Gironazo
El discurso de Jos¨¦ Antonio Gir¨®n le ha sentado mal a EL PA?S y nosotros encontramos el hecho natural y l¨®gico, siendo EL PA?S lo que es, y representando la paella intelectual y pol¨ªtica que representa. En su consejo figura, sin ir m¨¢s lejos, el se?or Tamames, turista de primera y comunista de la fila doble cero. Sobre las orientaciones pol¨ªticas de EL PA?S estamos en condiciones de asegurar que el se?or Mart¨ªn Villa, ministro de la Gobernaci¨®n y presumible autoridad en la materia, afirm¨® en cierto almuerzo que dicho peri¨®dico era un ¨®rgano del Partido Comunista, a la vez que uno de sus m¨¢s ¨ªntimos colaboradores acusaba a RTVE de ?dar a los espectadores diariamente la gu¨ªa de la subversi¨®n?. Extra?a a nuestra natural modestia que EL PA?S dedique su mejor prosa a algo que juzga textualmente as¨ª: ?Nada m¨¢s excluyente, partidario, simplista, t¨®pico, superficial, artificioso, inconsistente, aburrido e inveros¨ªmil que los ¨²ltimos discursos del se?or Gir¨®n.? Batir con su artiller¨ªa dial¨¦ctica el ¨²ltimo discurso —por ahora— de nuestro presidente, o es necedad tan sublime como arrearle a un mosquito con una bomba de hidr¨®geno, o muestra de debilidad mental, o es s¨ªntoma de preocupaci¨®n manifestada con ingenuidad de doctrinos del periodismo. Si la Confederaci¨®n no representa a nadie, ?para qu¨¦ atacarla o mentir sobre ella calific¨¢ndola de paraestatal? No hay en el editorial de EL PA?S ni un solo argumento. Ni si quiera se contesta al discurso de nuestro presidente. Se limita su dial¨¦ctica a un escarceo difamatorio, seg¨²n instrucciones de Bucarest y del PC. ?A qu¨¦ viene reprochar a Gir¨®n, como antiguo ministro de Franco —igual que m¨¢s de un accionista de EL PAIS—, los encarcelamientos de ?innumerables mon¨¢rquicos, democristianos, liberales, marxistas y hasta falangistas por el mero hecho de tener ideas distintas a las suyas?? El editorialista ataca y menosprecia as¨ª a la independencia del poder judicial, y por tanto de los tribunales, adem¨¢s de exagerar en cuanto a todos los encarcelamientos en general y al de los mon¨¢rquicos en particular. Que se sepa, durante much¨ªsimos a?os, el ¨²nico mon¨¢rquico activo que hubo en Espa?a fue el jefe del Estado y general¨ªsimo de los Ej¨¦rcitos nacionales, Francisco Franco, y, aunque le duela a Carrillo, no pas¨® ni un d¨ªa en la c¨¢rcel.
Con aire irremediablemente entre chismoso y sopl¨®n, EL PA?S se descalifica a s¨ª mismo —tarea realmente f¨¢cil desde su primer n¨²mero y en la que insiste con oportunidad y esmero envidiables— al negar sus propias rectificaciones (31 octubre 76). Rematar una mala faena con la demag¨®gica pu?alada de Fuengirola es confesar que ni sus propios redactores leen EL PA?S. En lo cual nosotros, honestamente, les reconocemos un principio de buen gusto.
, 30 marzo
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