Perdiendo el respeto a Aristóteles
Con justicia, escribe Rozas al comienzo de su libro que el Arte Nuevo de Lope es obra capital de toda la cultura espa?ola. Importa, claro, por la exposición que en la pieza hace de la preceptiva dramática de la comedia, género -parece inútil subrayarlo asimismo fundamental en nuestra cultura.La comedia, en efecto, ha sido considerada por la crítica reciente desde dos puntos de vista: en cuanto concepción poética original (de lo que es muestra este trabajo, así como -por ejemplo- el largo capítulo segundo de El Teatro y la teatralidad del Barroco, de E. Orozco), y como producto de letras e ideas explicable sociológicamente (a la cabeza de este modo de consderación encontrarnos el tratado de J. A. Maravall, La cultura del Barroco). A su vez, los libros de Orozco y Maravall -resultan convergentes -me parece-, y suponen el logro de las mismas tesis explicativas por parte de especialistas en diferentes disciplinas.
J
M. RozasSignificado y doctrina del Arte Nuevo de Lope de Vega. Madrid, S.G.E.L., 1976, 195 págs.
El trabajo de Rozas, por su parte, está elaborado con la destacada penetración sicológica y cordial que ha demostrado poseer este profesor, lo que le permite esclarecer quizá definitivamente alguno de los aspectos más borrosos de ese escrito de Lope que hace sólo unos diez a?os, don José F. Montesinos tenía por uno de los. peor entendidos dé la literatura espa?ola. Nuestro autor lo explica atendiendo a que el Arte Nuevo fue trabajo escrito para una academia del siglo XVII, y Lope admirado como literato-, habiendo sabido -además- vivir a su aire y prosperar: ?Era el hijo de un bordador que había llegado a la fama literaria, y tuvo que ir a decirles a los seudocultos y cultos cómo era su arte. Soltó, en la parte central del texto, su doctrina. Y lo hizo divirtiendo, teatralmente.?
Lope rompe, sobre todo, con el arte antiguo, con la idea de la tragicomedia, por lo que bien se pude decir, parafraseando el verso 190 del Arte, que comienza por perder el respeto a Aristóteles. Tragicómico es el teatro no clásico, no greco-romano-galicista, sino (en todo o en parte),?el teatro medieval, el isabelino, el romántico, el valleinclanesco, el brechtiano y el teatro del absurdo?. Efectivamente, Lope, en su concepción tragicómica, hermana a rey con pueblo (lo intuye muy bien Rozas) en una falseada democracia; Maravall ha insistido mucho en ello. Estéticamente, lo tragicómico supone el gusto y no la regla; de ahí que, de lo mensurable del Renacimiento, pasemos a la naturaleza vencedora del arte, como ilustró M. Pidal en su memorable artículo de 1935.
Otro hecho notorio del teatro lopeveguesco es el de la existencia de la segunda acción; se trata de algo de raíz barroca, pues así, de manera doble y compleja, queda mostrado ?lo particular y lo general, lo práctico y lo teórico, lo dramatizable histórico y lo directamente historiable?. La segunda acción, en su sustancia de contenido, sirve para hacer propaganda del sistema monárquico-estamental; la primera, denuncia los conflictos particulares del mismo. Rozas cree, en parcial y matizada discrepancia con Maravall, que ?la denuncia que el teatro barroco hace, no al sistema, pero sí a su casuística, es muy considerable?. Probablemente -pensamos en primera aproximación-, y dada la complejidad de lo histórico, hay de lo uno y de lo otro propaganda denuncia). Pero ya que aludimos a tal egregio historiador, queremos decir que muchas de sus grandes aportaciones a la historia de las ideas que informan las letras espa?olas, no han sido aún asimiladas suficientemente (nos parece) por los filólogos profesionales.
Para final, una impresión de conjunto: Significado y doctrina del Arte Nuevo de Lope de Vega es libro que encierra claves muy precisas si de verdad se quiere entender lo que fue la vida artística e históricosocial, de nuestra Edad de Oro.
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