Democristianos y comunistas itaIianos reducen distancias con cautela
El presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, habl¨® el domingo pasado, en Bari, a sus partidarios, mientras el secretario del Partido Comunista, Enrico Berlinguer, clausur¨® el primer congreso regional de su partido en la Emilia-Romana, la ?regi¨®n roja? italiana.
Desde hace tiempo, los dos l¨ªderes se hablan por se?ales, o por espejos, como quien navega entre escollos. Hace un par de semanas, Moro habl¨® en Florencia y Berlinguer al sur de N¨¢poles. Cuando habla Moro, tiene sobre todo en cuenta que representa a un partido con el 38,7% del electorado. Lo mismo hace Berlinguer, que representa al 34,4%.En Bari, Moro no ha hablado de crisis de Gobierno, ni de programas. Se ha limitado a defender ?una cauta apertura? y a reiterar que a la Democracia Cristiana no hay que pedirle m¨¢s de lo que puede dar. Moro sabe que de un modo o de otro, el encuentro con los comunistas es inevitable o, en otros t¨¦rminos, que es imposible gobernar en1talla ?contra? los comunistas. El partido, despu¨¦s de las elecciones del 20 de junio, ha prometido a su electorado que con los comunistas no se tendr¨¢ ning¨²n contacto, ni directo ni indirecto. Moro ha hablado en Bar? de que ?cierta forma de unidad? es ?bastante ¨²til?. ?La vida pol¨ªtica -ha dicho literalmente- perder¨ªa significaci¨®n, si, aun manteniendo firmes algunos puntos esenciales, no nos tuvi¨¦ramos en cuenta unos a otros y no se tratara de delinear si tales puntos se pueden tratar como puntos de vista comunes en cuanto se refiere a los problemas del pa¨ªs.?
Berlinguer, en Bolonia, ha explicado mejor lo que significa su pol¨ªtica de ?austeridad?. No es ?una pol¨ªtica de pobreza?, de exhortaci¨®n a vestir el sayal franciscano, sino ?de guerra a la desigualdad, a la injusticia, al desempleo, a los derroches, a la corrupci¨®n. Tampoco Berlinguer ha hablado expl¨ªcitamente del Gobierno y de la crisis en marcha. Se ha limitado a constatar la insuficiencia de la f¨®rmula Andreotti, es decir, de ?un Gobi , erno sin una s¨®lida mayor¨ªa parlamentaria?. Para salir de una situaci¨®n que Berlinguer ha definido ?an¨®mala y precaria?, los partidos democr¨¢ticos populares tienen que ponerse de acuerdo. En una frase en que ?probablemente se nos dar¨¢n -ha dicho Berlinguer- responsabilidades m¨¢s altas., aunque no directas, en el gobierno del pa¨ªs?, el l¨ªder comunista ha pedido a sus pros¨¦litos realismo pol¨ªtico, criticando el ?burocratismo? y el ?verticismo? del partido.
Los dos discursos del domingo revelan una pol¨ªtica cauta, gradual, entre temores y sospechas de acercamiento, poniendo de relieve una vez m¨¢s el problema de fondo de la pol¨ªtica italiana: c¨®mo gobernar sin el Partido Comunista. El l¨ªder comunista expres¨® muy bien este dilema por radio: El problema principal es siempre el de tener que asumir una corresponsabilidad en la acci¨®n de gobierno, sin participar directamente en el Gobierno.?
La Democracia Cristiana, sin embargo, tendr¨¢ que pronunciarse esta semana sobre este acercamiento de los comunistas a la mayor¨ªa de Gobierno, un paso m¨¢s para luego llamar a la puerta del poder.
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