Jim¨¦nez D¨ªaz y la investigaci¨®n
Premio Nobel de Fisiolog¨ªa y Medicina
En el d¨¦cimo aniversario del fallecimiento de don Carlos Jim¨¦nez D¨ªaz yo quisiera referir algo que he vivido personalmente. La creaci¨®n por don Carlos del Instituto de Investigaciones M¨¦dicas.El se?or Jim¨¦nez D¨ªaz tuvo siempre una profunda inquietud investigadora y vio siempre la importancia que la investigaci¨®n b¨¢sica en las ciencias biom¨¦dicas tiene para el progreso de la medicina. Por eso no se sinti¨® satisfecho hasta que pudo crear un instituto anexo a su departamento de medicina interna, en el que se ejerciese y se llevase a cabo en este pa¨ªs investigaci¨®n m¨¦dica b¨¢sica.
Desde hac¨ªa varios a?os llevaba don Carlos a cabo gestiones con altas personalidades de la industria y la banca espa?olas para que contribuyesen a hacer posible este sue?o suyo, y ello se realiz¨® al finalizar el a?o 1934. Se hab¨ªa entonces, pr¨¢cticamente, terminado de construir la Ciudad Universitaria y don Carlos consigui¨® que la Universidad Central de Madrid donase espaciosos locales en la facultad de Medicina para alojar al Instituto; al mismo tiempo consigui¨® que las entidades priva das contribuyesen al sostenimiento del Instituto en lo que se refiere a su mantenimiento, incluyendo todas las instalaciones y equipo, as¨ª como la mayor parte de los sueldos del personal cient¨ªfico, auxiliar y t¨¦cnico del mismo. El Instituto se hizo una realidad en el oto?o de 1935. Constaba de cinco departamentos: Patolog¨ªa, dirigido por Felipe Mor¨¢n; Medicina Experimental, dirigido por Pedro de la Barreda, que ten¨ªa dos colaboradores: Francisco Vivanco (que estaba entonces en el Lister Institute, en Londres, y se incorpor¨® al Instituto m¨¢s tarde) y Julio Villasante; Microbiolog¨ªa, dirigido por Emilio Mona; Bioqu¨ªmica, dirigido por el alem¨¢n Franz Bielschowsky, que ven¨ªa del Instituto de Tanhauser, acompa?ado de su mujer y colaboradora Marianne Angermann, y finalmente el departamento de Fisiolog¨ªa, cuya direcci¨®n me confi¨® don Carlos. Me ser¨ªa dif¨ªcil expresar la gran alegr¨ªa que este nombramiento me caus¨® porque por primera vez me permiti¨® llevar a cabo mi sue?o dorado de dedicar ¨ªntegramente mi vida a la investigaci¨®n cient¨ªfica, sin l¨ªmites, sin trabas, en un laboratorio bien equipado, con asistencia t¨¦cnica, con colaboradores capaces y entusiastas; ir al laboratorio por la ma?ana y regresar de ¨¦l por la noche. Hasta entonces yo hab¨ªa debido distribuir mi tiempo entre dos laboratorios, el laboratorio de la facultad de Medicina por la ma?ana, y el laboratorio de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios en la Residencia de Estudiantes por las tardes. Tambi¨¦n en aquellos tiempos nuestra labor docente era excesiva.
Don Carlos pudo conseguir lo que consigui¨® por sus dotes extraordinarias. la creaci¨®n del Instituto de Investigaciones M¨¦dicas fue algo ins¨®lito en Espa?a, algo que s¨®lo a don Carlos interesaba conseguir; a ninguna otra persona interesaba entonces que se hiciese investigaci¨®n. Don Carlos pudo conseguir eso gracias a su tes¨®n, a la fe que inspiraba, y a su optimismo contagioso. El Instituto comenz¨® a funcionar en el oto?o de 1935. Todos recuerdan lo que sucedi¨® en el verano de 1936; surgi¨® la guerra civil espa?ola que dio al traste con todo aquello. Por consiguiente, aquella fase del Instituto fue de corta duraci¨®n. Sin embargo, fue una fase de mi vida de la que recordar¨¦ siempre la convivencia ¨ªntima con mis amigos y colegas y con mis colaboradores. Entre ellos recuerdo los jefes de departamento que he mencionado anteriormente. Entre los otros recuerdo a mis colaboradores Salvador Clariana y Jos¨¦ Carlos Oya, desgraciadamente ya desaparecido, a Humberto Castro Mendoza,
que trabajaba con Franz Biels chowsky en el departamento de Bioqu¨ªmica, y a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Mi?¨®n, entre otros. -La convivencia era ¨ªntima tambi¨¦n con don Carlos quien, a pesar de sus m¨²ltiples ocupaciones cl¨ªnicas y docentes, pasaba en el, Instituto dos o m¨¢s horas al d¨ªa y segu¨ªa muy de cerca el curso de nuestras inves ticaciones.
Todo ello se vino a tierra, pero transcurrido el tiempo, don Carlos volvi¨® de nuevo a establecer su Instituto, esencialmente con el mismo personal que en un principio, con algunas diferencias, pues to que algunas de las personas que estaban en Espa?a antes de la guerra civil no estaban en el pa¨ªs cuando el Instituto se rehizo. El departamento de Fisiolog¨ªa fue dirigido entonces por Francisco Grande, hombre de una extraordinaria personalidad cient¨ªfica y humana, que continu¨® all¨ª durante bastantes a?os. La duraci¨®n de la fase inicial del Instituto fue tan corta que, yo apenas pude terminar un proyecto iniciado por aqu¨¦l entonces, sobre el mecanismo de la glicolisis en el m¨²sculo card¨ªaco, que pude completar poco m¨¢s tarde en el laboratorio de mi antiguo maestro, el profesor Meyerhof, en Heidelberg.
Yo creo que la idea de don Carlos, por lo menos su idea inicial, fue que el Instituto de Investigaciones M¨¦dicas fuese un Instituto donde se hiciese esencialmente investigaci¨®n biom¨¦dica b¨¢sica y a mi juicio tambi¨¦n que don Carlos estar¨ªa de acuerdo conmigo, que el Instituto no debe de estar, por lo menos no exclusivamente, al servicio de la cl¨ªnica. En el Instituto no debe llevarse principalmente a cabo investigaci¨®n cl¨ªnica aplicada, sino que como en tantos otros centros an¨¢logos de muchos pa¨ªses, debe de llevarse a cabo investigaci¨®n b¨¢sica en las ciencias biom¨¦dicas. Todos vosotros conoc¨¦is centros de esa naturaleza en diversos centros m¨¦dicos y en hospitales como el Massachusetts General Hospital, de Boston, el M. D. Anderson Hospital de Houston, (Texas), el Memorial Hospital, de Nueva York, el Middlesex Hospital, de Londres, etc¨¦tera.
El momento en Espa?a es propicio. Durante los ¨²ltimos diez a?os se ha formado un gran n¨²mero de gente joven en laboratorios espa?oles y han ido fuera de Espa?a con becas postdoctorales con una s¨®lida formaci¨®n b¨¢sica, completando la misma en los mejores laboratorios extranjeros. Estos j¨®venes regresan al pa¨ªs excelentemente entrenados en muchas ramas de la biolog¨ªa moderna; biolog¨ªa molecular, bioqu¨ªmica, biof¨ªsica. Muchos de ellos hoy en d¨ªa tienen dificultad para encontrar lugar en donde continuar su labor. Creo que el Instituto puede ser un sitio ideal para acoger a los mejores de ellos. ?Qu¨¦ mayor satisfacci¨®n podr¨ªa darse a don Carlos?
Para finalizar esta revisi¨®n de recuerdo a la memoria de don Carlos Jim¨¦nez Diaz en el d¨¦cimo aniversario de su fallecimiento quisiera reiterar que esta instituci¨®n modelo, esta excelente escuela de postgraduados, el Instituto, todo cuanto hoy hay en ella, es la obra de un genio so?ador, la obra de una voluntad f¨¦rrea, la obra de un hombre de una capacidad de trabajo gigantesca. Todos en este momento recordamos con cari?o y recordaremos siempre a don Carlos Jim¨¦nez D¨ªaz.
Babelia
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