La pl¨¦tora universitaria
El domingo d¨ªa 13 de marzo, apareci¨® en EL PAIS un art¨ªculo del profesor Botella Llusi¨¢, titulado ?Proletariado intelectual?. Basta con abrir los ojos para estar de acuerdo con el profesor en lo que se refiere al negro panorama universitario que presenta y a la necesidad de controlar de alguna manera el progresivo aumento del n¨²mero de alumnos. Ahora bien, ?c¨®mo se ha de conseguir ese control? Aunque el profesor Botella Llusi¨¢ no lo dice expresamente en su art¨ªculo, de su lectura se desprende que lo que ¨¦l propone son unas pruebas previas de selecci¨®n. Esto es lo que hasta ahora se ha hecho o lo que se ha intentado por lo menos, aunque con muy poco ¨¦xito.De este tipo de pruebas lo m¨¢s ben¨¦volo que se puede decir es que son injustas. Son injustas, entre otras muchas cosas, porque, si un alumno que ha hecho su bachiller despu¨¦s es suspendido en la prueba de ingreso en la universidad, lo menos amargo que puede sentir es que le han estafado.
?Entonces es que el problema no tiene soluci¨®n? Porque tampoco me parece honrado convertir el problema en demagogia f¨¢cil y hacer inviable cualquier tipo de soluci¨®n. Debe haber soluci¨®n, pero ¨¦sta hay que buscarla en la ra¨ªz misma de donde procede el problema y no en la superficie, que es lo que se ha hecho hasta ahora.
El propio profesor Botella Llusi¨¢, tal vez sin darse cuenta, escribe una frase en el art¨ªculo que podr¨ªa, dar la clave del problema. ?Muchos obreros de la construcci¨®n -dice ¨¦l- ganan hoy, en d¨ªa m¨¢s que un m¨¦dico y, por supuesto, que un licenciado en Filosof¨ªa y que un PNN.? Sin entrar hasta qu¨¦ punto esto sea cierto y hasta qu¨¦ grado, lo que interesa destacar es la idea muy extendida en nuestra sociedad de que, por principios, un titulado universitario ha de ganar m¨¢s que un obrero de la construcci¨®n. Y aqu¨ª es donde est¨¢ el sofisma. Hasta cierto punto yo no tendr¨ªa inconveniente en suscribir la necesidad de que un hombre que sabe cambiar una v¨¢lvula del coraz¨®n pueda tener algunos privilegios sobre aquel otro que s¨®lo sabe transportar ladrillos. Ahora bien, en lo que ya no pudo estar de acuerdo es en que un hombre por el solo hecho de tener un t¨ªtulo universitario haya de gozar de un mont¨®n de privilegios sobre el que no le tiene. Porque una cosa son las capacidades de un hombre y los beneficios que con ellas puede prestar a la sociedad, y otra muy distinta los t¨ªtulos que les suponen. Olvidar esta diferencia es lo que ha provocado en nuestra sociedad lo que en t¨¦rminos cl¨ªnicos pod¨ªamos parafrasear como ?titulitis?.
Ante tal estado de cosas, ?qu¨¦ de extra?o tiene el que la gente se mate por entrar en la universidad? La pl¨¦tora estudiantil no es mala en s¨ª misma, lo malo es la intencionalidad de una gran parte, que no busca otra cosa que la obtenci¨®n de un ?papelito? que despu¨¦s le permita vivir rodeado de privilegios.
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