Tipos de inter¨¦s
HACE VARIOS d¨ªas, algunos grandes bancos expusieron en las p¨¢ginas de este diario sus opiniones sobre las posibles ventajas e inconvenientes de la libertad de tipos de inter¨¦s. Trat¨¢ndose de tema tan crucial era l¨®gico esperar la falta de acuerdo que all¨ª se manifest¨®. Es m¨¢s, tampoco cabe calificar de sorprendentes las discrepancias de enfoque y tratamiento formal: hubo quien contest¨® de forma concisa y precisa, hubo quien en pocas l¨ªneas no con test¨®..., y quien tampoco respondi¨® empleando muchas. A todos EL PAIS agradece su atenci¨®n y no duda que la opini¨®n p¨²blica estar¨¢ ahora mejor informada respecto a tan delicada cuesti¨®n.Dicho esto, hemos de afirmar que no se pretende aqu¨ª glosar aquellas respuestas, pues respetamos tanto las razones de las instituciones que est¨¢n a favor de la liberalizaci¨®n corno las de aqu¨¦llas que se oponen. Intentamos s¨®lo desvelar los motivos que pueden explicar las demoras sufridas por la puesta en pr¨¢ctica de una medida anunciada por el Gobierno en dos ocasiones -octubre de 1976 y febrero de 1977-. Para ello, y siguiendo el procedimiento deductivo, tan aplicado en las novelas polic¨ªacas, vamos a repasar los supuestos intereses que los dos protagonistas principales -Ministerio de Hacienda y gran banca- pudieran tener en este importante asunto, sin olvidar un personaje en segundo plano -las Cajas de Ahorro- pero no por ello menos importante. Para el Ministerio de Hacienda debe estar ya muy claro, que cualquier maniobra liberalizadora ha de comenzar por los fondos p¨²blicos. La primera repercusi¨®n de ello ser¨ªa un incremento en el coste de la Deuda para el Tesoro, lo que le obligar¨ªa, tarde o temprano, a replantearse toda la ?generosa? pol¨ªtica actual del cr¨¦dito oficial. Esa libertad arrastrar¨ªa la supresi¨®n del actual intervencionismo de la Junta de Inversiones del Ministerio en las condiciones de emisi¨®n de los t¨ªtulos privados de renta fija, permitiendo que las empresas emitieran a tipos de mercado y negociaran directamente con los inversores institucionales -fundamentalmente, aun cuando no solo, las Cajas- las condiciones de sus emisiones.
Semejante libertad acarrear¨ªa consecuencias que el Ministerio de Hacienda no puede por menos de temer. En, primer lugar, la libertad supondr¨ªa un encarecimiento en la financiaci¨®n de sectores como el el¨¦ctrico o de empresas como las del INI, al cual seguir¨ªan una fuerte presi¨®n para elevar las tarifas de las primeras, la necesidad de un cambio radical en la orientaci¨®n de la empresa p¨²blica, o probablemente una mezcla de ambas.
Las razones de la banca, o al menos de parte de ella, para oponerse a la libertad de los tipos son diferentes. Sometidos a una presi¨®n creciente en sus beneficios, algunos grandes bancos, de mentalidad? conservadora y acostumbrados a vivir con las seguridades que les ha suministrado la falta de competencia y la existencia de un margen confortable entre tipos activos y pasivos, rechazan una liberalizaci¨®n que tendr¨ªa para ellos tres consecuencias negativas: propiciar la competencia en el sector v¨ªa precios y no por medio de servicios como hasta ahora; impulsar una mayor rivalidad por parte de las Cajas en operaciones activas, por el momento patrimonio exclusivo de los bancos; y eliminar el pretexto de la baja rentabilidad de los fondos p¨²blicos incluidos en el coeficiente legal -incluso podr¨ªa contemplarse su desaparici¨®n paulatina-, enfrentando a la banca con la necesidad de participar en la financiaci¨®n de proyectos a largo plazo, en los cuales aparecen interesadas empresas con ella vinculadas y que, hasta ahora, corren a cargo del cr¨¦dito oficial.
Para terminar, dos l¨ªneas sobre los intereses de las Cajas en esta operaci¨®n. Sumidas en la discreta penumbra de un segundo plano, las Cajas no est¨¢n por ello menos implicadas en esta comedia de intereses, en la cual el ¨²nico perjudicado parece que seguir¨¢ siendo el ahorrador espa?ol. Las Cajas se juegan mucho en la operaci¨®n. No puede olvidarse que, con el destino del 70% de su activo fijado por el Ministerio de Hacienda, dif¨ªcilmente podr¨ªan soportar el encarecimiento de sus pasivos que supondr¨¢ la subida de los tipos sin una reducci¨®n sustancial de ese porcentaje o un incremento notable de su rentabilidad. En todo caso la operaci¨®n es complicada, pero las dificultades se agrandan a¨²n m¨¢s cuando se recuerda que las Cajas no son instituciones lucrativas como los bancos, si bien diariamente reivindican una equiparaci¨®n legal y operativa con ellos casi completa. Aqu¨ª existe una contradicci¨®n entre su finalidad ben¨¦fico-social y sus deseos de convertirse en aut¨¦nticos intermediarios financieros, que las propias Cajas deber¨ªan aclarar cuanto antes en beneficio de su propia imagen y de un mejor funcionamiento del sistema financiero.
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