El derecho a escoger la educaci¨®n de los hijos / y 3
El an¨¢lisis del marco real en que se pueden ejercitar los derechos educativos citados ayer, es decir, la pregunta acerca de qui¨¦nes pueden, de hecho, ejercitar el derecho y que comporta realmente su ejercicio, puede servir para que no nos sorprendamos del por qu¨¦ se citan esos textos por esos sectores y comprendamos los intereses concretos y materiales que laten tras la defensa, tan recientemente asumida, de tan oportuno pluralismo. Una vez m¨¢s, el conocido ?Libertad, ?para qu¨¦??, completado con el ?Libertad, ?para qui¨¦nes??, puede servirnos para averiguar qu¨¦ inter¨¦s singular existe tras una tal ideolog¨ªa plural. Para los pluralistas, los derechos a elegir y a crear centros docentes son previos al que se reconoce a los padres de escoger la clase de educaci¨®n que han de recibir sus hijos, puesto que hacen depender la pluralidad ideol¨®gica y religiosa de la existencia de centros plurales ideol¨®gicamente y no de la convivencia de plurales ideolog¨ªas en el serio de cada centro docente.
Por otra parte, y a la hora de definir en qu¨¦ consiste el ejercicio del derecho a escoger la educaci¨®n de los hijos, no concretan si se refieren al concepto de educaci¨®n, en su sentido meramente pedag¨®gico, es decir, al derecho a elegir el centro cuyo planteamiento pedag¨®gico sea el m¨¢s adecuado al sentir de los padres, o al concepto de educaci¨®n en su sentido de transmisi¨®n en bloque de la ideolog¨ªa aceptada. M¨¢s que por sus afirmaciones, definen el derecho por una negaci¨®n, la de que el alumno no sea educado conforme a ideolog¨ªas o confesiones distintas de las de sus padres.
Sin poner en duda el derecho de todo padre a que a sus hijos no - se les imparta una educaci¨®n contraria a sus creencias, se trata ahora de averiguar qu¨¦ padres son los que ?aqu¨ª y ahora? pueden ejercitar el derecho y cu¨¢ntos los que no tienen m¨¢s remedio que aceptar el hecho de que a sus hijos se les transmitan ideolog¨ªas y/o confesiones que no comparten.
Como se vio en d¨ªas anteriores, la red de centros ya est¨¢ creada; s¨®lo los nuevos centros que se van creando para hacer frente al aumento vegetativo de la poblaci¨®n estudiantil podr¨¢n ir modificando, en un proceso lent¨ªsimo, la configuraci¨®n de la red de centros existente. Y en esa red, resultante de cuarenta a?os de nacional-catolicismo educativo, los centros,estatales, no plurales de aire, comparten el terreno con los centros no estatales, no plurales de facto, a no ser que se consideren pluralidades ideol¨®gicas las distintas espiritualidades que, a veces, singularizan a los centros religiosos o las distintas versiones pedag¨®gicas existentes en los centros privados.
De ah¨ª que ?aqu¨ª y ahora? s¨®lo ejerciten el derecho a escoger la educaci¨®n de los hijos aqu¨¦llos que aceptan el bloque de ?ideas y creencias? que se transmite con similares caracter¨ªsticas, tanto en los centros estatales como en los no estatales, y que ha estado caracterizado, hasta la fecha, por su catolicismo en el aspecto confesional y por la aceptaci¨®n no cr¨ªtica de la estructura social existente y de sus corolarios pol¨ªticos en el aspecto ideol¨®gico. Quienes no son cat¨®licos pueden evitar que sus hijos asistan a clases de religi¨®n, pero no que las reciban a trav¨¦s de otras materias. Quienes no est¨¦n de acuerdo con la estructura social existente ni con la ideolog¨ªa que la sustenta, no tienen otra alternativa que la de contrarrestar las ense?anzas de la escuela, a riesgo de introducir el caos en las mentes de sus hijos, o esperar pacientemente a que, con la madurez, la observaci¨®n de la realidad les desvele las contradicciones de la ideolog¨ªa.
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