Revoluci¨®n y consumo
En plena temporada nos llega otra reposici¨®n, con diez a?os encima de las espaldas, apoyada m¨¢s en el prestigio comercial de su reparto que en la trayectoria creadora del director. Cualquier pretexto es bueno, en principio, para volver a ver obras antiguas, a las que el tiempo ha apartado de los ciruitos ordinarios de programaci¨®n, pero las reposiciones no demasiado justificadas por el car¨¢cter excepcional del producto -caso en que incurre Los profesionales- ocupan un tiempo precioso en cartel, en perjuicio de filmes m¨¢s recientes, que ven imposibilitado el acceso a las salas normales.Richard Brooks forma parte del reducido grupo de j¨®venes autores surgidos a final de los a?os cincuenta, -procedentes de la literatura y el periodismo, que ten¨ªan detr¨¢s una nutrida labor como guionistas y pasaron a la direcci¨®n como ¨²nico medio de controlar mejor sus propias historias. (Se le suele emparejar con John Huston, m¨¢s joven que ¨¦l, cuya tem¨¢tica es bastante an¨¢loga, aunque las aportaciones de ambos autores sean diversas y el m¨¢ximo punto de coincidencia sea su labor previa de escribir para el cine.)
Los profesionales (The professionals)
Escrita y dirigida por Richard Brooks, basada en la novela A Mule for the Marquesa, de Frank O'Rourke. M¨²sica: MauriceJarre. Fotograf¨ªa: Conrad Hall. Int¨¦rpretes: Lee Marvin, Burt Lancasier, Robert Ryan, Woody Strode, Jack Palance, Claudia Card¨ªnale. Estreno en Alcal¨¢-Palace.
Como todos los profesionales ligados a la industria, Brooks ha pagado un duro precio por sus escasas experiencias personales, realizadas despu¨¦s de un duro trabajo de persuasi¨®n, entre dos, tres o cuatro encargos sin el menor inter¨¦s. El fuego y la palabra -t¨ªtulo hisp¨¢nico de Elmer Gantry, seg¨²n la novela de Sinclair Lewis- se?ala, quiz¨¢s, su m¨¢xima contribuci¨®n al cine contempor¨¢neo, y nos sirve muy bien como ejemplo de toda su obra. Contrariamente a lo que pod¨ªa esperarse de un antiguo escritor y novelista -su novela El productor es una ¨¢cida cr¨ªtica del sistema de trabajo en a industria cinematogr¨¢fica americana no estamos ante un director ?literario?, prendado de las situaciones dram¨¢ticas escritas, de los bellos di¨¢logos y de la voz en off omnipresente. Se trata de un actor qu¨¦ piensa y act¨²a en im¨¢genes, sin ning¨²n resabio escrito. Su amor por la literatura no s¨®lo como profesional de ella, sino como admirador de los trabajos ajenos queda bien claro en sus adaptaciones de Sinclair Lewis, ya se?alad¨¢; Dostoievski, del que llev¨® a la pantalla Los hermanos Karamazov; Joseph Conrad, Lord Jim; Truman Capote, A sangre fr¨ªa, entre otros muchos ejemplos. La extremada desigualdad de sus trabajos de muestra la precariedad de las condiciones de producci¨®n de una industria donde s¨®lo el realizador conformista y apacible logra mantener una cierta uniformidad, a costa de renunciar a experiencias y tanteos imposibles. Los que mantienen un descontento latente y soterrado -como el responsable de Los profesionales- deben contentarse con una carrera intermitente y apagada, donde s¨®lo de tiempo en tiempo surge la ansiada oportunidad.
Los profesionales es una pel¨ªcula frustrada ya desde el comienzo, un relato de aventuras incoherente y ca¨®tico, al que s¨®lo salva la presencia de los acto res masculinos, espl¨¦ndidamente dirigidos, repleto de concesiones pretendidamente comerciales y de frases rotundas sobre el significado de una revoluci¨®n hipot¨¦tica. La simbolog¨ªa insuflada a contrapelo en la acci¨®n pura es la parte m¨¢s d¨¦bil de este relato, ambientado en los espacios abiertos, que de western s¨®lo tiene la apariencia. La fotograf¨ªa efectista y eficaz -Conrad Hall estaba muy lejos de su trabajo en Fat City, de John, Huston, verdadera revoluci¨®n de la iluminaci¨®n cinematogr¨¢fica- recoge, al menos, las acciones precisas y directas de unos grandes actores, obligados a encarnar personajes t¨®picos, sin la menor garra. Un error grave que Brooks compensar¨ªa muy pronto con su excelente The Happy Ending, A sangre fr¨ªa, e, incluso, su ¨²ltima obra estrenada entre nosotros, Muerde la bala, mucho m¨¢s interesantes que esta cinta exhumada ahora.
Babelia
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