La Rep¨²blica y la guerra civil
Al escribir La Rep¨²blica espa?ola y la guerra civil, Gabriel Jackson se propuso, seg¨²n nos ha contado en Historian's Quest, ?hacer lo que ning¨²n espa?ol pod¨ªa hacer, a causa del apasionamiento de sus recuerdos y de la censura de libros: una narraci¨®n objetiva de la experiencia vivida del pueblo espa?ol durante los a?os treinta ?. Mucho ha tardado el lector de este pa¨ªs en sacar provecho del trabajo de Jackson, que no ha podido difundirse hasta su reciente edici¨®n espa?ola, dentro del proceso de recuperaci¨®n bibliogr¨¢fica que estamos viviendo desde hace algo m¨¢s de un a?o Pese a este retraso, su utilidad es indiscutible, puesto que sigue siendo en la actualidad la s¨ªntesis m¨¢s equilibrada y penetrante de la historia de Espa?a en los a?os 1931 a 1939La ponderaci¨®n y objetividad de Jackson destacan, en efecto, al lado de muchos colegas anglosajones que han escogido la historia contempor¨¢nea espa?ola como campo en que librar sus propias batallas ideol¨®gicas, y que utilizan el estudio de la Rep¨²blica y de la guerra civil para demostrar a sus lectores de lengua inglesa que todo intento reformista es arriesgado y toda revoluci¨®n, una locura.
Gabriel Jackson
La Rep¨²blica espa?ola y la guerra civil. Editorial Cr¨ªtica. Barcelona, 1976.
Ultimo cap¨ªtulo
Uno de sus m¨¦ritos mayores, sin embargo, me parece ser el de haber percibido que la historia de la guerra civil no puede separarse de la de la Rep¨²blica, sino que constituye, en realidad, su ¨²ltimo y decisivo cap¨ªtulo. No ha sido ¨¦sta la ¨®ptica de la historiograf¨ªa franquista. Ya en 1938, un folleto nacionalista que llevaba el curioso t¨ªtulo de Historia y sentido de la guerra advert¨ªa que se equivocaban quienes pensaban ?que la guerra ha estallado por culpa de la Rep¨²blica de 1931 o de la pol¨ªtica equivocada de los ¨²ltimos tiempos de la monarqu¨ªa?. Los ?males de Espa?a? ven¨ªan de un largo proceso de decadencia que se hab¨ªa agravado en ese siglo XIX de liberalismo y pecado, que, ?para que nada faltase, hasta tuvo ( ... ) su Aza?a, m¨¢s inteligente, perverso y terrible, que se llam¨® Francisco (sic!) Mendizabal?.Si los cultivadores de la vieja apolog¨¦tica franquista (con Santiago a caballo y profec¨ªas apocal¨ªpticas que anunciaban que el empuje de la cruzada no se detendr¨ªa hasta haber convertido a la Rusia sovi¨¦tica al catolicismo), gustaban de remontarse a la decadencia del imperio, los de la escuela pudi¨¦ramos llamar neofranquista, prefieren quedarse en la etapa de febrero a julio de 1936 y se entregan a un neopositivismo desenfrenado, contando aviones y describiendo cada movimiento de cada batalla. El resultado de este enfoque alternativo es el mismo, desviar nuestra atenci¨®n de los grandes problemas de la etapa republicana, para eludir la averiguaci¨®n de las razones de fondo que condicionaron la toma de posesi¨®n de distintos grupos sociales en uno u otro bando.
Comprender la guerra
La guerra concluy¨® y nadie va a modificar su resultado. La hora de la defensa y de la denuncia ha pasado. Lo que ahora importa es comprenderla. Los m¨®viles de un levantamiento militar no son dif¨ªciles de explicar, ni requiere demasiado esfuerzo percatarse de que la complicidad internacional fue uno de los factores decisivos del resultado de la contienda, al aislar a uno de los bandos y apoyar, abiertamente o bajo cuerda, al otro. Pero, una vez superado este nivel elemental de comprensi¨®n, es necesario ir m¨¢s lejos. Porque lo verdaderamente decisivo, lo que m¨¢s nos importa llegar a entender, son las razones que convirtieron un levantamiento militar en una guerra civil que dividi¨® en dos grandes sectores a la poblaci¨®n espa?ola. Cuesta muy poco explicarse por qu¨¦ los latifundistas andaluces apoyaron al bando nacionalista, pero no es tan sencillo aclarar por qu¨¦ lo hicieron los campesinos de Castilla la Vieja. Importa llegar a entender las razones por las que estos peque?os propietarios campesinos se enfrentaron a los braceros de Andaluc¨ªa y Extremadura, y a los obreros de las ciudades, tan pobres y explotados como ellos. Y tal g¨¦nero de interrogantes no se contestan ni remont¨¢ndose a la derrota de la Armada invencible, ni qued¨¢ndose en el corto plazo que medi¨® entre las elecciones ganadas por el Frente Popular y el estallido de la guerra.
Otro efecto deformador tiene la visi¨®n a corto plazo. Al arrancar de febrero de 1936 nos muestra un proceso de radicalizaci¨®n que se utiliza para justificar la acci¨®n de qui¨¦nes se habr¨ªan visto obligados a levantarse para contener el desbordamiento revolucionario. Con ello senos oculta. sin embargo, que mucho de lo sucedido en estos meses no fue otra cosa que la recuperaci¨®n de los retrocesos experirnentados en los dos a?os en que las derechas ejercieron el Gobierno. ?C¨®mo explicar las ocupaciones de tierras en Extremadura, si se ha omitido aclarar que buena parte de los campesionos que participaron en ellas hab¨ªan sido expulsados por los propietarios gracias a la legislaci¨®n aprobada por las derechas en 1936? La cuesti¨®n no es de poca monta, puesto que se trata de decidir si la ruptura debe achacarse a la audacia revolucionaria de las izquierdas republicanas, o a la obcecaci¨®n inmovilista de las derechas. E incluso, en ¨²ltimo t¨¦rmino, si las izquierdas pecaron por exceso, al hacer imposible la convivencia con las derechas, o por defecto, al preferir la conciliaci¨®n a una actitud decidida mente reformadora, que pudo haberles ganado un apoyo m¨¢s firme de las clases populares y haberles hecho viable el desarme de sus enemigos potenciales.
El libro de Jackson nos ofrece una perspectiva adecuada, al situar la guerra civil en el contexto pol¨ªtico de la Segunda Rep¨²blica. Ninguna otra de las visiones de conjunto que circulan entre nosotros lo hab¨ªa conseguido hasta ahora. Que, al cabo de doce a?os de su primera edici¨®n, haya que seguir diciendo que este libro es irreemplazable, dice mucho de su calidad, pero tambi¨¦n del fracaso de la mayor parte de la copiosa bibliograf¨ªa sobre la Rep¨²blica y la guerra civil. S¨®lo cabe esperar que esta reciente edici¨®n espa?ola, al facilitar su difusi¨®n, se convierta en est¨ªmulo para conseguir que en el futuro florezca entre nosotros una investigaci¨®n a unos patrones acad¨¦miha de valorarse m¨¢s en t¨¦rminos de utilidad social que de adecuaci¨®n a unos patrones acad¨¦micos- que haga posible superar el libro de Jackson. Hoy por hoy, todav¨ªa, sigue siendo lectura obligada y punto de partida indispensable.
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