Nacionalizaciones en Francia
LA IZQUIERDA francesa est¨¢ viviendo, en estos meses, la inquieta esperanza de un triunfo electoral en las elecciones legislativas del pr¨®ximo mes de marzo de 1978. De seguir confirm¨¢ndose los resultados de los sondeos electorales, socialistas, comunistas y radicales lograr¨ªan una mayor¨ªa suficiente para gobernar en el pa¨ªs vecino a partir de esa fecha. La cercan¨ªa del poder obliga a los integrantes de la Uni¨®n de la Izquierda francesa a emprender, sin tardanza, una ingrata tarea a la que, desde hace a?os, se hab¨ªan resistido: aclarar las diferencias de opini¨®n que oculta el llamado ?programa com¨²n?.El terreno elegido para comenzar ese dif¨ªcil ejercicio de llamar diferencias ha sido el econ¨®mico, y m¨¢s concretamente el tema de las nacionalizaciones. Es ¨¦ste un punto debatido de antiguo por socialistas y comunistas, y que el pasado mes de febrero cobr¨® inusitada actualidad, tanto por las precisiones que una serie de dirigentes y expertos socialistas -Mitterrand, Rocard, Delors, Attali- dieron sobre c¨®mo enfocaba su partido el tema de la indemnizaci¨®n a los accionistas de las empresas nacionalizadas, como por la r¨¦plica del Partido Comunista Franc¨¦s. Hace un par de semanas, los dos grandes partidos de la izquierda francesa han vuelto a encontrarse, a discutir.... y a seguir en desacuerdo.
Para comprender mejor el fundamento de esa divergencia, conviene recordar que en los dos ¨²ltimos a?os el Partido Socialista ha seguido una evoluci¨®n que acercaba, cada vez m¨¢s, sus posturas econ¨®micas a un cierto ?socialismo n¨®rdico?. En otros t¨¦rminos, en los te¨®ricos socialistas se viene manifestando una actitud de creciente aceptaci¨®n de los mecanismos de mercado como elemento regulador de la vida econ¨®mica. Se trata de lo que Rocard ha llamado una ?evidencia? frente a la cual comienzan a diluirse las fuertes dosis de intervencionismo que en materia econ¨®mica caracteriza todav¨ªa el programa com¨²n de la izquierda francesa. En un coloquio con los dirigentes de las principales empresas francesas, el mismo Rocard asegur¨® que ?la mayor parte de la econom¨ªa francesa seguir¨¢ siendo privada? y que ?el beneficio se mantendr¨¢ como el motor de una econom¨ªa de mercado?.
Cuando se toca el tema concreto de las nacionalizaciones, los socialistas, por boca de su secretario general, afirman que, de triunfar la izquierda, ellos nacionalizar¨ªan tres tipos de empresas: las que ejercen un monopolio, las que detentan actividades claves o las que ocupan una posici¨®n dominante en el mercado. Seg¨²n dijo Mitterrand en el coloquio citado, ese principio b¨¢sico se traducir¨ªa en la nacionalizaci¨®n de nueve grandes grupos industriales -que van de Dassault a Rhone-Poulenc, pasando por ITT France y Honeyweil-Bull- y la participaci¨®n en algunos sectores, la siderurgia, por ejemplo. Aun cuando los comunistas franceses no comparten la flexibilidad doctrina? que en el terreno econ¨®mico mantienen los socialistas, su desacuerdo con ellos comienza, no tanto en los principios como en su puesta en pr¨¢ctica y, m¨¢s concretamente, en dos puntos muy pol¨¦micos.
El primero de ellos se refiere a la indemnizaci¨®n de los accionistas de las empresas nacionalizadas. En opini¨®n de los socialistas, la indemnizaci¨®n adoptar¨ªa la forma de obligaciones no amortizables e indiciadas que, adem¨¢s, pagar¨ªan un dividendo a sus titulares en funci¨®n de los resultados obtenidos por la empresa, pudiendo ser negociadas y cotizadas en Bolsa. A t¨ªtulo tan original, los comunistas oponen la figura, mucho m¨¢s cl¨¢sica, de obligaciones reembolsables en veinte a?os, por anualidades constantes en funci¨®n de las cotizaciones de los tres ¨²ltimos a?os y con un tipo de inter¨¦s m¨¢s bien bajo, pues se establecer¨ªa siguiendo los precedentes de los empr¨¦stitos p¨²blicos. Los comunistas objetan a la f¨®rmula socialista, alegando que el pagar dividendos implica renunciar a los verdaderos objetivos de la nacionalizaci¨®n.
Respecto al segundo motivo de desacuerdo, la forma de indemnizaci¨®n de los grandes accionistas, la interpretaci¨®n de la f¨®rmula del programa com¨²n -distinguiendo entre accionistas modestos, que lo son gracias a sus ahorros, y grandes poseedores- que los socialistas hacen, significa que no se intervendr¨¢, el patrimonio de ning¨²n accionista, dejando a un impuesto sobre la fortuna la tarea de reducir desigualdades, al atacar a los due?os de grandes paquetes de acciones. Los comunistas, por el contrario, anuncian su intenci¨®n de examinar, caso por caso, la situaci¨®n de las grandes fortunas francesas, ?teniendo en cuenta los fondos p¨²blicos recibidos, los movimientos de fondos del extranjero y toda acci¨®n contraria al inter¨¦s nacional de la cual fueran culpables?.
Hasta aqu¨ª los detalles de la pol¨¦mica entre los dos grandes partidos de la izquierda francesa. Pero ni decir tiene que la verdadera pol¨¦mica se sit¨²a entre ellos y una gran parte de la sociedad francesa, cuyos portavoces exponen abiertamente sus dudas de que sea posible conseguir el triple objetivo de nacionalizar parte de la industria, implantar en ella la autogesti¨®n y asignarla nuevas prioridades sin originar traumas irreparables en su estructura y, en consecuencia, retrasar el ritmo de crecimiento del pa¨ªs y la soluci¨®n de sus graves problemas econ¨®micos actuales.
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