Una final ya
Hoy domingo, como sigue la inc¨®gnita del t¨ªtulo de la Liga, la f¨®rmula para elegir el partido m¨¢s interesante no var¨ªa de la de la semana anterior: el encuentro en que uno de los dos aspirantes a campe¨®n juega fuera de casa. Mientras no se desenrede la madeja de si quedar¨¢ el primero el Atl¨¦tico de Madrid, como parec¨ªa que iba a serio hasta que Kubala volvi¨® de Bucarest y el equipo de Luis Aragon¨¦s fue a Hamburgo, o queda el Barcelona, seg¨²n cre¨ªa todo el mundo hasta que el ¨¢rbitro Melero sent¨® en la grada a Cruyff por tres semanas, no hay otro procedimiento para averiguar d¨®nde se van a hallar las suspensiones de ¨¢nimo y las emociones de la jornada. El partido casero en donde juega ?el otro? reviste inter¨¦s complementario nada m¨¢s. Se le supone victorioso. Y esta regla rige aunque se trata, como el domingo en el Camp Nou, de un Barcelona-Espa?ol, rivalidad que subsiste, pero qu¨¦ deportivamente no ha producido un triunfo del Espa?ol en el campo de su rival desde hace mucho, much¨ªsimo tiempo. Pensar que va a producirse ahora ni siquiera la erosi¨®n de un empate en la puntuaci¨®n es pensar en lo suma mente improbable. El cuatro a cero del Espa?ol al Athletic de Bilbao hace una semana no indi ca sino un partido falso ante un casi reserva que en una Liga me nos al estilo compadre que la que nos gastamos le hubiese costado caro al equipo bilba¨ªno. No, la sorpresa no vendr¨¢ de Barcelona.
El partido est¨¢ en Zaragoza sin duda alguna. Que el Atl¨¦tico de Madrid se juega en ¨¦l una buena parte de sus aspiraciones a ser campe¨®n, queda bastante claro. De fallar el disparo y no traer en el morral al menos un punto, su panorama ser¨ªa bastante oscuro. Pero el Zaragoza se juega el tipo si pierde, y aun si empata, su na vegaci¨®n de lo que queda de Liga a¨²n tan cerca de puerto, impli caria una bien peligrosa v¨ªa de agua en el casco que le podr¨ªa hace naufragar en la bocana. Todo esto lo ven hasta los ciegos, porque?hasta los ciegos pueden o¨ªr el confuso rumor que llega de la ciudad del Ebro recusando al ¨¢rbitro Orellana por presunta, parcialidad bas¨¢ndose en que es gallego y como tal, debe estar deseoso, incluso inconsciente mente, en echar una mano al Celta. ?Qu¨¦ barbaridad! S¨ª, pero as¨ª est¨¢n las cosas en nuestro f¨²tbol, tan mediocre como suspicaz y mal pensado como peor dirigido. Esto lo cuenta uno en un pa¨ªs futbol¨ªstico normal y creen que se gasta una broma.
Pero no vale cerrar los ojos a la realidad y el Zaragoza-Atl¨¦tico tiene como perspectiva esta circunstancia enrarecida. Estar¨ªa este partido situado en el primer tercio del calendario, y vistos como est¨¢n los equipos, pod¨ªa pensarse sin temeridad en la posibilidad de que el Atl¨¦tico puntuase. Si hace una semana, ante el Burgos gan¨® el Zaragoza por un gol milagroso a ¨²ltima hora, porque se le escap¨®, a Manzanedo un bal¨®n, ?cabe suponer que el Atl¨¦tico no tendr¨ªa una oportunidad de puriluar en la expedici¨®n del equipo de gala? Pero el Atl¨¦tico, cuyo valor futbol¨ªstico es superior indudablemente al Zaragoza, es equipo fr¨¢gil de moral y sobre todo pierde la chaveta en cuanto le miran. Sin hacerle mucho caso es capaz de cualquier haza?a futbol¨ªstica, pero en cuanto le ponen en un plinto, desafina, porque los nervios se le comen. Decirle todos y ver ellos mismos que iban a ser campeones y que les faltaba muy poco esfuerzo para agarrar lo que casi tocaban les ha descompuesto y en una semana perdieron tres partidos y no dieron pie con bola en Hamburgo, Burgos 7 Sevilla. El partido contra el Racing, pese a sus arritmias, fue como un sopicaldo a un convaleciente, pero habr¨¢ que ver hasta qu¨¦ punto le habr¨¢ tomado a su estado anterior y va a resistir inc¨®lume las ansias desesperadas del Zaragoza, por ganar y salvarse.
Para sentirse campe¨®n, que es el camino para serio, el Atl¨¦tico tiene que manejar y superar a este equipo, ?desesperado? (como se llamaban en el Far West los dispuestos a todo, quit¨¢ndole una s¨ªlaba a la palabra originaria espa?ola que les subi¨® de Nuevo M¨¦xico), que por lo pronto ya ha disparado contra el ?sheriff? Orellana que les llegaba a velar por la ley futbol¨ªstica una granizada de suspicacias que le va a herir o inutilizar de alg¨²n modo. Pero el manejo necesario es dif¨ªcil para un equipo que se ha hecho esteta y narcisista en cierto modo en su t¨¦cnica superior y como altemativa en los casos y partidos dif¨ªciles cae en el expediente de agarrarse al cerocensmo con una espesa bufanda defensiva para reaccionar cuando ya est¨¢ en desventaja y cuesta mucho m¨¢s enjugarla porque el equipo de enfrente ha comido tigre, como en Burgos. En una palabra, asegurar en cierto modo el t¨ªtulo, o acercarse a ¨¦l con un punto para la cuota necesaria de tres que precisa el Atl¨¦tico en tres partidos dejando la misma proporci¨®n para los dos que le quedan, por el camino de Hamburgo o de Burgos no sirve para el caso a estas alturas y en este partido contra este Zaragoza, habr¨¢ de jugar m¨¢s y mejor, con menos manerismos y m¨¢s ambici¨®n. Por lo que al Atl¨¦tico respecta, ya es una final, como para el Zaragoza, vista la cosa por la contera del bast¨®n.
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