Chapuzas sindicales
Ya tenemos ley de Asociaci¨®n Sindical. Seguimos, sin embargo, sin tener libertad sindical, y no parece que del actual Gobierno quepa esperar nada m¨¢s en este campo de la, vida pol¨ªtica.La nueva ley de Asociaci¨®n Sindical es nueva, porque es de ayer, pero es vieja, porque el verticalismo sigue ah¨ª, cambiando, como mucho, los carteles de sus edificios, pero vivito y coleando, aunque sea a costa de la cuota sindical obligatoria que tambi¨¦n subsiste.
La nueva ley de asociaci¨®n sindical no supone la desaparici¨®n del verticalismo. Por el contrario las nuevas asociaciones sindicales se nos presentan como una emanaci¨®n de la todav¨ªa vigente ley Sindical de 1971, y como una interpretaci¨®n actualizada, la ¨²ltima, por el momento, del Fuero del Trabaj¨® de 1938.
Cuando se remoza un edificio se suele aprovechar la oportunidad para mejorar su imagen d¨¢ndole unas capas de pintura. Esta y no otra es la filosof¨ªa pol¨ªtica seguida por el Gobierno a la hora de elaborar el proyecto de ley de asociaci¨®n sindical. Se ha pretendido remozar el verticalismo, mejorando su deteriorada imagen. El resultado, una aut¨¦ntica chapuza sindical, est¨¢ a la vista.
A tal fin, se ha creado la Administraci¨®n Institucional de Servicios Socioprofesionales (AISS), para que nadie hable m¨¢s ni de la CNS ni de la Organizaci¨®n Sindical. Sin embargo, dentro de los edificios del verticalismo, nada ha cambiado, e incluso se los utiliza para propiciar la aparici¨®n de sindicatos amarillos y para ayudar a la implantaci¨®n de los partidos pol¨ªticos de la Alianza Popular.
Se mantiene el verticalismo
Se mantiene vigente la copiosa, legislaci¨®n del verticalismo, contenida en un grueso libro que en su ¨²ltima edici¨®n tiene nada menos que 1.908 p¨¢ginas, pero, a la vez, se autorizan las nuevas asociaciones sindicales. Se mantienen las pautas organizativas de las asociaciones sindicales por ramas de la producci¨®n, pero, a la vez, se ratifican los convenios 87 y 98 de la OIT sobre libertad sindical. Se mantienen los Consejos de Trabajadores y de Empresarios, y seguidamente, se invita al sindicalismo democr¨¢tico a que se legalice.
El pastel sindical del momento admite a¨²n m¨¢s matices, pero creo bastan los se?alados para poner de relieve su naturaleza. La raz¨®n de ser de tan confusa situaci¨®n no es otra que el equivocado camino seguido por el Gobierno en materia sindical y laboral. El Gobierno no se atrevi¨® a decir p¨²blicamente que sus intenciones eran cargarse el verticalismo. Por eso, para no asustar al bunker sindical, elabor¨¦ un proyecto claramente insuficiente, entregando la labor de mejorarlo a la ponencia encargada de la direcci¨®n de los debates en la Comisi¨®n de Leyes Fundamentales de las Cortes.
El resultado est¨¢ a la vista. El verticalismo sigue en pie, y hasta se ha colado en el texto de la nueva ley de Asociaci¨®n Sindical. Las Cortes se encargaron de ello en una sesi¨®n en que el bunker, con la ayuda del nuevo sistema de votaci¨®n electr¨®nica, derrot¨® por tres veces al Gobierno Su¨¢rez y a su ministro de Relaciones Sindicales.
Se cerr¨® le puerta al decreto-ley
Tengo la impresi¨®n de que cuando las Cortes dijeron no a la progresiva enmienda de Sancho Rof, dirigida a sacar de la ley toda referencia a las ramas de actividad, y dijeron s¨ª a las regresivas enmiendas de Alcaina Caballero y de M¨®nica Plaza, el Gobierno Su¨¢rez hubiera preferido que tambi¨¦n le hubieran dicho no al proyecto, en la votaci¨®n global que hubo al final.
De no haberse aprobado la ley, el Gobierno habr¨ªa tenido la oportunidad de regular la libertad sindical por decreto-ley, que es lo que debi¨® de hacer desde el primer momento.
Pero el bunker, que lo sab¨ªa, no le dio tal gozo al Gobierno, y le aprob¨® la ley para as¨ª poder desacreditar m¨¢s al Gobierno. Con la votaci¨®n final la chapuza sindical estaba consumada.
La culpa, dig¨¢moslo bien claro, es de quienes desde el Gobierno no han hablado claro, de quienes han pretendido democratizar la legislaci¨®n sindical de una dictadura, de quienes han pretendido mezclar autocracia y democracia, de quienes creyeron que cab¨ªa la reforma sindical olvidando que el bunker no se rinde. Por eso la ley de asociaci¨®n sindical es, por el momento, la m¨¢s clara expresi¨®n de fracaso del reformismo del Gobierno Su¨¢rez, que ha ca¨ªdo de lleno en la trampa del verticalismo, cuyos hombres sal¨ªan gozosos el d¨ªa 30 de marzo, del viejo palacio de las Cortes, donde cuando haya libertad para todos los partidos pol¨ªticos, podremos o¨ªr las discusiones de una Constituci¨®n que en un ¨²nico articulo, porque no hacen falta m¨¢s, proclamar¨¢ la libertad sindical. Entretanto, y al margen de lo que pase en las f¨¢bricas, de libertad sindical, nada.
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