Espa?a desperdici¨® la ocasi¨®n de obtener algo positivo
Espa?a perdi¨® con Rumania, seg¨²n era previsible, simplemente por no haber aprovechado, nunca la debilidad t¨¦cnica de un equipo rival s¨®lo fuerte f¨ªsicamente. El orden espa?ol brill¨® por su ausencia cara a lo que en f¨²tbol es tan decisivo como el gol. Se repuso del desorden total del principio, pero nunca lo suficiente.El comienzo rumano no pudo ser mejor. Pese a la tarjeta que se llev¨® Dimitru por su segunda entrada de impresi¨®n a Asens¨ª, el fallo de Cap¨®n, primero, y el embarullamiento de Pirri, que no se entendi¨® con Benito, despu¨¦s, facilitaron el gol. Realmente, hasta ese momento, lo ¨²nico claro del partido hab¨ªa sido la dureza rumana, cuyas entradas, tanto de defensas como de delanteros, asustaron quiz¨¢ m¨¢s de lo debido al remilgado f¨²tbol espa?ol. Por otro lado, simplemente con esa fuerza y la batuta directora de Dimitru, un maestro del toque de bal¨®n, fue suficiente para acabar de romper un equipo espa?ol perdido por el campo en dos mitades: Rub¨¦n Cano y Juanito estuvieron solos delante, y la defensa fue sorprendida demasiadas veces por los balones altos rumanos. Miguel Angel, a lo largo de la primera mitad, se llev¨® dos sustos considerables al no despejar de cabeza Pirri y Benito, respectivamente.
Tras el gol, el tiro de Sames a la misma cruz derecha del marco espa?ol dio todav¨ªa m¨¢s miedo. El central, con Rub¨¦n Cano en la derecha y Juanito por la izquierda, en ese momento se hab¨ªa ido solo al ataque. Era una demostraci¨®n de que el centro del campo espa?ol, pese a contar con cuatro hombres -Asensi incluso se adelantaba m¨¢s al ataque que Churruca- no hac¨ªa m¨¢s que llenar la zona, pero sin dominarla. Los saques de falta de Dimitru, adem¨¢s, eran un peligro continuo.
El cambio de tono, pese a notarse una vez m¨¢s que para conjuntar un equipo se deben jugar muchos m¨¢s partidos de preparaci¨®n, vino a partir de los diecisiete minutos. Se demostr¨® tambi¨¦n que Rumania no es nada del otro jueves si se juega ante ella ordenadamente. No volv l¨® a tener ninguna ocasi¨®n de peligro enjugada. Asensi empeaue?eci¨® a Dimitru, Villar a lordanescu y Leal a Boloni. El barcelonista jug¨® ya magn¨ªficamente ante el peor enemigo, mientras el bilba¨ªno luchaba con un verdadero trot¨®n, y Leal impon¨ªa su clase a la fuerza bruta -nunca mejor dicho- del rubio Boloni.
Una falta, precisamente sacada por el madrile?o, fue rematada casi a ras de suelo por Asensi a los veinti¨²n minutos, en la mejor ocasi¨®n espa?ola de la primera parte.
Espa?a dominaba, pero permanec¨ªa el eterno defecto: las precauciones est¨¢n re?idas normalmente con las posibilidades de ataque. Se notaba, en fin, que la mec¨¢nica no era correcta para culminar un juego en teor¨ªa ordenado como es el f¨²tbol. A Rub¨¦n y a Juanito, por ejemplo, juntos por vez primera, pese a su calidad, no puede ped¨ªrseles entendimiento, y menos entre ellos y el nuevo medio campo formado por Kubala en esta ocasi¨®n.
La segunda parte, pues, se presagiaba dif¨ªcil. Espa?a deb¨ªa atacar y el peligro del contraataque rumano estar¨ªa ya siempre latente. As¨ª sucedi¨®. A los cuatro minutos, Camacho salv¨® un gol seguro al cruzarse ante lorgescu tras un nuevo fallo de Cap¨®n, que en bastantes momentos no estuvo afortunado. Fue una l¨¢stima que Cristian salvara despu¨¦s ante Churruca un bal¨®n servido por Juanito, en lo ¨²nico bueno que hizo en toda la tarde y que un enorme tiro de Leal lo salvara de pu?os.
El partido, l¨®gicamente, estaba cuesta arriba, pero Kubala no hizo ning¨²n cambio. Tambi¨¦n fue algo significativo. lorgescu, nuevamente al contraataque, a punto estuvo de marcar a falta de diez minutos. El ¨¢rbitro escoc¨¦s se hab¨ªa hartado ya de sacar tarjetas amarillas y Cap¨®n hab¨ªa quedado tendido en el suelo por otra dur¨ªsima entrada. Kovacs sustituy¨® entonces a Crisan por Balac¨ª para retener el juego, y la mara?a rumana fue entonces a¨²n m¨¢s impenetrable. Su defensiva, a base de facultades, hab¨ªa sido siempre muy ordenada y su guardameta, seguro. Y hab¨ªa sido suficiente. Asensi lanz¨® fuera una falta a los 85 minutos y ah¨ª se esfumaron las ¨²ltimas esperanzas de empate.
La clasificaci¨®n para Argentina ahora queda en el aire por un gol en fallo y, sobre todo, ante un equipo duro solamente. Al equipo nacional le falta peso espec¨ªfico suficiente para forzar la m¨¢quina en algunas ocasiones, como ¨¦sta de Bucarest, en la cual se ha demostiado nuevamente que no se pueden hacer pruebas sobre la marcha. A este encuentro se tendr¨ªa que haber venido con mucha m¨¢s preparaci¨®n.
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