Peligroso estancamiento por la falta de terrenos de juego
El rugby presenta un futuro muy poco esperanzador para los practicantes madrile?os. La falta de terrenos de juego tiene casi totalmente paralizado el crecimiento de este deporte, que entra en una fase de claro y peligroso estancamiento por problemas ?t¨¦cnicos?.Madrid cuenta con veintid¨®s equipos, entre juniors y seniors, que se ven obligados a machacar entre todos los castigados c¨¦spedes de los dos ¨²nicos campos con los que cuentan: los de la Ciudad Universitaria y Paraninfo. El campo de Carabanchel, para su uso, hay que alquilarlo por 1.500 pesetas por encuentro. Y aqu¨ª no acaban las penas.
En la temporada anterior diez equipos de Navales no pudieron ser inscritos por falta de campos. A la vista de esto no resulta nada extra?o que en 1977 existan s¨®lo 160 licencias senior y 136 junior m¨¢s que en 1971. Y todo esto en un momento en el que el rugby que se practica en la zona Centro ha desbancado ya sin paliativos al que se practica en Catalu?a, cuna de este deporte en Espa?a. La selecci¨®n nacional se nutre ahora principalmente de jugadores que militan en clubs madrile?os y, por el contrario, Catalu?a aventaja en mucho a la provincia de Madrid, en lo que a instalaciones deportivas se refiere.
En el terreno deportivo es asombrosa la concomitancia que existe entre resultados obtenidos en los ¨²ltimos cinco a?os. Espa?a, evidentemente, nunca ha sido una gran potencia de rugby. Los encuentros internacionales han supuesto mantener la categor¨ªa media en la que ya se estaba en 1970. Si en la ¨²ltima Copa FIRA se venci¨® a Polonia, no es menos cierto que salvo la derrota del a?o pasado, nuestra selecci¨®n siempre sali¨® victoriosa ante los polacos desde el primer encuentro, en 1970. Con respecto a Marruecos, nuestro palmar¨¦s es igual de ventajoso desde ese mismo a?o. Sin embargo, ante Francia, y Rumania, las dos grandes potencias, nunca se pudo vencer. A Italia, s¨®lo dos veces.
Como dato curioso, sin embargo, hay que apuntar que nuestros juvenlles y ?esperanzas? s¨ª han conseguido resultados mucho mejores que los seniors ante los rivales citados. Una vez m¨¢s, lo que apunta como futuro ¨¦xito deportivo se malogra al hacerse mayor
Nuestra selecci¨®n es, quiz¨¢, el ejemplo m¨¢s claro de este estatismo que perjudica irremisiblemente todo desarrollo. Los nombres de nuestros seleccionados se repiten con la misma insistencia que Ir¨ªbar en el f¨²tbol, pero sin tanta eficacia como la que demostr¨® siempre el bilba¨ªno. Esto, realmente, no es m¨¢s que una consecuencia l¨®gica de esa falta de campos, que no han crecido en proporci¨®n al deporte y que obligan a una pol¨ªtica conservadora dentro del rugby.
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