El poder pol¨ªtico del Tribunal Supremo
?No estamos acostumbrados a gestos como el que ayer adopt¨® el Tribunal Supremo. Lo habitual entre nosotros, bajo el antiguo r¨¦gimen. era que las instituciones funcionasen en una especie de armon¨ªa preestablecida, siguiendo las directrices del jefe del Estado. Por otro lado, no se admit¨ªa la divisi¨®n de poderes, y en los textos fundamentales se proclamaba que s¨®lo exist¨ªa distinci¨®n de funciones, con unidad de mando. El art¨ªculo segundo, II, de la ley Org¨¢nica del Estado, de 1967, fue redactado en t¨¦rminos rotundos: ?El sistema institucional del Estado espa?ol responde a los principios de unidad de poder y coordenaci¨®n de funciones. ?Pero esos postulados carecen ahora de vigencia social, aunque -claro es- no hayamos alcanzado a¨²n un sistema de poderes de origen y ejercicio democr¨¢ticos. No obstante, y adelant¨¢ndose a lo que ma?ana ser¨¢ el Tribunal Supremo, sus actuales componentes se pronunciaron ayer contra el Gobierno. Algo ins¨®lito aqu¨ª, que ha dejado a la gente estupefacta.
Se utilizan instrumentos tan eficaces como las mociones de censura y las votaciones de confianza, que pueden desencadenar procesos pol¨ªticos de mucho alcance. La disoluci¨®n del Parlamento es otro de los medios empleados cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo no marchan de forma arm¨®nica. Y por parte del poder judicial, en algunos reg¨ªmenes, cabe declarar la inconstitucionalidad de las leyes aprobadas por el Parlamento, que de este modo quedan sin efecto jur¨ªdico, y es posible tambi¨¦n anular decisiones de los gobiernos.
Nada excepcional en esos mundos de Dios resulta, pues, una divergencia entre el Tribunal Supremo y, el Gobierno; o entre los magistrados y los parlamentarios; o entre estos ¨²ltimos y los ministros. Como dec¨ªa Montesquieu, en sentencia cl¨¢sica, el poder debe frenar al poder.
Pero entre nosotros todo esto constituye una novedad. Ayer se comprob¨®, cuando se difundieron las primeras informaciones sobre la postura desfavorable del Tribunal Supremo respecto a la forma de designar por el Gobierno el presidente de su sala IV. ( ... )
Cosas an¨¢logas veremos en el porvenir nuestro. En la tarde de ayer no se entend¨ªa nada de lo sucedido en el palacio de Las Salesas. No estamos acostumbrados a la divisi¨®n de poderes; nadie ve en el entorno instituciones realmente democr¨¢ticas.
Tendremos que ir, poco a poco, cambiando de nombres demasiado conocidos por sus obras anteriores y hemos de habituarnos a estas sensaciones nuevas, que ya son viejisimas para los ciudadanos de los pa¨ªses m¨¢s avanzados.
, 30 marzo
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