Verismo y sensualidad
Narrador realista el D'Annunzio de estos cuentos, tan distinto de su imagen decadente y poetizada, conduce al lector, de su mano o tras su voz, a una regi¨®n entre cuyas gentes va a situarnos. Lo hace uni¨¦ndose a la peque?a procesi¨®n que acompa?a al cura, portando el Vi¨¢tico, bajo un gran paraguas rojo, y un cielo en el que el sol radiante sucede a las blancas nubes que han tra¨ªdo la nevada.El D'Annunzio de estos cuentos, pr¨®ximo a¨²n a los veinte a?os, est¨¢ bajo la influencia del gran verista Giovanni Verga. Tambi¨¦n, m¨¢s all¨¢, de los naturalistas franceses, creo que con fuerte impronta de Maupassant. (Dos de sus cuentos descubren la admiraci¨®n por un modo de hacer, hasta el extremo de un notable parecido).
Gabriele D'Annunzio
Cuentos del r¨ªo Pescara. Alianza Editorial. Madrid, 1977.
El ¨¢ngulo de enfoque y la ¨®ptica que le ofrecen naturalistas y verismo le parecen apropiados para dar su propia visi¨®n de las gentes de su zona natal, los Abruzzos, en torno a la ciudad de Pescara y el r¨ªo del mismo nombre.
Utilizando las posibilidades que le otorgan los m¨¦todos del realismo ve a una luz nueva, iluminadora, hasta de regiones oscuras, la vida de los campesinos, los pescadores, las gentes de los pueblos que lo egl¨®gico o lo id¨ªlico han te?ido de falsa coloraci¨®n. Recordemos que estamos al borde del siglo y la reciedumbre, penetrando hasta lo cruel, lo patol¨®gico o lo morboso, es s¨ªntoma de novedad y de rebeli¨®n. Como tirando de un golpe de una lela que cubriese la parte sometida al experimento la regi¨®n de Pescara, la luz infrarroja de la visi¨®n dannunziana llega a lo rec¨®ndito de las almas y a lo crudo y a¨²n desagradable de muchos ricachones que no quer¨ªan ver la literatura. La crudeza y la elecci¨®n de unos temas que llevan consigo resaltar un primitivismo y una salida a flote de lo intuitivo, responden tambi¨¦n a realidades. El escritor escoge, pero no inventa. Puede dar una visi¨®n parcial, pero no mendaz.
Por eso guardan en su conjunto las historias de estas buenas gentes -ingenuas, elementales, sanguinarias, morbosas- una verdad colectiva en la que se define una existencia social y unas relaciones de trabajo, de comunidad pol¨ªtica, de estamentos caducos. El D'Annunzio de estos cuentos es el D'Annunzio socialista de la Italia que se prepara a la confusi¨®n ideol¨®gica y pol¨ªtica de la guerra europea, y sus consecuenc¨ªas. Tras la poblaci¨®n campesina se vislumbra un mundo afeudalado en decadencia.
Sin embargo, no hay que olvidar al considerar estos cuentos que, junto a la precisi¨®n testimonial o el gusto por las escenas efect¨ªstas, hay tambi¨¦n en este narrador primerizo una voluntad art¨ªstica y una sensibilidad que contribuye a la personalidad y calidad de los cuentos. Una riqueza de expresiones censoriales acompana a los hechos. Lo vemos ya en el primer cuento del libro, ?La Virgen Orsola? . Una gran riqueza crom¨¢tica envuelve a la escena del Vi¨¢tico dirigi¨¦ndose a la casa de la enferma: las nubes blancas, el cielo a retazos azules, el gran paraguas rojo, la estola morada.
Acompa?ando a este concierto: colorista van otras pinceladas sensoriales: el tintineo de la campanilla, las salves susurradas, el olor del pan caliente...
Quiz¨¢ dentro de esta expresi¨®n de una sensibilidad captadora de la visi¨®n anal¨ªtica de la realidad se halle el que puede ser com¨²n enhebrador del esp¨ªritu de estas gentes de Ferrara: la religiosidad, entendida en un sentido tambi¨¦n primitivo como tantas de las reacciones, prendida en las pompas de la liturgia, las velas, los triduos, las ceremonias sacramentales tal como llegan al pueblo, respondiendo a la misma mentalidad simple que orienta sus actos.
Tras esta voluntad art¨ªstica y unos determinantes de escuela hay la verdad de una regi¨®n italiana en un tiempo. Esto es lo que mantiene el inter¨¦s actual de estos cuentos, no envejecidos, que ha traducido con acierto y fidelidad Angel S¨¢nchez Gij¨®n.
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