Israel: "halcones" hoy, "palomas" ma?ana
La coalici¨®n derechista, que muy probablemente gobernar¨¢ Israel tras la victoria del Partido ?Likud? en las elecciones legislativas, no s¨®lo se ver¨¢ obligada a realizar una pol¨ªtica muy parecida a la de sus oponentes sino que, seguramente, tendr¨¢ que ir mucho m¨¢s all¨¢ que ellos en el terreno de las concesiones. Semejante paradoja tiene, desde luego, una raz¨®n de ser, y ¨¦sta se basa esencialmente en que el mapa pol¨ªtico israel¨ª no vari¨® esencialmente, pese a la espectacular ca¨ªda de los laboristas. El hecho de que la derecha unida haya ganado apenas tres esca?os, y que el ?Movimiento para el Cambio? hubiese capitalizado en su primer salida p¨²blica el descontento del electorado laborista, demuestra a las claras que la tendencia representada primero por Rabin y despu¨¦s por Peres no ha sido rechazada. Lo que result¨® derrotado el martes fue la burocracia laborista, sus corruptelas frecuentes y el ejercicio continuado de un poder dif¨ªcil.Leyendo los despachos de agencia llegados de Oriente Pr¨®ximo, horas despu¨¦s de las elecciones, pod¨ªa apreciarse que mientras las informaciones fechadas en El Cairo, Beirut o Damasco daban cuenta de la inquietud ¨¢rabe y del rechazo palestino (Begin ?es un terrorista?, ?la quinta guerra ¨¢rabe-israel¨ª est¨¢ pr¨®xima?, etc¨¦tera), los cables provenientes de Tel Aviv pretend¨ªan ofrecer una visi¨®n casi ang¨¦lica del l¨ªder m¨¢ximo del ?Likud?, que se cuid¨® muy mucho de no repetir que Judea y Samar¨ªa eran ?¨¢reas liberadas por Israel?, o de hacer alguna referencia al ?gran Israel?. Begin -que ha dicho en el pasado cosas todav¨ªa m¨¢s atroces- se cuidar¨¢ muy mucho en el futuro de seguir manteniendo enhiesta la bandera de los ?halcones?, entre otras razones porque si as¨ª lo hiciera, su coalici¨®n no durar¨ªa. Sus consejeros saben mejor que nadie que el aumento del electorado derechista es insignificante, y que una pol¨ªtica intransigente para con el tema palestino significar¨ªa simple y llanamente su suicidio.
La derecha israel¨ª no puede hacer una pol¨ªtica basada en dogmas, por muchos deseos que tenga. No puede decir, por ejemplo, que los ?territorios ocupados deben ser poblados con asentamientos jud¨ªos?, como primer paso para la anexi¨®n. En 1970, Begin abandon¨® el Gobierno porque sus colegas de Gabinete estaban dispuestos a negociar con el rey Hussein la devoluci¨®n de los territorios de Judea y Samaria. Hace dos d¨ªas, Begin, nada m¨¢s conocer su triunfo, propon¨ªa conversaciones con Hussein, Sadat y Assad ?para lograr la paz?. ?De qu¨¦ otra cosa podr¨ªan hablar ¨¢rabes e israel¨ªes sino de los territorios ocupados, es decir, de Gaza, Judea, Samaria y el Sina¨ª? De modo que Begin tendr¨¢ que hacer una pol¨ªtica, en este y otros temas, pr¨®xima a la que podr¨ªa haber hecho Peres. Y no es que Begin haya cambiado. Lo que cambiaron fueron las circunstancias pol¨ªticas del pa¨ªs y de la zona. Begin puede ser un reaccionario, pero no es un loco.
Por otra parte, ah¨ª est¨¢n Estados Unidos, cuyo diktat en Oriente Pr¨®ximo ha sido, es y ser¨¢ definitivo. La Administraci¨®n Carter quiere un ?hogar para los palestinos?, y de eso a la creaci¨®n de un Estado, media bastante poco. Ni Peres ni Begin ven el proyecto con simpat¨ªa, porque para estos dem¨®cratas sionistas, Arafat y sus seguidores son un ?grupo de terroristas?. Pero el tiempo, como han repetido hasta la saciedad los portavoces ¨¢rabes, juega a favor de los palestinos. Asesinados en L¨ªbano y Jordania, instrumentalizados en los pa¨ªses del golfo o en la Siria, temidos en Egipto, jaleados en Libia y sostenidos desde la lejan¨ªa en Argelia, los palestinos saben que alg¨²n d¨ªa el se?or Begin -o sus sucesores- tendr¨¢n que aceptar su existencia y negociar con ellos. Cuanto antes, unos y otros (¨¢rabes e israel¨ªes) acepten la existencia del contrario, m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ llegar a un acuerdo. El proceso ser¨¢ largo, pero ni el ?Likud?, ni siquiera el Partido Religioso podr¨ªan aplazarlo, so pena de que la crisis interior de Israel, el paulatino aislamiento exterior, la creciente oposici¨®n laborista y la presi¨®n de los americanos terminen por devorarlos a ambos.
Begin ha entrado en la escena pol¨ªtica internacional con mal pie. Es un hecho. Pero las cosas que dec¨ªa hace a?os, desde la oposici¨®n, no podr¨¢ mantenerlas desde el poder. Y le guste o no, su proyecto pol¨ªtico se parecer¨¢ much¨ªsimo al del otro ?halc¨®n? derrotado: Sim¨®n Peres.
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