Bienvenido, se?or Arias
EN UNAS declaraciones al diario ABC el se?or Arias Navarro explica las razones que le han movido a aceptar la propuesta del se?or Fraga y presentar su candidatura corno senador por Madrid en la lista de Alianza Popular.La decisi¨®n del se?or Arias no s¨®lo nos parece respetable, sino que, adem¨¢s, la creemos ¨²til. Su adscripci¨®n partidista le sit¨²a justo donde siempre ha estado, al tiempo que perfila m¨¢s si cabe el car¨¢cter impecablemente franquista de Alianza. Quiz¨¢ el ¨²nico motivo de discrepancia resida en esa referencia a Espa?a y a su deseo de servir al Rey como razones que le han movido a presentarse. Los reflejos de ¨¦pocas pasadas, en las cuales las ambiciones personales -por otra parte leg¨ªtimas- se encubr¨ªan con la ret¨®rica del servicio, afloran ahora en una explicaci¨®n poco convincente que olvida que ese mismo Rey juzg¨® en t¨¦rminos poco halag¨¹e?os su gesti¨®n pol¨ªtica y acab¨® exigiendo su dimisi¨®n. Y que, en definitiva, cualquier otro candidato de cualquier otro partido estar¨¢ movido por un amor a Espa?a parejo al del se?or Arias.
En las declaraciones se percibe que a Arias le mueven dos resortes profundos: su incapacidad para aceptar que los acontecimientos evolucionen de forma diferente a la considerada por ¨¦l conveniente y un inconfesado, pero evidente, deseo de revancha frente a los pol¨ªticos que est¨¢n llevando a cabo lo que ¨¦l no supo, o no quiso, hacer, y a quienes, poco caritativamente, califica de gentes que siguen la t¨¢ctica de ?enga?ar a todos".
Quien ha vivido la guerra civil en la M¨¢laga relatada por Koestler y Brennan, quien ha sido gobernador civil de Le¨®n en 1944, quien ejerci¨® el cargo de director general d¨¦ Seguridad durante ocho largos a?os, quien luego de ser ministro de la Gobernaci¨®n presidi¨® dos Gobiernos en cuyo ?activo? figuran unas ejecuciones pol¨ªticas rechazadas por todos los sectores democr¨¢ticos, quien seg¨²n informaciones de prensa nunca desmentidas por ¨¦l interven¨ªa los tel¨¦fonos de sus ministros y su primer trabajo matutino consist¨ªa en conectar un magnet¨®fono y escuchar lo que sus subordinados, de Gabinete hab¨ªan hablado el d¨ªa anterior, un pol¨ªtico as¨ª l¨®gicamente ha de, sentirse alarmado por la evoluci¨®n de unos acontecimientos cuya m¨¢s destacada peculiaridad consiste en que se est¨¢n concediendo a otros sectores del abanico pol¨ªtico espa?ol los mismos derechos que el se?or Arias y su partido disfrutan. Abandonar los egoismos del poder absoluto no es cosa f¨¢cil.
La entrevista resulta interesante, adem¨¢s, por lo que de la personalidad del se?or Arias se revela en ella. Es el caso de la actitud que muestra todav¨ªa ante la dimisi¨®n de Antonio Barrera, ante el cese, por excesivamente liberal, de P¨ªo Cabanillas; como no menos evidente es el adversario juicio a los actuales presidente del Gobierno y ministro de la Presidencia por no haber seguido la raqu¨ªtica y peligrosa v¨ªa de reforma que, en colaboraci¨®n con ?hurac¨¢n Fraga?, piensa brindar al pueblo espa?ol.
Esas actitudes personales se combinan con afirmaciones risue?as. El se?or Arias dice que su Gobierno no pudo desarrollar la reforma fiscal y la reforma econ¨®mica; habr¨ªa que sustituir no pudo por no quiso. As¨ª encontrar¨ªamos el responsable ¨²ltimo de que, desde diciembre de 1973 a julio de 1976 -su mandato-, los precios espa?oles aumentaran un 60%, hubiera 350.000 parados m¨¢s y las reservas de divisas exteriores descendieran en 1.700 millones.
En otro orden de cosas, es comprensible que al padre del ?esp¨ªritu del 12 de febrero? no le agrade la existencia de doscientas siglas pol¨ªticas. Resulta precipitado, no obstante, que quien invent¨® el t¨¦rmino y la ventanilla de asociaciones pol¨ªticas se preocupe ahora, seg¨²n dice, por el rid¨ªculo que estamos dando ante el mundo. ?Qui¨¦n lo da?
Por lo dem¨¢s, este fiel albacea del franquismo, observador atento de la lucecita de El Pardo, tiene perfecto derecho a recabar el voto de sus conciudadanos. Carlos Arias intent¨® vanamente ser actor en su juventud. En su reaparici¨®n sobre las tablas se ha presentado como lo que siempre ha sido: un manipulador de las emociones del pasado y un agorero del futuro. Alianza Popular est¨¢ de enhorabuena. Los espa?oles dem¨®cratas tambi¨¦n. Ya est¨¢n todos los neofascistas juntos.
Y queda una ¨²ltima consideraci¨®n, tan importante como el fondo de la cuesti¨®n, que se refiere a las formas: el lenguaje del ex, presidente desciende en los niveles de la dignidad hasta un estilo de tertulia de casino menor. Lo grave en un pa¨ªs no es tanto que una situaci¨®n se deteriore, sino que el nivel del estilo nacional, descienda por debajo de los m¨ªnimos exigibles. No conviene olvidar que la Espa?a moderna es tambi¨¦n la de Prim y C¨¢novas, la de Canalejas y Maura, la de Prieto y Besteiro. Y que es urgente salir no s¨®lo de la crisis econ¨®mica, sino de la crisis de estatura moral que padecemos.
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