Oposici¨®n creciente al plan de acci¨®n territorial de Arag¨®n
A la ya veterana cuesti¨®n de los regad¨ªos pendientes de realizaci¨®n en la regi¨®n aragonesa desde el a?o de la subida al trono del rey Alfonso XIII (1902), se han sumado en todo lo que va de siglo una larga lista de reivindicaciones regionales aragonesas que comienzan en los temores por la realizaci¨®n del trasvase del Ebro, y van a desembocar en la cuesti¨®n autonomista, pasando por el gran paquete de medidas pendientes, que, para estas provincias, vendr¨ªan incluidas en el proyectado plan director territorial.
Para muchos aragoneses su tierra, dicen, ha empezado a convertirse en fuente de material humano para el desarrollo de otras provincias y sus campos propiamente dichos, en centros exportadores de setas (aqu¨ª conocidas como ?rebollones?) objeto de un ¨¢vido consumo en Barcelona y su entorno industrial.Independientemente de estas sicosis de subdesarrollo al servicio de otras regiones, los desequilibrios demogr¨¢ficos y econ¨®micos de Arag¨®n, han producido el desmesurado crecimiento de Zaragoza, y su ¨¢rea urbana. Hoy las barriadas perif¨¦ricas de la ciudad, re¨²nen a mayor n¨²mero de aragoneses que cualquiera de sus provincias, de ah¨ª que los movimientos de defensa y promoci¨®n del medio urbano de Zaragoza, encabezados por una docena de asociaciones de barriada, constituyan hoy todo un problema de entidad regional.
Pretender establecer, adem¨¢s de esta cuesti¨®n referente a la ciudad de Zaragoza, una clasificaci¨®n de las exigencias que la regi¨®n plantea hoy a la Administraci¨®n central por grados de inter¨¦s, es tarea in¨²til. Las manifestaciones verbales, escritas y callejeras que se produjeron en las tres provincias aragonesas durante 1974 al 76, con motivo de la inminencia en la realizaci¨®n del trasvase de las aguas del Ebro u la cuenca del Pirineo oriental, (l¨¦ase ¨¢rea metropolitana de Barcelona), sin existir, como contrapartida, una firme decisi¨®n oficial de emprender la gran obra de ingenier¨ªa de los regad¨ªos aragoneses, despertaron en su conjunto una verdadera corrient¨¦ popular,de oposici¨®n a muchas gestiones emanadas de la Administraci¨®n central, con respecto al futuro de Arag¨®n. Este clima de oposici¨®n, desemboc¨® no hace muchos meses en la solicitud de los Presidentes de las tres diputaciones aragonesas al ministro de la Vivienda de que suspendiera su inminente viaje a Teruel para poner en marcha los trabajos del primer plan director territorial para la regi¨®n aragonesa.
Esa corriente de opini¨®n, basada en la defensa de los intereses de Arag¨®n, se encuentra, si no divorciada, s¨ª al menos bastante alejada de las perspectivas ofrecidas hasta el momento por los partidos pol¨ªticos que van a dirimir la composici¨®n de las pr¨®ximas Cortes.
Un nuevo reflejo de esa corriente de opini¨®n aragonesista, se est¨¢ empezando a producir en estos d¨ªas, a partir de la celebraci¨®n de unas reuniones de trabajo a las que asisten representantes de numerosas entidades sociales, recreativas y culturales de la regi¨®n. En conjunto, estas asociaciones de origen no espec¨ªficamente pol¨ªtico, pretenden ofrecer una alternativa desde la propia regi¨®n a los proyectos gubemamentales de ordenar el territorio aragon¨¦s.
Esta alternativa contemplar¨ªa muchos focos de temor denunciados en repetidas ocasiones desde Zaragoza, a saber: el trasvase sin regad¨ªos como contrapartida; la puesta en pr¨¢ctica de los proyectos para instalar varias centrales nucleares m¨¢s en la cuenca media del Ebro; el desmesurado crecimiento de Zaragoza, en detrimento de las posibilidades para las comarcas aragonesas; la promoci¨®n industrial de las zonas m¨¢s deprimidas, que hasta la fecha han brillado pr¨¢cticamente por su ausencia; la continuidad de fuerzas militares de una potencia extranjera en territorio aragon¨¦s, (base a¨¦rea de Zaragoza), unida a la dependencia de amplias zonas de la provincia de Zaragoza a las necesidades de pr¨¢cticas militares; la ausencia, cada vez mayor, de servicios sanitarios y educacionales en el medio rural, principalmente en el de la provincia de Teruel; los latifundios improductivos y otras cuestiones de ¨¢mbito provincial y comarcal, que, sin embargo, y en los ¨²ltimos tres a?os, han empezado a ser asumidas desde perspectivas regionales.
Las dificultades existentes, en la red viaria regional aragonesa y la necesidad de asistencia m¨¦dica y siqui¨¢trica, fueron algunos de los motivos que impulsaron a las Diputaciones de Huesca, Teruel y Zaragoza a constituir, hace m¨¢s de tres a?os, un proyecto de mancomunidad regional destinado a la realizaci¨®n de obras y servicios en Arag¨®n.
Las jornadas de trabajo de esta comunidad general de Arag¨®n, empezaron a desarrollarse a partir de 1974 en el sentido antes expuesto: lograr una mancomunidad regional con afribucionel propias, alcanzadas por medio de la cesi¨®n de ciertas atribuciones ejecutivas que se encuentran en manos de las corporaciones provinciales.
Uno de los objetivos de esa mancomunidad regional en ciernes, era colaborar en la planificaci¨®n del territorio, si bien las diputaciones consideraron que tal atribuci¨®n no les correspond¨ªa, por estar determinado en la ley del suelo que tal plaffificac¨ª¨®n podr¨ªa ser realizada, a nivel provincial, por cada una de las corporaciones afectadas y no de manera globalizada. Este modo de interpretar la ley del suelo por parte de las diputaciones aragonesas a la hora de estudiar la viabilidad de redactar conjuntamente un plan director territorial para Arag¨®n, ha sido motivo de fricci¨®n en los ¨²ltimos meses. Algunas fuerzas sociales y pol¨ªticas de Arag¨®n consideraron que la decisi¨®n de las diputaciones provinciales de aceptar que el plan director territorial fuera proyectado y ejecutado de acuerdo con las disposiciones directas del Ministerio de la Vivienda, era poco menos que una cesi¨®n de atribuciones a la administraci¨®n central, aparentemente interesada en cuestiones que ata?en de forma muy directa al futuro del territorio aragon¨¦s, tales como la demora en la realizaci¨®n de los regad¨ªos pendientes, la construcci¨®n del cauce para el trasvase de las aguas del Ebro, proyectos que podr¨ªan reunir un definitivo ?placet? o una adecuaci¨®n diferente, seg¨²n el talante con el que se redacte el inminente plan director territorial para la regi¨®n aragonesa.
La oposici¨®n a que el plan director territorial sea redactado por encargo directo de la administraci¨®n central y con intervenci¨®n mayoritaria de autoridades ministeriales en su ejecuci¨®n, ha provocado la paralizaci¨®n de este proyecto del Ministerio de la Vivienda, y, al mismo tiempo,.ha tra¨ªdo consigo la aparici¨®n de corrientes de opini¨®n contraria.
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