Tradiciones piadosas

El 19 de abril del pasado a?o; lunes de Pascua, fui testigo de un ins¨®lito y sorprendente espect¨¢culo en Cacabelos (Le¨®n), viajando por carretera hacia Madrid. Una enorme multitud invad¨ªa la nacional VI -por lo visto, los ni?os eran dos millares- celebrando un acto religioso de extraordinaria duraci¨®n. La caravana de veh¨ªculos formada a uno y otro lado del tap¨®n era formidable, no existiendo aviso alguno que informara a los que iban desde Galicia de la posibilidad que ten¨ªan, retrocediendo unos metros, de continuar su camino desvi¨¢ndose por Toral.Un ind¨ªgena agresivo y desaforado se permiti¨® insultar soezmente a la atribulada se?ora que maniobraba con su coche para utilizar la citada desviaci¨®n. Cual gamberro celtib¨¦rico se sent¨ªa amparado por la masa, de la que formaba parte, aclarando a voces que el propio General¨ªsimo hab¨ªa esperado pacientemente en similar circunstancia y pidiendo m¨¢s respeto (?De qui¨¦n y a qui¨¦n?)

Yo no vi nunca nacia parecido. Si la presente carta sirve para que la conservaci¨®n de una tradici¨®n piadosa no tenga lugar a costa de los derechos del viandante, usuario en aquellos momentos, quiz¨¢ con motivos urgentes, de un servicio p¨²blico como es una carretera nacional, considerar¨¢ ¨²til haberla escrito su afect¨ªsimo servidor.