Una advertencia: el voto ecologista
HACE UNOS a?os, un movimiento electoral basado en la defensa de la naturaleza hubiera parecido una extravagancia. Sin embargo, el voto ecologista ha sido una de las sorpresas de las elecciones francesas. Una serie de asociaciones vecinales han denunciado el juego de la pol¨ªtica convencional y han propuesto a los electores un conjunto de prioridades, por encima de las ofertas de la derecha o de la izquierda: lo m¨¢s importante -ven¨ªan a decir- es tener una atm¨®sfera respirable, una alimentaci¨®n sin fraudes y un espacio urbano que no angustie permanentemente al individuo. La pol¨¦mica sobre las nacionalizaciones y el colectivismo es, para los ecologistas, menos urgente que el problema de. los r¨ªos sucios, los bosques arrasados, la disminuci¨®n del grado de ozono en la biosfera, el nivel de ruido permanente, las emanaciones de mon¨®xido de carbono, etc¨¦tera.Podr¨ªa hablarse as¨ª de un retorno a la pol¨ªtica verdadera y no a la despolitizaci¨®n que, a sensu contrario, algunos tecn¨®cratas propusieron con su pol¨ªtica de las cosas o su Estado de obras (?Yo les entrego a ustedes carreteras,. pantanos y plazas de ense?anza, y ustedes se callan durante unas cuantas d¨¦cadas?, insinuaban los desarrollistas, con una idea ut¨®pica de la naturaleza humana). Ahora, los ecologistas franceses nos muestran la otra cara de la moneda, y la lecci¨®n puede ser ¨²til para los electores y los partidos de este lado del Pirineo: no nos hablen ustedes incesantemente de las libertades, de la construcci¨®n de la democracia, de la alvaci¨®n o destrucci¨®n de los ¨²ltimos cuarenta a?os, del pluralismo o de la dictadura.... y desciendan primero a algunos problemas urgent¨ªsimos: nuestras ciudades producen un nivel de enfermos s¨ªquicos y sicosom¨¢ticos alarmante; nuestra atm¨®sfera est¨¢ permanentemente envenenada; los niveles higi¨¦nicos a partir de ciertos niveles de renta, est¨¢n por debajo del m¨ªnimo exigible. Nuestros hospitales no tienen sistemas de inmunidad y muchos enfermos salen con males m¨¢s graves de los que les hicieron ingresar; en nuestro suelo hay arsenales de bombas at¨®micas y centrales nucleares, sin que se haya consultadoa los contribuyentes sobre tan grave cuesti¨®n.
La ?ecolog¨ªa? alude a problemas diversos, pero en sentido lato abarca todas las relaciones y equilibrios entre el ser y el medio en que vive. Por eso, m¨¢s all¨¢ de estas reivindicaciones concretas, un ecologismo espa?ol podr¨ªa luchar tambi¨¦n contra la masificaci¨®n y la idiotizaci¨®n de los ciudadanos fomentada televisivamente; contra la destrucci¨®n del medio ambiente peninsular, privilegiado entre los del mundo, y b¨¢rbaramente agredido desde el extremo Sur por carreteras como las de Do?ana hasta el extremo Norte, por los bloques de viviendas edificados pretenciosamente sobre el mar, como se ha hecho en el cabo Higuer. Porque urge decir que, en punto a planificaci¨®n urban¨ªstica, no se sabe qu¨¦ ha sido m¨¢s destructor en los ¨²ltimos a?os, si la corrupci¨®n, sembrada por especuladores sin conciencia, o la ineptitud de no pocos administradores del bien p¨²blico.
Los movimientos ecologistas empiezan a cobrar una fuerza insospechada en Norteamerica, en Jap¨®n, en Europa... Tratan ante todo de alertar a la opini¨®n p¨²blica sobre los peligros de un crecimiento industrial desordenado o del consumo de energ¨ªa sin control. Pero por encima de sus reivindicaciones concretas, los ecologistas son un movimiento de contestaci¨®n, potencialmente formidable, contra un modelo de sociedad ego¨ªsta basada en el consumo, el desprecio a la naturaleza y la insolidaridad. En la primera vuelta de las elecciones francesas el voto ecol¨®gico obtuvo resultados inesperados: por encima del 10 Ven la Francia urbana, hasta el 30 % en ciudades como Bongival o Triel, entre el 10 y el 15 % en la regi¨®n de Par¨ªs. Unos porcentajes as¨ª pueden decidir una elecci¨®n. Y, sin embargo, el movimiento ecologista no ha hecho m¨¢s que empezar.
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