Los chicos
Los chicos, los chicos, no quieren a los chicos, no quieren que voten los de dieciocho, los menores de veintitantos le tienen miedo a la juventud m¨¢s joven y rubeniana. Le tienen miedo, en fin, al futuro, que est¨¢ en las manos delgadas y curtidas de los chicos y las chicas.Andan estos d¨ªas nuevos documentos, nuevas peticiones de voto para los de dieciocho, y, aunque ya he dedicado otras cr¨®nicas a este tema quiero insistir. debo insistir, hay que insistir tenemos que insistir, porque tan importante como la participaci¨®n de los extremismos pol¨ªticos es la participaci¨®n de los extremismos biol¨®gicos, biogr¨¢ficos. Bien sabe el Senado de los viejos, en nuestra Espa?a tribal. que los j¨®venes tienen otra moral, otras morales que han transvalorado nietzscheanamenzte todos los valores y que ellos se hacen un tirachinas con lo tirantes de Fraga y un poster de la Gloconda con la foto de Su¨¢rez por la tele.
Anoche bailaba yo con Elena, una viuda muy joven que lo tiene todo y no tiene nada:
-Me voy a Formentera a criar tomates, porque no me va nada de lo que est¨¢ pasando.
Luego vino Pepe May¨¢, buen bail¨®n de viudas nocturnas, y me la quit¨®, pero ah¨ª queda la perplejidad de una juventud que no tiene nada que decir frente al abanico canovista de la elecciones que se preparan. He conocido a un gay que lleva en la espalda de la cazadora una lengua roja y larga. Va sacando la lengua a toda la Espa?a pol¨ªtica que le pide su voto, porque esa es otra: el voto de los gais, de los marginados, de los marginales, de los malditos, del lumpem, el voto de los que no votan. Parece que todo se ha resumido en el voto ecol¨®gico, en la defensa de los arbolitos, pero me dijo Baudelaire en un pasage parisiense, una noche que nos hab¨ªamos quedado sin tabaco y sin l¨¢udano:
-Mon petit, los ¨¢rboles no ense?an nada.
Bien est¨¢ el voto ecol¨®gico. pero har¨ªa falta el voto sexual, el voto racial, el voto marginal, como ya se est¨¢ intentando en Estados Unidos, porque aparte de la ecolog¨ªa de los pajaritos, hay tambi¨¦n una ecolog¨ªa humana que anda contaminada de represiones, prevenciones, peligrosidad social y cosas. Me lo dec¨ªa la otra noche Jorge Fiestas:
-Me siguen cerrando Oliver a la una de la ma?ana. Qu¨¦ cosa, ?no?
Y sobre todo el voto de los j¨®venes, insisto -y ya he insistido otras veces-, porque ese s¨ª que es el voto de la libertad, de la verdad. La juventud no suele saber bien lo que quiere, pero sabe muy bien lo que, no quiere, y la mejor cr¨ªtica a las elecciones ser¨ªa el voto de los chicos y las chicas, que est¨¢n en sus comunas adolescentes ensayando los dulces encadenamientos del amor de grupo o leyendo otra vez -qui¨¦n lo iba a decir- a don Manuel Aza?a, que Albia ha reeditado El jardin de los frailes y yo he presentado e li ro en un hotel. Don Manuel no est¨¢ enterrado en el Valle de los Ca¨ªdos y por eso vuelve. Del Valle de los Ca¨ªdos es m¨¢s dif¨ªcil volver. Hasta ahora s¨®lo ha vuelto Arias.
Bueno, y L¨®pez Bravo, que se presenta por Madrid y por Alianza. Lo tuyo es demasiado, Gregory, cuerpo, te lo prometo, t¨ªo. Tan carroza y nos sale ahora de dem¨®crata, que se lo ha dicho a Pilar Urbano en un retiro espiritual. Hay miedo a losj¨®venes, a la vaga belicosidad de sus motos y sus cremalleras de cierre rel¨¢mpago, y ahora todos los carrozonas de Sotogrande han dejado el Mercedes y van en Harley-Davidson, que les parece a ellos que les rejuvenece, porque a la juventud la temen, pero la mimetizan, y si los extremistas pol¨ªticos son cuatro, los extremistas biol¨®gicos, los teenagers, son miles y miles. Nadie quiere saber lo que piensan. Pero ya es tarde para vestirles a todos de flechas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.