M¨¢s de la mitad de los j¨®venes norteamericanos fuman marihuana
De una poblaci¨®n de m¨¢s de doscientos millones de personas, los datos de Gallup aseguran que unos 36 millones de norteamericanos, sin contar los adolescentes, han probado la marihuana alguna vez en su vida. Una trece millones de individuos la fuman habitualmente, y unos tres millones lo hacen a diario.En general, refiri¨¦ndose a la poblaci¨®n total, el consumo total en el pa¨ªs, se duplic¨®, en el per¨ªodo de tiempo comprendido entre los a?os 1973 y 1977, pasando de un doce a un 24%.
Respecto a la edad, las cifras tambi¨¦n son significativas. A mayor juventud, mayor consumo. Mientras en las personas mayores de cincuenta a?os, el porcentaje de los consumidores era, en 1973, de un 2 %, pasando en 1977, a un 5 %, el sector que bate el r¨¦cord de consumo es el de edad comprendida entre los dieciocho y los veinticuatro a?os. De estas personas, en 1973 consum¨ªa marihuana el 41 % y este a?o lo hace un 59 %. De los ciudadanos norteamericanos menores de treinta a?os, m¨¢s de la mitad fuma marihuana.
En el estado de Mississipi ya se ha despenalizado la posesi¨®n de peque?as cantidades de marihuana para uso personal. Recientemente, Peter Bourne, colocado por el presidente Carter al frente del Departamento de Drogas, de la polic¨ªa, afirm¨® ante un Comit¨¦ del Senado, que ¨¦l habla fumado marihuana. Dijo que lo consideraba menos peligroso que el tabaco. Robert Dupont, jefe del National Institute on Drug Abuse, tambi¨¦n aboga por la despenalizaci¨®n.
Un informe hecho p¨²blico recientemente en la revista Journal of the American Association, muestra que el uso habitual de marihuana durante varios a?os, no provoca, necesariamente, el deterioro del cerebro. Uno de los equipos que llev¨® a cabo la investigaci¨®n p¨²blicada en la citada revista m¨¦dica ha revelado que no se han hallado pruebas de deterioro del cerebro en doce hombres de edad comprendida entre los veinte y los treinta a?os que hab¨ªan fumado una media de nueve cigarrillos diarios durante per¨ªodos de m¨¢s de cinco a?os.
Los debates se centran ahora en aspectos m¨¢s complejos: posible incidencia sobre la caries dental, lesiones sexuales o rotura de cromosomas.
Liberaci¨®n
La extensi¨®n creciente del consumo de marihuana parece expresar la tendencia creciente a buscar v¨ªas de liberaci¨®n emocional y a aceptar todos los caminos en esa b¨²squeda. La represi¨®n interna ejercida como consecuencia de la educaci¨®n, que impide la manifestaci¨®n de afectos y sensaciones, se ve aliviada o burlada con la ingesti¨®n de productos como el alcohol, la marihuana, etc¨¦tera. Bajo sus efectos, las personas se sienten mejor y m¨¢s libres al poder manifestarse y realizarse en sus impulsos m¨¢s profundos, cosa que, en estado normal, no se permiten hacer. Eso hace que se extienda el consumo en la medida en que sectores crecientes de poblaci¨®n constantan que pueden sentir, bajo su efecto, pulsiones que sus dificultades cotidianas internas y externas no les permiten sentir.Estas nuevas respuestas a las necesidades de liberaci¨®n interna van a encontrar eco -?c¨®mo no?- en las entidades productoras y comerciales, grandes industrias norteamericanas se disponen a poner a punto ?cajetillas de hach¨ªs a buen precio?, tan pronto como los pasos que distan para una legalizaci¨®n general sean dados.
Los problemas comienzan a la hora de evaluar el precio que las personas deben pagar por su liberaci¨®n vital. Beber un poco de alcohol no es lo mismo que no poder vivir sin alcohol. La consecuci¨®n de los aspectos positivos de las drogas, en toda su gama, se ve acompa?ada, algunas veces, de efectos secundarios da?inos. Sin embargo, las personas habituadas a percibir estos efectos positivos se ven muy dificultadas a prescindir de la causa de los mismos, aunque sea constatable su perjuicio.
Lo cierto es que, a trav¨¦s de las viejas drogas o de las nuevas, con legalizaci¨®n o sin ella, con efectos secundarios graves sobre el organismo o inofensivamente, bajo la manipulaci¨®n de los intermediarios y de las compa?¨ªas productoras o altruistamente, grupos cada vez m¨¢s numerosos de personas buscan nuevas v¨ªas de expresi¨®n para aquella capacidad in¨¦dita de sentir que el hombre posee y que la cultura le prohibe cada d¨ªa. El reto va a consistir en manejar estas nuevas v¨ªas de liberaci¨®n sin dejarse destruir.
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