Un nuevo sistema electoral: el voto negativo
El sistema electoral convencional otorga una prima a la pasi¨®n, porque en las elecciones prima sobre el elector la pasi¨®n sobre el juicio, sobre todo en los pa¨ªses meridionales.El resultado de la prima a la pasi¨®n es que tienen las m¨¢ximas posibilidades pol¨ªticas lo s partidos de derecha y los de izquierda. Los discursos electorales que arrastran m¨¢s votos no son los ponderados, sino los pasionales. Se reducen superlativamente las posibilidades de elecci¨®n de personas del centro, donde se integran los hombres m¨¢s templados y preparados, no susceptibles de ser arrebatados por la pasi¨®n y que deben ser los mejores gobernantes del pa¨ªs. La pol¨ªtica se desarrolla a lo largo del tiempo en forma pendular, perdiendo mucha de su eficacia constructiva en la neutralizaci¨®n de la etapa contraria anterior, dejando olvidado al torso del pa¨ªs y a su masa templada e intermedia, la cual, inclin¨¢ndose alternativamente a un lado o a otro, otorga el triunfo a un extremo o a otro, sin obtener nunca un triunfo suyo propio. De la inspiraci¨®n, de signo negativo de los vencedores se puede decir con frecuencia lo que Ortega preguntaba en una ocasi¨®n: ?Ya sabemos lo que no son, ahora que nos digan lo que son. ? La falta de afirmaciones entra?a su esterilidad pol¨ªtica ulterior. El sistema electoral postulado es igual o m¨¢s democr¨¢tico que el convencional, pero en vez de otorgar una prima a la pasi¨®n, la otorga a la ponderaci¨®n, que es m¨¢s merecedora de ello, dando posibilidad propia a la pol¨ªtica del centro.
Consiste en que cada persona, en lugar de tener un voto afirmativo, tenga dos votos, uno afirmativo y otro negativo. El triunfo se otorga a la candidatura cuya diferencia entre votos afirmativos y negativos sea mayor. En esta forma sucede que los partidos extremos, si bien tienen muchos votos afirmativos, tienen tambi¨¦n muchos votos negativos que neutralizan los anteriores. El centro, sin embargo, puede que tenga inicialmente menos votos afirmativos, pero tendr¨¢ pocos votos, negativos. El votante puede hacer uso solamente de su voto negativo, si ninguna candidatura le complace, con lo que el resultado de la elecci¨®n es m¨¢s representativo.
En la historia pol¨ªtica reciente de varios pa¨ªses europeos, los votos comunistas y fascistas son, en realidad, votos negativos, que ser¨ªan, -naturalmente, operantes ejercit¨¢ndolos como lo que son realmente, sin tener la consecuencia de entorpecer al tiempo el mecanismo pol¨ªtico con un triunfo p¨ªrrico siguiendo la ?t¨¢ctica de lo peor? ya hemos visto con qu¨¦ consecuencias.
Con frecuencia, hombres que no son ni de derechas ni de izquierdas han figurado en estos partidos, no por convicci¨®n, sino porque s¨®lo en ellos sus aspiraciones pol¨ªticas pueden tener vialidad. En el sistema propuesto, los hombres del centro tendr¨ªan posibilidades pol¨ªticas propias y no prestadas. Estos hombres, m¨¢s objetivos y menos apasionados, podr¨ªan gobernar con su fuerza pol¨ªtica propia, sin deber su triunfo a votos que no son suyos, generalmente a costa de compromisos y transigencias no siempre gratas y confesables, sin necesitar perder sinceridad en propaganda y programa, por temor de perder apoyo electoral.
El sistema democr¨¢tico debe neutralizar sus inconvenientes, sin que por esto pierda la base de estabilidad procedente de su origen popular.
El sistema electoral es una pieza fundamental de la democracia, de la que es su mecanismo, siendo probable que los defectos imputados a la democracia procedan en realidad de un mecanismo inadecuado, susceptible de ser mejorado.
Se trata de reparar un defecto secundario del sistema electoral convencional, el cual, al quitar viabilidad pol¨ªtica a los grupos, templados, situados en el centro, ha creado la mayor causa de ineficacia de dichos sistemas. El pol¨ªtico nato, si quiere ejercer su vocaci¨®n, s¨®lo podr¨¢_hacerlo en los partidos viables pol¨ªticamente, aunque ello se produzca con menos convicci¨®n. Estos partidos reciben as¨ª una fuerza que no es suya. En el momento que el centro sea pol¨ªticamente viable, recibir¨¢ sus adeptos naturales, y tambi¨¦n se agrupar¨¢n en ¨¦l, fuerzas complementarias, no genuinas, por la ' s mismas razones se?aladas en sentido contrario. La pol¨ªtica actual, incluso en los pa¨ªses m¨¢s maduros, exije para su continuidad la adopci¨®n por sus dirigentes de actitudes artificiales o sin diafanidad. Todos hemos visto decisiones de gobierno claramente contrarias al inter¨¦s permanente de la naci¨®n ' declaraciones deliberadamente inexpresivas, abstenciones injustificadas que se adoptan para no comprometer su futuro electoral; hay argumentos tambi¨¦n, por justificados y razonables que sean, que los pol¨ªticos se abstienen de exponer y defender porque les enajenan o creen que les enajenan, sectores importantes de la opini¨®n, lleg¨¢ndose a actitudes confusas o programas limitados, a generalidades o buenos deseos que todos puedan suscribir. Las posiciones ser¨¢n con el sistema electoral que propugnamos, m¨¢s claras, definidas y ,aut¨¦nticas, sin peligro de perder posibilidades electorales.
Se podr¨ªa alegar que este sistema permite el triunfo del centro con pocos votos a favor y careciendo posiblemente en su comienzo de masas importantes, pero eso ser¨¢ hasta que el centro disponga de la viabilidad electoral de que ahora carece, en cuyo momento se nutrir¨¢ de los que ahora sin, convicci¨®n se unen a la derecha o a la izquierda, a m¨¢s de los ramalazos de circunstancias del pa¨ªs favorables. Adem¨¢s, el centro deber¨¢ gozar de las simpat¨ªas de una extensa masa neutra, actualmente abstencionista, en desacuerdo con las pol¨ªticas -extremas, en cuya masa renacer¨ªan las esperanzas.
No debe olvidarse que si este sistema electoral puede llegar a permitir el triunfo del centro con pocos votos a favor, el sistema convencional actual permite, sin embargo, ganar con muy pocos votos de diferencia, y no sabemos que es peor, si que el triunfador sea seguido de menos masas, o que gobierne contra la voluntad de la mitad del pa¨ªs. Creemos que este sistema representa una contribuci¨®n eficaz para neutralizar los efectos perturbadores que las masas y sus pasiones producen en el buen funcionamiento de la pol¨ªtica y, por tanto, en las posibilidades de libertad individual. La pasi¨®n pol¨ªtica ahonda las diferencias entre los nacionales de un pa¨ªs, pero cualquier excitaci¨®n de la pasi¨®n con el voto, negativo ser¨¢ est¨¦ril, porque si bien atraer¨¢ votos afirmativos, en la misma medida producir¨¢ los negativos opuestos, ya que cualquier demagogia no excitar¨¢ solamente una pasi¨®n, sino tambi¨¦n la contraria. Las masas pasionales opuestas quedar¨¢n neutralizadas entre s¨ª, compensadas una con otra, dejando libre el campo a, la moderaci¨®n. Tales masas extremas, que son el obst¨¢culo actual de una buena pol¨ªtica, se encontrar¨¢n pronto sin hombres capaces que las dirijan, los cuales, en siendo posible y m¨¢s fecundo, preferir¨¢n tener su posici¨®n en las zonas moderadas m¨¢s afines al esp¨ªritu ecu¨¢nime.
Para conquistar los votos de las masas se excita la demagogia, sin perjuicio de que en la proximidad del Poder aquellos que encienden la guerra interna resulten mit¨ªficamente investidos de lo que se llama sentido gubernamental, con lo que se da a entender que ya no son tan demagogos como parec¨ªan. Resulta, pues, que las virtudes para conseguir votos son bastante contrarias a las necesarias para gobernar. Muchos hombres de buena fe podr¨¢n as¨ª entrar eficaz frente en la pol¨ªtica, noble actividad, con frecuencia rehusada, por considerarla casi un vicio, ?el vicio de los hombres buenos?, como dec¨ªa do?a Constancia Gamazo, la esposa de don Antonio Maura y hermana de los pol¨ªticos castellanos.
Con el sistema electoral actual resulta muchas veces necesario adherirse a candidaturas de coalici¨®n, a las que no se va de buen grado por el confusionismo que tal cosa representa., Con el voto negativo tales coaliciones no ser¨¢n necesarias.
En el desarrollo de la vida pol¨ªtica posterior a las elecciones se puede plantear en todos los sistemas el problema de la excesiva divisi¨®n de los partidos. El grupo gobernante, unido temporalmente por las circunstancias, carece de un m¨ªnimo de homogeneidad y coordinaci¨®n, con lo que se dificulta considerablemente la normalidad, la estabilidad y la permanencia de los Gobiernos.
En los pa¨ªses m¨¢s cultos y m¨¢s desarrollado! pol¨ªticamente, la conciencia pol¨ªtica del pa¨ªs ha llevado a la consecuencia de establecer solamente dos partidos que se turnan, y el triunfo de uno de ellos le da una garant¨ªa de permanencia durante cierto tiempo. Esto se consigue con una madurez pol¨ªtica del pa¨ªs aun que no sin injusticia, como por ejemplo en el caso de Inglaterra, con la falta de posibilidades del Partido Liberal, no obstante el gran n¨²mero de votos de que dispone.
Cuando la madurez pol¨ªtica no se produce, este defecto de la proliferaci¨®n de partidos se puede corregir por adecuadas reglamentaciones que afectan a una sola legislatura, una vez proclamados los candidatos y formada la C¨¢mara, pero quede esto para otra ocasi¨®n. Finalmente, siendo esta iniciativa bastante antigua, debo decir tambi¨¦n que cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.