Las alianzas, en el horizonte de las reformas militares
Recientemente, el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, invit¨® a la clase militar espa?ola a pensar sus problemas en los t¨¦rminos de una alianza. El ministro atribu¨ªa tres funciones a unas fuerzas armadas: 1. prevenir mediante la disuasi¨®n que se llegue a una situaci¨®n conflictiva; 2. servir de veh¨ªculo para mostrar la determinaci¨®n o la influencia del estado en determinadas circunstancias, a manera de agentes de una negociaci¨®n t¨¢cita; 3. articulaci¨®n con fuerzas de otros pa¨ªses en el marco de una pol¨ªtica com¨²n. Lo que ha descrito el ministro no son sino las caracter¨ªsticas de unas fuerzas armadas que, por entenderse en el contexto de una alianza, han cambiado algunos aspectos de su naturaleza.Las FFAA espa?olas, bajo la triple influencia de las reformas pol¨ªticas y militares en marcha, del tratado con los EE1UU y de la voluntad espa?ola de integraci¨®n en Europa, tienen a la vista, como muestran las declaraciones de sus principales portavoces, un horizonte pr¨®ximo: la posibilidad de ingresar en una alianza, y un horizonte remoto: su eventual participaci¨®n en una comunidad europea de defensa.
Tanto la participaci¨®n en una alianza como en una entidad defensiva europea requieren una participaci¨®n efectiva con fuerzas asignadas a ?roles? espec¨ªficos. La alianza incorpora tanto el efecto disuasorio aludido por Oreja, como constituye por s¨ª misma el terreno de negociaci¨®n de los ?roles? y de puesta en pr¨¢ctica de una pol¨ªtica com¨²n. La calidad y cantidad de las fuerzas asignadas determinan el peso pol¨ªtico del pa¨ªs que las aporta., No es que se aporten fuerzas en raz¨®n del peso pol¨ªtico que se tiene, sino que se adquiere peso pol¨ªtico porque se aportan. Esto supone una transformaci¨®n en la forma de ejercer la soberan¨ªa del estado: se afirma ¨¦sta mediante la adquisici¨®n de poder pol¨ªtico, atribuido y reconocido por los otros actores, en funci¨®n de la importancia de las fuerzas signadas a. la alianza.
La asignaci¨®n de fuerzas, por otro lado, constituye la forma que reviste en una alianza el efecto disuasorio que se espera de unas fuerzas armadas. Es asignando fuerzas a un mando integrado, como se puede articular la fuerza que tiene que cumplir un fin disuasorio. Disponer de unas fuerzas armadas potentes pero no asignadas, ni acrece el poder pol¨ªtico ni permite la adquisici¨®n de poder disuasorio, a no ser que la potencia militar propia se eleve a vol¨²menes comparables- a los del conjunto de la alianza. Por el contrario, asignar fuerzas propias sin potencia, debilita la cohesi¨®n y capacidad de la alianza, y por tanto su capacidad disuasoria.
El efecto que se debe buscar al asignar fuerzas a una alianza es el de insertarles en ¨¢reas cr¨ªticas del sistema defensivo, ¨¢reas que no tienen por qu¨¦ ser extensas, pero que, en todo caso, deben ser cubiertas a plenitud, constituyendo uno o m¨¢s eslabones, no importa de qu¨¦ tama?o, pero s¨®lidos y cerrados, y capaces de sostener y tirar de toda una cadena que sujeta a, y permite, el libre curso de la fuerza, seg¨²n la doctrina de uso que se haya adoptado. En la OTAN, la doctrina vigente es la de respuesta flexible (de las armas cl¨¢sicas pasando por diversas escalas o umbrales a las armas estrat¨¦gicas nucleares) y defensa avanzada (la defensa comienza en el l¨ªmite territorial de la alianza, y no se puede acudir al recurso t¨¢ctico de ceder terreno) '
De ah¨ª que el esfuerzo defensivo en una alianza deba dirigirse a la aportaci¨®n de fuerzas y capacidades muy espec¨ªficas, para funciones precisas, seleccionadas seg¨²n el principio de la divisi¨®n del trabajo, en condiciones que no son dif¨ªciles de pactar, porque ¨¦stas vienen escritas en los caracteres de la geograf¨ªa pol¨ªtica y de la econom¨ªa, que pueden ser le¨ªdos por todos.
La actual estructura militar espa?ola, refleja la dificultad de aportar fuerzas significativas a la alianza. El reparto del gasto militar limita los esfuerzos para la formaci¨®n y dotaci¨®n de aquellas unidades que ser¨ªan m¨¢s aptas para rendir el esfuerzo requerido por los principios de defensa avanzada y respuesta flexible: unidades dotadas de alta movilidad, potencia de fuego abrumadora y capacidad de reposici¨®n masiva y r¨¢pida de equipos y suministros.
La formaci¨®n de unidades que aspiran a reunir esas caracter¨ªsticas depende hoy en Espa?a de unos recursos que son tan preciosos como escasos. B¨¢sicamente son los 36.000 millones asignados por la ley 32/71 de dotaciones presupuestarias para las FF AA, con los que se deben construir o comprar el material, los sistemas de armas, m¨¢s sus repuestos, m¨¢s la munici¨®n y los combustibles, adem¨¢s de su fragar el entrenamiento y maniobras.
La ley 32/71 estableci¨® de modo fijo, tanto el aumento anual de las asignaciones como el reparto de ¨¦stas entre los tres ej¨¦rcitos. Concebida con un plazo de vigencia de ocho a?os, ahora acaba de ser revisada (real decreto-ley 5/77, de 25 de enero), con el doble objetivo de a?adir 4.500 millones a las inversiones previstas originalmente' (para corregir el aumento del costo. de los materiales y mano de obra), y para prolongar su vigencia hasta 1983. La ley deber¨¢ ser revisada otra vez en 1979. Quiz¨¢s entonces est¨¦n ya maduros los criterios que har¨ªan aconsejable la integraci¨®n de Espa?a en una alianza, o la adopci¨®n de otra v¨ªa m¨¢s independentista. En todo caso, ¨¦sa ser¨ªa otra buena oportunidad para que las dotaciones presupuestarias se adjudicasen de acuerdo con la valoraci¨®n pol¨ªtica que de la situaci¨®n estrat¨¦gica hiciesen tanto el Gobierno espa?ol de hoy y los de ma?ana, como el futuro Parlamento, por un lado, y los gobiernos y consejos potencialmente aliados.
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