en la Direcci¨®n General de Sanidad, ni en la Presidencia del Gobierno, ni tampoco en la Seguridad Soc¨ªal. Y se da el caso parad¨®jico de que el a?o pasado se han licenciado m¨¢s m¨¦dicos en Espa?a que en todos los Estados Unidos de Am¨¦rica. Y esto que ocurre con la Medicina ocurre en igual o mayor grado con otras ense?anzas: la Econom¨ªa; las Leyes.., las Letras, las Ciencias, en las cuales generaciones sucesivas de j¨®venes licenciados salen a la calle con un t¨ªtulo bajo el brazo, t¨ªtulo que no les sirve para nada.
Por la imprevisi¨®n y por la desgana, por tirar por la m¨¢s f¨¢cil, calle de en medio, por no saber decir que no en un momento dado, lo cual tiene, seg¨²n frase muy al uso, ?un elevado coste pol¨ªtico? ahora vamos a abonar un precio humano mucho mayor. Porque nos encontramos frente a una degradaci¨®n progresiva no s¨®lo en la preparaci¨®n, sino tambi¨¦n en la econom¨ªa de los universitarios, de los intelectuales. A medida que,los trabajadores manuales han ido consiguiendo reivindicaciones justas y necesarias que por presi¨®n laboral van arrancando -no sin forcejeos- a la sociedad, los intelectuales no consiguen estas mejoras. Muchos obreros de la construcci¨®n ganan hoy en d¨ªa m¨¢s que un m¨¦dico y, por supuesto, m¨¢s que un licenciado en Filosof¨ªa o que un PNN. Y esto no tiene remedio, seguir¨¢ as¨ª. Y cada vez se acentuar¨¢ m¨¢s este desequilibrio, con lo cual veremos a intelectuales, como se ha visto en otros pa¨ªses, abandonar las tareas de la. inteligencia para dedicarse, llenos de frustraci¨®n y de desenga?o, a un trabajo manual. No es l¨ªcito condenar a estos intelectuales si se radical¨ªzan; yo anuncio desde aqu¨ª que estamos creando un estamento de resentidos.
Esta situaci¨®n tiene que terminar, debe cesar. El problema estan amplio que no cabe dar una soluci¨®n capaz de ser condensada en unas pocas l¨ªneas. Es un problema nacional, un problema que llevar¨¢ a?os,. probablemente d¨¦cadas, el resolverlo, y que exigir¨¢ una enorme cantidad de esfuerzo, de inteligencia y de imaginaci¨®n. Dejemos por hoy constancia del hecho: vamos hacia un proletariado intelectual lleno de tristeza y desilusi¨®n, que no solamente representar¨¢ una p¨¦rdida enorme de potenc¨ªal de inteligencia para nuestra Espa?a, sino que podr¨¢ ser, que va a ser, un germen de inestabilidad social grave en el futuro.
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