Un proyecto pol¨ªtico para Andaluc¨ªa
Secretario general del Partido Socialista Andaluz
En pol¨ªtica las palabras, a fuerza de ser empleadas abusivamente, se deval¨²an y pierden precisi¨®n. Esto es lo que ha ocurrido con el t¨¦rmino democracia. Democracia quiere decir, por supuesto, designaci¨®n de los gobernantes mediante elecciones. Pero democracia quiere decir mucho m¨¢s. Quiere decir que esas elecciones sean libres y a ellas puedan concurrir todos los grupos pol¨ªticos en igualdad de condiciones. Quiere decir garant¨ªa de las libertades individuales y colectivas y protecci¨®n de la seguridad personal. Quiere decir legalizaci¨®n efectiva, y no puramente nominal, de los instrumentos de acci¨®n de la clase trabajadora: los sindicatos. Quiere decir acceso de todas las corrientes pol¨ªticas a los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n. Quiere decir, en un Estado plural como el espa?ol, reconocimiento pleno de los derechos pol¨ªticos de los pueblos que lo componen. Quiere decir, en fin, que el pueblo ha tomado conciencia sobre su protagonismo y ha formado voluntad sobre su futuro.
No hace falta decir que la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola, bajo el segundo Gobierno de la Monarqu¨ªa, no es plenamente satisfactoria en todos y cada uno de estos puntos. Con una ley Electoral que favorece a la derecha la limpieza de las pr¨®ximas elecciones est¨¢ por ver, y de momento, no parece una buena se?al que no hayan sido legalizados a estas alturas todos los partidos pol¨ªticos. Los medios de comunicaci¨®n m¨¢s potentes, radio y especialmente la RTVE, o bien dosifican con cuentagotas la informaci¨®n pol¨ªtica no oficial, o bien se utilizan como artiller¨ªa pesada en favor de los herederos del franquismo. Las libertades p¨²blicas no est¨¢n jur¨ªdicamente garantizadas; lo que quiere decir que unas veces est¨¢n selectivamente toleradas y otras contundentemente reprimidas. En cuanto a la posici¨®n legal de la clase trabajadora, baste recordar el paso atr¨¢s que ha significado el real decreto-ley de 4 de marzo ¨²ltimo y la prohibici¨®n de actos organizados por los sindicatos reci¨¦n legalizados con ocasi¨®n del primero de mayo. Por ¨²ltimo, en relaci¨®n con los derechos pol¨ªticos de los pueblos del Es-tado espa?ol, no se pasa de declaraciones abstractas y ambiguas, que remiten el problema, sin ninguna garant¨ªa de soluci¨®n, a la futura elaboraci¨®n constitucional.
Despu¨¦s de este an¨¢lisis, la conclusi¨®n que se impone es grave: no nos encontramos en una situaci¨®n predemocr¨¢tica, es decir, en un proceso que lleva inevitablemente y sin retorno a una democracia pol¨ªtica digna de tal nombre. El final de la transici¨®n actual puede llevar a la dernocrac¨ªa, pero puede llevar tambi¨¦n a f¨®rmulas neoautoritarias m¨¢s o menos vinculadas al franquismo hist¨®rico. Para el Partido Socialista de Andaluc¨ªa, el sentido primordial de las pr¨®ximas elecciones del 15 de junio es hacer posible lo primero y evitar a toda costa lo segundo. Para ello es necesario que la campa?a electoral se utilice como un ?despertador? de la conciencia pol¨ªtica. Para ello es necesario explicar al pueblo que votar a la Alianza Popular es votar a los protagonistas de estos ¨²ltimos cuarenta a?os, que, fieles a su pasado, especulan -ahora, electoralmente- con el miedo, que es tanto como especular con laamenaza. Para ello es necesario explicar al pueblo que la Uni¨®n de Centro, capitaneada por Su¨¢rez, no es m¨¢s que un conglomerado heterog¨¦neo de profesionales de la pol¨ªtica, la mayor¨ªa de ellos procedentes del franquismo hasta la ¨²ltima hora, dem¨®cratas de ocasi¨®n, que aspiran a convertirse en la nueva burocracia pol¨ªtica de las fuerzas, econ¨®micas de los ¨²ltimos a?os. Para ello, en fin, es necesario explicar al pueblo que la democracia s¨®lo la pueden traer y consolidar quienes, desde las distintas posiciones ideol¨®gicas, lucharon contra la dictadura; quienes figuraron, con clarividencia, honestidad, riesgo y sacrificio, en las filas de la oposici¨®n democr¨¢tica al franquismo.
Aspiraciones auton¨®micas
Ahora bien, para Andaluc¨ªa, la campa?a electoral y las elecciones pueden y deben tener una especial significaci¨®n: la de afirmar definitivamente sus aspiraciones auton¨®micas, frustradas en 1936 por la guerra civil, sofocadas durante la larga noche del franquismo, y resurgidas con fuerza en estos ¨²ltimos a?os. Ni las dur¨ªsimas pruebas hist¨®ricas a que se ha sometido al pueblo andaluz, en la di¨¢spora emigratoria han conseguido su desintegraci¨®n cultural. Ni el expolio sistem¨¢tico de sus riquezas, trasvasadas y aprovechadas fuera del Pa¨ªs Andaluz, con la complicidad o incluso la intervenci¨®n directa de su propia clase dominante, han agotado el potencial de sus recursos naturales. Estas elecciones deben marcar el primer paso de un pueblo en marcha hacia su liberaci¨®n pol¨ªtica, unida a su emancipaci¨®n econ¨®mica. Un instrumento imprescindible para la primera es el estatuto de autonom¨ªa: la configuraci¨®n jur¨ªdica del poder andaluz; el instrumento para la segunda no puede ser otro que un programa socialista de organizaci¨®n de la sociedad.
Estos dos proyectos est¨¢n entre nosotros indisolublemente unidos. Para los andaluces, conseguir la autonom¨ªa supone romper la situaci¨®n de dependencia que nos atribuye siempre papeles subalternos y desfavorables: el papel de reserva de mano de obra barata para la Espa?a y la Europa industriales; el papel de soporte f¨ªsico de industrias y actividades peligrosas y contaminantes; el papel de proveedora de materias primas a buen precio para su elaboraci¨®n y comerciaflzaci¨®n en otras regiones o pa¨ªses; el papel de suministradora de recursos financieros para la industrializaci¨®n fuera de Andaluc¨ªa. Por todas estas `razones, el pro yecto auton¨®mico es, entre nosotros, un proyecto para las clases trabajadoras andaluzas, y cuyos intereses son coincidentes y solidarios, desde luego, con los de todas las clases dominadas del Estado espa?ol, pero que presenta perfiles singulares y propios, porque propia y singular es su situaci¨®n.
No puede extra?ar, pues, que la burgues¨ªa andaluza y sus instancias pol¨ªticas se opongan decididamente a este proyecto. Son sus fuentes de rentas parasitarias, son sus fuentes de poder las que est¨¢n en juego. A lo sumo, lo que cabe esperar de sus representantes es una apelaci¨®n abstracta al argumento de la falta de industrias como causa del subdesarrollo; argumento que, tal como es utilizado, sirve como coartada para desviar la atenci¨®n del pueblo andaluz de los problemas de la agricultura, y que, deliberadamente, no precisa nada sobre cu¨¢l es el tipo de industrializaci¨®n que conviene a Andaluc¨ªa, ni c¨®mo se van a aportar los recursos para tal industrializaci¨®n.
Vanguardia de liberaci¨®n
El Partido Socialista de Andaluc¨ªa ha sido durante los a?os de la dictadura franquista, y sigue siendo en los albores de la democracia, la vanguardia por la liberaci¨®n cultural, econ¨®mica y pol¨ªtica del pueblo andaluz. Es el partido que ha enarbolado nuestra bandera verd¨ªblanca en esta ¨²ltima etapa hist¨®rica; el que expres¨® su objetivo como ?poder andaluz?, superaci¨®n dial¨¦ctica del estadio anterior: el ?ideal andaluz? de Blas Infante. Es tambi¨¦n el que ha elaborado el primer anteproyecto de estatuto de autonom¨ªa andaluza despu¨¦s de la guerra civil; el que, en fin, m¨¢s ha luchado entre muchas incompresiones de pr¨®ximos -la izquierda centralista- y extra?os -la derecha olig¨¢rquica- por la recuperaci¨®n de nuestras se?as de identidad y por el reconocimiento de nuestra personalidad pol¨ªtica. Pero no se trata de ejercer, en el ¨¢mbito de las relaciones pol¨ªticas, extra?os derechos de primogenitura hist¨®rica. No vamos a intentar monopolizar un espacio que pertenece a todo el pueblo andaluz. Queremos que este espacio lo ocupen y lo asuman, sin reservas t¨¢cticas ni dependencias centralistas, todas las organizaciones que luchan por una democracia socialista.
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